jueves, 26 de noviembre de 2009

REFLEXIONES DURANTE EL TIEMPO DE ADVIENTO...


María, la mujer acogedora de Dios
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En la era de las comunicaciones globales y de Internet, el ser humano necesita aprender el arte del silencio para oír, para encontrarse consigo mismo, para escuchar los acontecimientos con hondura, para percibir mejor las cosas, la vida, las personas. La vida de los creyentes tiene lugar en el ruido y el ajetreo de una escuela, taller u oficina. Necesitamos aprender a vivir el silencio en el ruido, el retiro interior en medio de la calle. Necesitamos aprender a construir nuestro espacio interior silencioso ahí dentro de nosotros mismos, entre los muros de nuestro cuerpo.  Adviento es tiempo propicio para aprender el arte del silencio, que es siempre encuentro, nacimiento, palabra. En el silencio oiremos con más nitidez las promesas divinas, la palabra de Dios, que viene a hacerlo todo nuevo. 

 MARÍA, llena de gracia


Virgen MariaEs la mujer silenciosa del Adviento. Su silencio está tejido de escucha, de espera, de gozo, de fe confiada, de amor sin límites. En su silencio sencillo y sobrecogedor hizo Dios germinar la Palabra de vida. En silencio guarda y amasa la Palabra y en callado silencio y con ternura ntrañable nos entrega al Salvador. El Dios de María entra en su vida, se hace carne en sus entrañas de mujer pobre y la llena de dicha. María acoge con sencillez y disponibilidad total este actuar de Dios, que la desborda y la inunda de vida. En sus labios, en sus entrañas, resuena la música de la confianza y una palabra teje todo su ser: “fiat”, “hágase”. El Dios de María la pone en camino hacia el pueblo para cantar el canto nuevo de la misericordia entrañable de Dios que se hace pequeño y débil para hacernos hijos y hermanos y la envía a repartir el pan nuevo que nos hace libres y el vino del Espíritu que llena de alegría nuestro corazón. 

Para tu camino personal
 
• Fíjate en María. Todo ocurre en su seno, dentro. María representa a la Iglesia, a cada uno de los creyentes, que, a través de los siglos, han sentido en sus entrañas la vida del Hijo de Dios.
• Haz un alto en tu camino y date tiempo para estar con Dios. Haz silencio en tu interior y dile a Jesús que se cumpla en ti su Palabra.
• Busca ser habitado por la Palabra, como María. Grábala como sello en tu corazón hasta que se transforme en fuego ardiente, en agua viva, en pan partido y repartido para todos. 

Fuente: cipecar.org

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