Bertone: «El nuevo Papa debe llevar con mano firme el timón de la Iglesia»
¡Gloria y alabanza a Dios nuestro Padre
por los siglos de los siglos, y a nuestro Señor y Salvador Jesucristo con el
Espíritu Santo!
Pero, cuántos cristianos se han preocupado sin
necesidad, "´¿qué será de la Iglesia si ahora ya no está el Papa?",
este día 28 de febrero, había comentarios fuera de lugar, y por teléfono cuando
una señora muy preocupada decía a Intereconomía, comentaba: "¿Qué habrá
visto el Papa para que se marche del Vaticano?", y es que hay en la
televisión, muy malos informadores, periodistas que dejan más confusos a los
cristianos. En 13TV, tampoco los presentadores fueron de lo más correcto.
La mejor información se dió a través de Radio María.
Bien, continuando.
Su Santidad Benedicto XVI, es el
primer Papa Emérito, para nosotros los
españoles, nos alegramos de que el Señor haya tenido misericordia de nosotros,
sí, porque el Señor ha confirmado varias veces, España es tierra de María, dijo
el Beato Juan Pablo II; a lo que añadía su Santidad Benedicto XVI, que España
es profundamente religiosa, y cierto que lo es, aún cuando la gente que no
acepta a Dios, intenta hacer como un lavado de cerebro, lo mismo que hacen las
sectas, con aquella falsedad inmensa que "España es un país
aconfesional", no debemos preocuparnos ante las mentiras como estas, pues
no hay prueba de que ellos tengan razón. España es un país profundamente
católico, es un país priviligiado por las visitas del Papa.
En la despedida, y antes de que cerrasen las puertas
de Castelgandolfo, el día 28, un grupo de españoles alzaron sus voces:
"Viva el Papa", y es que España ama al Papa, y esto es una ventaja
para nosotros, porque los poderes del infierno que siempre está haciendo
ruidos, no consigue extender su maldad, porque la bondad y misericordia protege
a España.
Y debemos aprovecharnos para seguir orando al Señor
nnuestro Dios, rezaremos por el Papa Emérito, siempre, oraremos con humildad
por el Colegio Cardenalicio, para que el Espíritu Santo, nos presente un
Sucesor digno de Dios, sería un errore de nuestra parte dejarnos dominar por
las vanidades de este mundo, que no nos ayudan para nada a perfeccionar nuestra
oración.
Bertone: «El
nuevo Papa debe llevar con mano firme el timón de la Iglesia»
Diarío Menor. Ciudad del Vaticano.
En su primera entrevista a un medio escrito tras la
renuncia de Benedicto XVI, el cardenal italiano Tarcisio Bertone, camarlengo de
la Iglesia católica, lo que le convierte en el hombre clave del periodo de sede
vacante que comenzó ayer, responde por escrito a las preguntas de LA RAZÓN.
Dice que en los siete años que ha sido secretario de Estado de la Santa Sede ha
vivido momentos «muy alegres» y también otros «más tristes», en los que ha
sentido «que el mal en el mundo es muy real y nos acecha a todos los hijos de
Eva».
Sobre el sucesor de Benedicto XVI opina que deberá reunir dos elementos
«imprescindibles». El primero es que se trate de «un hombre espiritual, para que sea un
instrumento dócil en las manos de Dios, como vicario de Cristo en la Tierra». El segundo, que tenga «el vigor y el
empuje» que el ya obispo emérito de Roma ha dicho que son
necesarios «para llevar con mano firme el timón de la Iglesia». Podrá así hacer
frente a los desafíos que la Iglesia tiene frente a ella, entre los que el
secretario de Estado cita la necesidad de que todos los católicos «descubran la
riqueza» de la fe y las «implicaciones concretas que el mensaje cristiano»
tiene en todos los aspectos de la vida. Otro reto será lograr que «todas las
instituciones de la Iglesia sean capaces de comunicar el mensaje cristiano» y
que ofrezcan un «motivo de esperanza» para todas las personas. El último
desafío es conseguir que el mundo sea «un lugar más humano» y «más acogedor
para todos», especialmente para los desfavorecidos. Asegura Bertone que está
viviendo la renuncia del Santo Padre como cualquier otro católico, «con una
mezcla de pesar, por el cariño que todos le tenemos, y de gran confianza en que
su decisión es lo mejor para la Iglesia». Benedicto XVI, dice, «se queda con nosotros», «no abandona la Iglesia» ni
se «baja de la cruz».
–¿Cómo será recordado Benedicto XVI, como el Papa de
la renuncia o por su magisterio?
·
–Hay tantos motivos para recordar a Benedicto XVI: sus
encíclicas, sus libros sobre Jesús de Nazaret, su magisterio, sus viajes
(quiero recordar especialmente los tres que hizo aEspaña: son ustedes unos privilegiados), su atención a temas cruciales en la vida de la
Iglesia, como son la liturgia, la unidad de los cristianos, su capacidad de
diálogo con otras religiones. Son también memorables la claridad y la decisión
de las intervenciones contra la pedofilia y, en fin, su relación especial con
los sacerdotes y seminaristas... Y también será recordado por su renuncia, que
ha mostrado al mundo el abandono sirviendo siempre a Dios de un Papa que a lo
largo de toda su vida –y no sólo como Pontífice – ha pretendido ser un siervo
más en la viña del Señor. Nos ha dejado muchas razones para recordarle con
muchísimo afecto, como han dicho los numerosos jóvenes entrevistados en los
últimos días por la Prensa.
–¿Cómo debería ser el perfil del nuevo obispo de Roma?
¿Cuáles deben ser los aspectos más importantes de su carácter, de su formación,
de su experiencia y de su religiosidad?
·
–La próxima semana todos los cardenales nos reuniremos
antes del cónclave para estudiar precisamente eso: qué perfil de Romano
Pontífice es el que Dios quiere para la actual situación del mundo y de la
Iglesia. Hay elementos que son indispensables: que
sea un hombre espiritual, para que sea un instrumento dócil en las manos de
Dios, como vicario de Cristo en la Tierra; y que tenga el vigor y el empuje del que
ha hablado Benedicto XVI, para llevar con mano firme el timón de la Iglesia.
–¿Qué retos más importantes deberá afrontar en el
gobierno de la Iglesia?
·
–Los desafíos más importantes que se presentarán ante
el nuevo Papa son constantes en la vida de la Iglesia: en primer lugar, que
todos los fieles, pastores y laicos, en sintonía con las enseñanzas del Concilio Vaticano II, descubramos la
riqueza de nuestra fe y las implicaciones concretas que el mensaje cristiano ha
de tener en nuestra vida personal, familiar, social, profesional... Otro reto es que todas las
instituciones de la Iglesia sean capaces de comunicar el mensaje cristiano y de
ofrecer un motivo de esperanza para todas las personas a las que sirven. Y, por último, que este
mundo nuestro sea un lugar más humano, más pacífico, más acogedor con todos,
especialmente con los pobres y con los últimos.
–¿Qué ha aprendido en los momentos difíciles como
secretario de Estado? ¿Ha tenido alguna crisis de fe durante su vida
sacerdotal?
·
–Como secretario de Estado he vivido momentos
extraordinarios. Algunos han sido muy alegres, sobre todo cuando uno ve la
acción de Dios en las personas, y que el Señor no se cansa de los defectos de
los hombres, y sigue ofreciéndonos su ayuda para ser felices. Otros en cambio
son más tristes, porque he notado que el mal en el mundo es muy real, y nos acecha
a todos los hijos de Eva. Pero he de agradecer a Dios que siempre me ha
manifestado cómo la Gracia abunda, y que el pecado nunca es la última
palabra, porque la Iglesia es de Dios, y Dios jamás la abandona, como nos ha
recordado el Papa Benedicto XVI. He de añadir, además, que mi vocación y
formación como hijo de Don Bosco me hace anteponer la alegría y la esperanza en
la experiencia cristiana.
–Después de tantos años junto al Santo Padre, antes y
después de su elección como Papa, ¿qué admira más de su personalidad? ¿Cómo ha
vivido, Eminencia, la renuncia?
·
–De Benedicto XVI admiro su inteligencia preclara, su
piedad, su rectitud de conciencia, su firmeza en las decisiones y a la vez su
delicadeza en el trato, como he podido experimentar cotidianamente durante
estos años... ¡Tantas cosas! He vivido la renuncia como toda la Iglesia: con
una mezcla de pesar, por el cariño que todos le tenemos, y de gran confianza en
que su decisión es lo mejor para la Iglesia. Sus palabras del pasado domingo,
hablando de que el Señor le llama a la montaña, me han dejado muy conmovido. El
Santo Padre se queda con nosotros. Él no abandona la Iglesia, no baja de la cruz, porque su adhesión a la
voluntad de Dios es «para siempre». Benedicto XVI ama a la Iglesia, y sigue
acompañándola en su camino.
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