domingo, 21 de abril de 2013

LA VERDAD


Edición MariamContigo
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Había una vez una pequeña villa en los Alpes Suizos. Este caserío estaba en dificultades, el pozo de agua que abastecía la villa se había secado. La gente estaba alarmada. Había un río cerca de la comunidad pero estaba al pie de un profundo acantilado. Por lo tanto, nadie podía tener acceso al agua. Estaban a mediados del verano; la nieve de las montañas hacía rato se había derretido.

Había otro poco de agua del otro lado del acantilado, cerca de la ladera de la montaña. Un joven pensador apareció trayendo una solución. Construyó un puente por encima del acantilado.

Los aldeanos estaban entusiasmados. Enseguida se formó una brigada con baldes y se abastecieron de agua. No es necesario decir que el puente se convirtió en algo muy importante para esta pequeña comunidad ya que era su fuente de vida.

Le hicieron honores al puente. Le pusieron al puente el nombre del joven que lo había construido y lo pintaron de un hermoso color dorado. El puente resplandecía. Se hiceron pequeñas réplicas en miniatura del puente y se vendía en las calles. La gente se lo colgada del cuello y adornaba las ventanas de sus casas.

Más adelante, se organizó una comisión para rendirle homenaje al puente. Solamente se le permitía cruzar el puente a ciertas personas. Más tarde fue en ciertos días y luego, usando determinada ropa. El centinela del puente se convirtió en la persona más respetada y de mejor posición en aquella montaña. Nadie podía mirar o cruzar el puente sin su autorización.

Desafortunadamente hubo diferencias entre los miembros de la comisión. El desacuerdo estaba centrado en la construcción de un techo para el puente. Entonces, el puente se cerró hasta que se tomara una decisión. Muchos aldeanos murieron de sed mientras los líderes debatían el asunto.

Reflexión

Hace más de dos mil años un puente fue tendido a los seres humanos para que crucen y beban agua viva de una fuente inagotable. El puente fue construido con base en el sacrificio de Jesús en la cruz para que todos sin excepción accedan al perdón, la libertad y la restauración de sus vidas. El murió por todos nosotros, creyentes o no, y ofrece esperanza a quien decide creer en El y seguirle pareciéndose más a El cada día que caminan en esta tierra.

Sin embargo, los mismos hombres, hemos creado muros a veces infranqueables para millones de personas que desean conocer a ese Jesús que ama con firmeza, perdona con misericordia, sana y libera. Como el vigilante del puente, asumimos una autoridad delegada como si fuera nuestra, y nos envanecemos.  Perdemos la compasión que un día Jesús mostró por cada uno de nosotros. 

Convertimos nuestra sociedad en todo un sitio de modas extrañas, sentimientos no nobles, hablamos de manera rara y caminamos igual, en otras palabras pasamos de lo común a lo raro, a lo extraño, sin precaver que hay un Cristo que nos salva, que se entrega hasta la última gota de sangre por salvarnos, que hay una Iglesia que abre sus puertas para todos en donde somos iguales, en donde podemos aclarar nuestras ideas, en donde los sacerdotes y religiosos son humanos, tienen sentimientos de amor y ternura.
 
La palabra de Dios es sencilla, porque es profunda, pero la hacemos lucir difícil e inescrutable. Se entrega gratuitamente a quien la necesita mostrando el camino de la forma más sencilla, con amor y autenticidad.  

¿Será posible que no nos importe que nuestro prójimo se pierda porque hemos convertido los medios en un fin?
 
Si eres Católico haz un alto y pide perdón por no tener un corazón sensible. Dile al Espíritu Santo que te muestre como cruzar el camino. Haz una oración a Nuestra Reina Madre del cielo pidiendo porque sea ese camino para llegar a Papá Dios.  Pídele a Cristo Jesús que te guíe a transitar por el camino, que sea ese puente para quienes tienen sed y buscan llegar a la Mansión de nuestro Padre Celestial.  

Si no eres creyente, hoy Dios te ofrece un nuevo día para encontrar respuestas a tus preguntas y empezar a permitele que llene tus necesidades. Dios tiene agua de esperanza para calmar tu sed y mi sed. Los cristianos no somos gente perfecta, sino personas que como tu luchamos diariamente contra el peso de nuestra superficialidad y egoísmo con la promesa de Dios de que Él se perfecciona en nuestras debilidades. Abre tu corazón a Jesús y deja que entre tu corazón, enfócate en Él y ten compasión de todos los demás como Él la tiene de ti hoy.

 
Oro para que cruces el puente que esta abierto para ti






 

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