ANTE LA FIESTA DEL CORPUS CHRISTI, EL DECÁLOGO DE LA EUCARISTÍA
Una meditación sobre la verdad de la globalidad del de la Eucaristía ante su fiesta grande del Corpus, este año domingo 2 de junio
Jesús de las Hera Muela
1. La Eucaristía es el misterio nuestra fe, el misterio de luz que alumbra todo el misterio de la fe cristiana.
El sacramento eucarístico es mysterium fidei por antonomasia.
Sin embargo, precisamente a través del misterio de su total ocultación,
Cristo se hace misterio de luz, gracias al cual el creyente se ve
introducido en las profundidades de la vida divina. No sin feliz
intuición, el célebre icono de la Trinidad de Rublev (ver foto) sitúa
significativamente a la Eucaristía en el centro de la vida trinitaria.
Esto es, en la Eucaristía y por la Eucaristía se desvela y revela
luminosamente el misterio de Dios y de su plan de salvación para toda la
humanidad.
“La Eucaristía es, ante todo, luz porque en toda la Misa la liturgia
de la Palabra de Dios precede a la liturgia eucarística, en la unidad de
las dos mesas: la de la Palabra y la del Pan… Es Cristo mismo quien
habla cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura”. Y es Cristo
quien se hace Eucaristía, a quien recibimos en la Eucaristía y quien se
queda en la Eucaristía.
2. La Eucaristía es presencia y sacramento de Dios para un mundo mejor.
Esta identidad y verdad eucarísticas, esta “cultura de la Eucaristía”
no va contra nadie, fomenta el diálogo y es instrumento de un mundo
nuevo y mejor.
Resulta errónea que la referencia pública a la fe pueda mermar la
justa autonomía del Estado y de las instituciones civiles o que incluso
pueda alentar actitudes intolerancia, independientemente otro tipo de
comportamientos errados de los cristianos a lo largo de los siglos,
achacables a la incoherencia de estos en relación a su fe y raíces
cristianas. La Eucaristía siempre construye un hombre y una humanidad
mejores.
3.- La Eucaristía es fuente y epifanía de comunión.
Mediante
el sacramento de la Eucaristía, el Señor encontró la forma de
permanecer con sus seguidores, como aconteciera con los discípulos de
Emaús. Recibir la Eucaristía significa entrar en comunión profunda con
Jesús. Recibir la Eucaristía es comulgar, es comunión. La Eucaristía, y
en concreto la comunión eucarística, se nos da para “saciarnos” de Dios
en tierra.
Y esta intimidad tan especial y tan profunda que se realiza en la
“comunión eucarística” no puede comprenderse ni vivirse fuera de la
“comunión eclesial”. De este modo, la Eucaristía es fuente de la unidad
eclesial, su máxima manifestación. Y se convierte asimismo en epifanía
de comunión. Se trata de una doble “comunión”: con la jerarquía de la
Iglesia y en la comunión de los hermanos o comunión fraterna.
4.- La Eucaristía es acción de gracias.
La Eucaristía
es acción de gracias y encarnación cotidiana. De la misma etimología de
la palabra “eucaristía” surge su significación como acción de gracias.
En Jesús, en su “sí” incondicional a la voluntad del Padre, están el
“sí”, el “gracias” y el “amén” de la humanidad entera.
La respuesta a esta acción de gracias que es la Eucaristía consiste
en encarnar el proyecto eucarístico en la vida diaria, allí donde se
trabaje y se vive -en la familia, en la escuela, en la fábrica, en las
más diversas condiciones de la vida-. Encarnar el proyecto eucarístico
en la vida de cada día significa también, entre otras cosas, que la
realidad humana no se entiende y no se justifica sin la referencia al
Creador.
5.- La Eucaristía es el origen y el camino de la evangelización y de la misión.
La Eucaristía es Jesucristo, el objeto y sentido de la misión y de la
evangelización. Escribe el Papa: “Los dos discípulos de Emaús, tras
reconocer al Señor, se levantaron al momento para comunicar lo que
habían visto y oído… Cuando uno ha vivido una experiencia auténtica del
Resucitado, alimentándose de su cuerpo y de su sangre, no puede guardar
sólo para sí el tesoro y la alegría sentida. El encuentro con Cristo,
continuamente ahondado en la intimidad eucarística, suscita en la
Iglesia y en cada cristiano, la urgencia de evangelizar y de
testimoniar”.
La Eucaristía nos proporciona no sólo la fuerza interior sino también
-en cierto sentido- el mismo “proyecto” misionero y evangelizador. Y
para ello que sea realidad es necesario que los cristianos asimilemos
los valores que la Eucaristía expresa, las actitudes que inspira, los
propósitos de vida que suscita.
6.- La Eucaristía es escuela de paz y de caridad.
La
Eucaristía es camino de solidaridad, escuela de paz, compromiso de
fraternidad y servicio incondicional a los pobres y necesitados. La
Eucaristía es Jesucristo, el siempre solidario, el príncipe de la paz,
el hermano de los últimos y preteridos de nuestra sociedad. La
Eucaristía es amor, es caridad.
La Eucaristía es siempre expresión de universalidad. El cristiano que
participa en la Eucaristía aprende de ella a hacerse promotor de
comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la
vida. La Eucaristía supone un compromiso activo por la edificación de
una sociedad más justa y más fraterna. La Eucaristía es servicio, es pan
partido, repartido y compartido. La Eucaristía es amor. “Te conocimos,
Señor, al partir; tú nos conoces, Señor, al partir el pan”.
7.- La Eucaristía es el viático y la salud de los enfermos.
Para ellos, para los enfermos, mantiene la Iglesia la reserva del
Cuerpo de Cristo, que se distribuye después a sus hogares, a sus
hospitales, a sus residencias en una de las praxis pastorales más
hermosas y reconfortantes.
La Eucaristía es el Cuerpo glorioso de Jesucristo Resucitado. La
Eucaristía es prenda de vida y de salud eternas. La Eucaristía es el Pan
vivo bajado del cielo para todos los hombres, especialmente para los
necesitados.
La Eucaristía es consuelo en la soledad y en la tribulación. La
Eucaristía es alimento para el camino. La Eucaristía es manantial de
esperanza. La Eucaristía es fuente de gozo. La Eucaristía -el viático-
es salud para los enfermos.
8.- Eucaristía y Misa Dominical.
En la Misa dominical
es donde los cristianos reviven de manera particularmente intensa la
experiencia que tuvieron los apóstoles en la tarde de la pascua, cuando
el Resucitado se les manifestó estando reunidos. En aquel pequeño núcleo
de discípulos, primicia de la Iglesia, estaba en cierto modo presente
el Pueblo de Dios de todos los tiempos. Y desde entonces los cristianos
no pueden, no deben vivir sin el Domingo, sin la Eucaristía.
La Misa dominical es la “celebración en la que la comunidad
parroquial se reencuentra de manera coral, viendo ordinariamente
partícipes también a los diferentes grupos, movimientos y asociaciones
presentes en ella”. Y es que los cristianos no podemos ni debemos vivir
sin el domingo como día del Señor, día de la Iglesia, día de la fiesta,
día del descanso, día de la familia, día de la amistad, día de la
fraternidad, día de la creación, día de la pascua, día de la
bienaventuranza futura, día de los días, el día de la Eucaristía.
9.- María, mujer eucarística, es icono de la Eucaristía.
La
Virgen María, la mujer eucarística, es icono perfecto de la Eucaristía.
Las fiestas eucarísticas constituyen también una ocasión propicia para
ahondar en la íntima relación entre la Eucaristía y María. El encuentro
“con el Dios con nosotros y por nosotros” incluye a la Virgen María.
Ella mantuvo durante nueve meses en su seno a Jesús, que se nos da en la
Eucaristía.
“En la celebración eucarística, de alguna manera, nosotros recibimos
siempre junto al memorial de la muerte de Cristo, también el don de
María que nos hizo el Crucificado en la persona de Juan (… Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo
implica también recibir continuamente este don. Significa tomar con
nosotros -a ejemplo de Juan- a quien una vez nos fue entregada como
Madre. Significa asumir, al mismo tiempo, el compromiso de conformarnos a
Cristo, aprendiendo de su Madre y dejándonos acompañar por ella”.
10.- La Eucaristía, camino de santidad, travesía y alimento de los
santos de todos los tiempos., y camino nuestro hacia la santidad
Los
santos son testigos excepcionales de la Eucaristía y de los frutos de
la vida eucarística. Todo camino personal de santidad ha de recorrer las
sendas de la Eucaristía, su viático y su fuerza para este camino. La
Eucaristía nos hace santos y no puede darse santidad sin Eucaristía: “El
que me coma, vivirá por mi”, dice el Señor.
Por ello, los Papas nos invitan a seguir las enseñanzas de los
santos, los grandes intérpretes de la piedad eucarística. Con ellos la
teología de la Eucaristía adquiere todo el esplendor de la experiencia
vivida, nos contagia y nos enciende” como nos testimonian
inequívocamente San Ignacio de Antioquía, San Tarsicio, San Ambrosio,
San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Catalina de Siena, San
Pascual Baylón, Santa Teresa de Jesús, San Vicente Paúl, Santa María
Micaela, San Pío de Pietrelcina, los Beatos Manuel González y Madre
Teresa de Calcuta o Carlos de Foucauld y tantos y tantos otros santos.
Da click sobre la flechita naranja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU COMENTARIO, PRONTO ESTAREMOS COMUNICANDONOS CONTIGO...
CON AMOR, MARIAM...