" LA GRAN PROSTITUTA " AL DESCUBIERTO
Un libro sobre los mitos comunes acerca de la historia de la Iglesia Católica
- Aleteia -
“Madre de todas las inquisiciones”, “Enemigas de las ciencias”,
“Opresores de las mujeres”. “La Iglesia quiere que los fieles sufran”.
“Los protestantes son más modernos”. “El odio al sexo”. Son algunos de
los diez capítulos que componen el libro “La gran prostituta. Un
decálogo de los mitos más comunes sobre la historia de la Iglesia”, a
cargo de Lucetta Scaraffia y desde ayer en la librería por Librería
Editrice Vaticana. Autoras de los diez ensayos recogidos en la obra son
siete mujeres, “todas historiadoras pero no todas católicas” explica
Scaraffia en la presentación: Sylvie Barnay, Cristiana Dobner, Anna Foa,
Giulia Galeotti, Sandra Isetta, Margherita Pelaja y Lucetta Scaraffia
misma.
Su objetivo es “aclarar desde el punto de vista histórico algunos de los
estereotipos muy difundidos sobre la historia de la Iglesia: no con un
intento apologético, sino un intento histórico de rectificación de los
mitos comunes que hoy parecen haber sustituido a la realidad por lo que
respecta a la historia de la Iglesia, y por tanto, han contribuido a
deformar su identidad pública”.
El título de la obra, “La gran prostituta”, “se refiere al modo
injurioso en el que la Iglesia es denominada desde hace siglos por sus
críticos”. Entre los temas tratados en el libro está la Inquisición, de
la mano de la historiadora hebrea Anna Foa, que en otro ensayo hablará
sobre el antisemitismo; el matrimonio cristiano, presentado por
Margherita Pelaja; el celibato eclesiático, afrontado por L. Scaraffia,
que después explora también el protestantismo, la relación entre ciencia
y fe, y el de la Iglesia con las mujeres, ambos a cargo de Giulia
Galeotti; el tema del sufrimientos y del dolor con firma de Cristiana
Dobner.
Refiriéndose a numerosos libros polémicos que circulan contra el
Vaticano, la historiadora revela que “se multiplican en estos textos,
errores y referencias históricas equivocadas, que se refieren a estos
lugares comunes, inventados, verdades petrificadas que se fundan en
información errónea. Tan difundidas y indiscutibles que quien las recibe
ni siquiera las cuestiona: ya que quién lo lee lo aceptará, “porque
todos saben que es así”.
El trabajo que las siete historiadoras han desarrollado pretende, sin
embargo, “acabar con las opiniones que se fundan en prejuicios, porque
pensamos que sería mejor para todos que el debate sobre los hechos
acaecidos y sobre la tradición teórica de la Iglesia católica se
desarrollase partiendo de un conocimiento compartido de la verdad
histórica. Se limpiaría así el espacio de polémicas y de acusaciones sin
base y se daría la posibilidad de medir efectivamente las ideas y los
valores contrapuestos en un clima de diálogo y de conocimiento
recíproco”.
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