'EL ELEFANTE QUE PERDIÓ EL OJO'
“El de genio pronto, hace necedades, el hombre
artero es odiado.” Prov. 14,17
Dios es tardo para la ira y produce en nosotros paciencia.
Tuvo deseos de beber.
¡Se inclinó sobre el agua, empapó su trompa y…puf!
“¡Qué! ¿Qué?...pero
es lo que…AAAaaaaarrrrrggggghhh ¡perdí mi ojo!”, gritó el elefante lleno de
pánico. Efectivamente, su ojo derecho se había caído al fondo del arroyo.
El mastodonte
pretendió encontrar su precioso globo. Pero no veía casi nada con el ojo que le
quedaba. Entonces, impaciente, agitó su trompa, en todos los sentidos
pretendiendo alcanzar su ojo con la trompa en el fondo del arroyo pero
removiendo tanto el sedimento que el agua se enturbió.
Cuanto más agitaba la
trompa más se movía la arena del fondo, haciendo mucho más difícil encontrar el
ojo. Repentinamente, el elefante se puso a gritar a todo pulmón.
Furioso levantó la cabeza y vio, sobre una
roca al borde del agua una pequeña rana verde que viendo al elefante se reía, y
reía…
“¿Qué encuentras
divertido - le dijo el elefante con rabia a la rana? ¡Perdí mi ojo y ¿eso te
hace reír?!”
La rana respondió:
“Lo que es divertido, es ver lo que haces; ¡Calma, todo irá mejor! La rabia y
la desesperación no te ayudaran.”
El elefante, un poco
avergonzado, siguió el consejo de la rana.
Se calmó y dejó de agitar la trompa.
El agua se volvió a
calmar y poco a poco la arena volvió a caer sobre el fondo. Entonces, elefante
vio su ojo, intacto, lo agarró con la trompa, y se lo volvió a poner en su
sitio sin olvidar agradecerle a la rana verde su sabio consejo.
A menudo hacemos más
difíciles los problemas y dificultades de la vida con la rabia y la
desesperación. Podemos reaccionar o actuar, pero no ambas a la vez. Cuando
reaccionamos nuestra adrenalina aumenta, bombeamos más sangre al cerebro y en
cuestión de segundo nos pensamos cuerdamente. Pero, si respiramos por un
momento, tomamos un poco de distancia para calmarnos, no seremos presa de la
desesperación o la rabia, podremos actuar con cordura.
Tu actitud y la mía
pueden hacer más fácil y grata la solución de las dificultades que cumplen un
propósito: ayudarte a madurar. Aun si la situación es de vida o muerte, piensa
en esto quienes se preparan para servir en emergencias o seguridad ciudadana,
se entrenan diariamente, para actuar prontamente y sin dejar que sus emociones
nublen su juicio. Las dificultades son un campo permanente de entrenamiento
para crecer, para aprender a actuar.
Además si todo lo que
te pasa lo recibes como una oportunidad, con alegría, tendrás más ayuda y con
la serenidad tendrás una visión más clara de tus posibilidades y tus recursos.
La ira resulta de la impaciencia y si no se aprende a dominarla crea tempestades
y solo mayores dificultades.
DIOS CONTIGO
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