jueves, 21 de junio de 2018

EL CUENTO DE HOY 210618


'EL ELEFANTE QUE PERDIÓ EL OJO'
“El de genio pronto, hace necedades, el hombre artero es odiado.” Prov. 14,17
Dios es tardo para la ira y produce en nosotros paciencia.

Un elefante se encontraba al borde de un arroyo. El agua pasaba, clara y cristalina.


Tuvo deseos de beber. ¡Se inclinó sobre el agua, empapó su trompa y…puf!


“¡Qué! ¿Qué?...pero es lo que…AAAaaaaarrrrrggggghhh ¡perdí mi ojo!”, gritó el elefante lleno de pánico. Efectivamente, su ojo derecho se había caído al fondo del arroyo.


El mastodonte pretendió encontrar su precioso globo. Pero no veía casi nada con el ojo que le quedaba. Entonces, impaciente, agitó su trompa, en todos los sentidos pretendiendo alcanzar su ojo con la trompa en el fondo del arroyo pero removiendo tanto el sedimento que el agua se enturbió.


Cuanto más agitaba la trompa más se movía la arena del fondo, haciendo mucho más difícil encontrar el ojo. Repentinamente, el elefante se puso a gritar a todo pulmón.


 Furioso levantó la cabeza y vio, sobre una roca al borde del agua una pequeña rana verde que viendo al elefante se reía, y reía…


“¿Qué encuentras divertido - le dijo el elefante con rabia a la rana? ¡Perdí mi ojo y ¿eso te hace reír?!”


La rana respondió: “Lo que es divertido, es ver lo que haces; ¡Calma, todo irá mejor! La rabia y la desesperación no te ayudaran.”


El elefante, un poco avergonzado, siguió el consejo de la rana.  Se calmó y dejó de agitar la trompa.


El agua se volvió a calmar y poco a poco la arena volvió a caer sobre el fondo. Entonces, elefante vio su ojo, intacto, lo agarró con la trompa, y se lo volvió a poner en su sitio sin olvidar agradecerle a la rana verde su sabio consejo.


A menudo hacemos más difíciles los problemas y dificultades de la vida con la rabia y la desesperación. Podemos reaccionar o actuar, pero no ambas a la vez. Cuando reaccionamos nuestra adrenalina aumenta, bombeamos más sangre al cerebro y en cuestión de segundo nos pensamos cuerdamente. Pero, si respiramos por un momento, tomamos un poco de distancia para calmarnos, no seremos presa de la desesperación o la rabia, podremos actuar con cordura.


Tu actitud y la mía pueden hacer más fácil y grata la solución de las dificultades que cumplen un propósito: ayudarte a madurar. Aun si la situación es de vida o muerte, piensa en esto quienes se preparan para servir en emergencias o seguridad ciudadana, se entrenan diariamente, para actuar prontamente y sin dejar que sus emociones nublen su juicio. Las dificultades son un campo permanente de entrenamiento para crecer, para aprender a actuar.


Además si todo lo que te pasa lo recibes como una oportunidad, con alegría, tendrás más ayuda y con la serenidad tendrás una visión más clara de tus posibilidades y tus recursos. La ira resulta de la impaciencia y si no se aprende a dominarla crea tempestades y solo mayores dificultades.

 DIOS CONTIGO






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