POSTRIMERÍAS
En la religión
católica, las cuatro últimas etapas por las que ha de pasar el ser humano:
muerte, juicio, infierno o gloria. Según el Catecismo de la Iglesia Católica,
muerte, juicio, infierno y gloria: ni más ni menos que lo que espera después de
la vida. Otros sustituyen en esta enumeración el juicio por el Purgatorio (Cap.
3 Art. 12).
©S.S.V.
Muerte:
Dios no ha creado la
muerte, sino que ésta vino por el pecado del hombre y es como su salario, por
eso los hombres no estamos preparados para morir, ya que tenemos deseos de
eternidad y nos repugna la muerte. Pero ésta llegará inexorablemente, y por eso
es mejor prepararse a dar ese paso tan importante, ese salto a la eternidad del
cual dependerá nuestro destino eterno.
La muerte no se puede
esquivar ni posponer, ya que Dios la ha fijado desde toda eternidad y Él sabe
en qué momento sucederá, aunque no lo sabemos nosotros, que siempre tenemos que
estar preparados, viviendo en gracia de Dios y nunca en pecado mortal.
Juicio:
Pero lo más
importante luego de la muerte es el Juicio de Dios, el Juicio particular,
cuando estemos nosotros solos ante la Majestad de Dios, que llevará a juicio
todas nuestras acciones, palabras, pensamientos y omisiones.
Está el juicio
particular que cada uno sufre inmediatamente después de la muerte, y el Juicio
Final, que sucederá al fin del mundo, cuando el Señor resucite a todos los
hombres, desde Adán y Eva hasta el último que haya existido. Terrible momento
ese, donde quedará patente a todo el universo quién era el que estaba en lo
correcto y quién fue el verdadero fracasado.
Infierno:
Y los que mueran en
pecado mortal, inmediatamente serán precipitados en el Infierno eterno, que
como define la Santa Madre Iglesia es “todo mal sin mezcla de bien alguno”.
Pensemos un poco y
hagamos de cuenta que el Infierno sólo fuera un simple dolor de muelas, e
imaginemos que ese dolor de muelas durará por un año. ¡Sería muy duro
soportarlo! ¡Pero si nos enteramos que ese dolor de muelas nos durará toda la
vida, sería terrible! ¡Más tremendo y descabellado sería si ese dolor de muelas
se prolongaría para siempre, para toda la eternidad!
Bueno, pensemos que
el Infierno, que es eterno, no es un simple dolor de muelas, lo cual ya sería
espantoso.
Ojalá estas
consideraciones nos hagan recapacitar y volver al buen camino, haciendo una
sincera confesión con el sacerdote y dejar de lado el pecado que día a día nos
acerca más al Abismo Infernal.
Cielo:
Y el Cielo es, como
lo define la Iglesia Católica: “Todo bien sin mezcla de mal alguno”.
No podemos
imaginarnos lo que es el Cielo. Pero la Virgen ha dicho en uno de sus mensajes
que si los hombres supiéramos lo que es el Paraíso, haríamos “cualquier cosa”
para ir allí.
Y “cualquier cosa”
significa que nos entregaríamos a las más duras penitencias y renuncias,
mortificaciones y sacrificios, con tal de ir al Cielo a gozar de esa Felicidad
que “ni ojo vio, ni oído oyó, ni vino jamás a la mente del hombre”, como bien
lo ha dicho el Apóstol.
DIOS CONTIGO
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