Es necesario que aprendamos a “ver” nuestra vida desde la
perspectiva de Dios; necesitamos NO continuar “viendo” y “viviendo” desde
nuestra corta vista terrenal y relativista. Cuando el Espíritu Santo nos da
esta nueva visión, entonces comenzamos a establecer prioridades enfocadas hacia
los valores eternos del Reino de los Cielos. Es así como obtenemos sobrenaturalmente la certeza de la REALIDAD
eterna de Dios, la certeza de nuestra IDENTIDAD como hijos de Dios, la certeza
de nuestra MISIÓN en el mundo y la certeza de nuestro DESTINO eterno.
Entendemos entonces
que somos como “semillas” escogidas y predestinadas por Dios desde antes
de la creación del universo, desde antes de la fundación del mundo... “semillas” escogidas y predestinadas por
Dios para ser antes sembradas en el plano físico y temporal llamado “tierra”... “semillas” escogidas y predestinadas para
que adquiramos la identidad de hijos de Dios por medio de Jesucristo... “semillas” escogidas y predestinadas para
cumplir una misión específica en la tierra...
“semillas” escogidas y predestinadas para iniciar un proceso germinativo
mientras dure nuestra vida terrenal (formación y entrenamiento para la
eternidad)... “semillas” escogidas y
predestinadas para resurgir con una nueva naturaleza en el Reino Eterno de
nuestro Padre Celestial.
Es necesario que aprendamos a ver nuestra vida desde la
perspectiva de Dios; y hasta entonces todas nuestras motivaciones y acciones
adquirirán un giro correcto en medio de un mundo envuelto en dañinos
espejismos.
Oremos para que así sea...
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en
Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de
su voluntad” Ef. 1,3-5
“Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria
eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo
os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio
por los siglos de los siglos. Amén” 1Pe. 5,10-11
DIOS CONTIGO
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