¿QUÉ ES ADORAR?
Es la relación connatural del hombre con Dios, de la creatura inteligente con su Creador. Los hombres y los ángeles deben adorar a Dios. En el cielo, todos, las almas bienaventuradas de los santos y los santos ángeles, adoran a Dios. Cada vez que adoramos nos unimos al cielo y traemos nuestro pequeño cielo a la tierra.
La adoración es el único culto debido solamente a Dios. Cuando Satanás pretendió tentarlo a Jesús en el desierto le ofreció todos los reinos, todo el poder de este mundo si él lo adoraba. Satanás, en su soberbia de locura, pretende la adoración debida a Dios. Jesús le respondió con la Escritura: “Sólo a Dios adorarás y a Él rendirás culto”.
¿Qué es la adoración Eucarística?
Es adorar a la divina presencia real de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en la Eucaristía.
Jesucristo, al comer la Pascua judía con los suyos, aquella noche en la que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, dando gracias bendijo al Padre y lo pasó a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed todos de él, esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”, al final de la cena, tomó el cáliz de vino, volvió a dar gracias y a bendecir al Padre y pasándolo a los discípulos dijo: “Tomad y bebed todos de él, este es el cáliz de mi sangre. Sangre de la Alianza Nueva y Eterna que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados.”
Él dijo sobre el pan: “Esto es mi cuerpo”, y sobre el vino: “Esta es mi sangre”. Pero, no sólo eso, agrego también: “Haced esto en conmemoración mía”. Les dio a los apóstoles el mandato, “haced esto”, el mandato de hacer lo mismo, de repetir el gesto y las palabras sacramentales. Nacía así la Eucaristía y el sacerdocio ministerial.
Cada vez que el sacerdote pronuncia las palabras consagratorias es Jesucristo quien lo ha hecho y se hace presente su cuerpo y su sangre, su Persona Divina. Porque Jesucristo es Dios verdadero y hombre verdadero. Siendo Jesucristo Dios y estando presente en la Eucaristía, entonces se le debe adoración.
En la Eucaristía adoramos a Dios en Jesucristo, y Dios es Uno y Trino, porque en Dios no hay divisiones. Jesucristo es Uno con el Padre y el Espíritu Santo y, como enseña el Concilio de Trento, está verdaderamente, realmente, substancialmente presente en la Eucaristía.
La Iglesia cree y confiesa que «en el augusto sacramento de la Eucaristía, después de la consagración del pan y del vino, se contiene verdadera, real y substancialmente nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y hombre, bajo la apariencia de aquellas cosas sensibles» (Trento 1551: Dz 874/1636).
La divina Presencia real del Señor, éste es el fundamento primero de la devoción y del culto al Santísimo Sacramento. Ahí está Cristo, el Señor, Dios y hombre verdadero, mereciendo absolutamente nuestra adoración y suscitándola por la acción del Espíritu Santo. No está, pues, fundada la piedad eucarística en un puro sentimiento, sino precisamente en la fe. Otras devociones, quizá, suelen llevar en su ejercicio una mayor estimulación de los sentidos –por ejemplo, el servicio de caridad a los pobres–; pero la devoción eucarística, precisamente ella, se fundamenta muy exclusivamente en la fe, en la pura fe sobre el Mysterium fidei («præstet fides supplementum sensuum defectui»: que la fe conforte la debilidad del sentido; Pange lingua).
Por tanto, «este culto de adoración se apoya en una razón seria y sólida, ya que la Eucaristía es a la vez sacrificio y sacramento, y se distingue de los demás en que no sólo comunica la gracia, sino que encierra de un modo estable al mismo Autor de ella.
«Cuando la Iglesia nos manda adorar a Cristo, escondido bajo los velos eucarísticos, y pedirle los dones espirituales y temporales que en todo tiempo necesitamos, manifiesta la viva fe con que cree que su divino Esposo está bajo dichos velos, le expresa su gratitud y goza de su íntima familiaridad» (Mediator Dei 164).
El culto eucarístico, ordenado a los cuatro fines del santo Sacrificio, es culto dirigido al glorioso Hijo encarnado, que vive y reina con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Es, pues, un culto que presta a la santísima Trinidad la adoración que se le debe (+Dominicæ Cenæ 3).
La Eucaristía es el mayor tesoro de la Iglesia ofrecido a todos para que todos puedan recibir por ella gracias abundantes y bendiciones. La Eucaristía es el sacramento del sacrificio de Cristo del que hacemos memoria y actualizamos en cada Misa y es también su presencia viva entre nosotros. Adorar es entrar en íntima relación con el Señor presente en el Santísimo Sacramento.
Adorar a Jesucristo en el Santísimo Sacramento es la respuesta de fe y de amor hacia Aquel que siendo Dios se hizo hombre, hacia nuestro Salvador que nos ha amado hasta dar su vida por nosotros y que sigue amándonos de amor eterno. Es el reconocimiento de la misericordia y majestad del Señor, que eligió el Santísimo Sacramento para quedarse con nosotros hasta el fin de mundo.
El cristiano, adorando a Cristo reconoce que Él es Dios, y el católico adorándolo ante el Santísimo Sacramento confiesa su presencia real y verdadera y substancial en la Eucarística. Los católicos que adoran no sólo cumplen con un acto sublime de devoción sino que también dan testimonio del tesoro más grande que tiene la Iglesia, el don de Dios mismo, el don que hace el Padre del Hijo, el don de Cristo de sí mismo, el don que viene por el Espíritu: la Eucaristía.
El culto eucarístico siempre es de adoración. Aún la comunión sacramental implica necesariamente la adoración. Esto lo recuerda el Santo Padre Benedicto XVI en Sacramentum Caritatis cuando cita a san Agustín: “nadie coma de esta carne sin antes adorarla…pecaríamos si no la adoráramos” (SC 66). En otro sentido, la adoración también es comunión, no sacramental pero sí espiritual. Si la comunión sacramental es ante todo un encuentro con la Persona de mi Salvador y Creador, la adoración eucarística es una prolongación de ese encuentro. Adorar es una forma sublime de permanecer en el amor del Señor.
Por tanto, vemos que la adoración no es algo facultativo, optativo, que se puede o no hacer, no es una devoción más, sino que es necesaria, es dulce obligación de amor. El Santo Padre Benedicto XVI nos recordaba que la adoración no es un lujo sino una prioridad.
Quien adora da testimonio de amor, del amor recibido y de amor correspondido, y además da testimonio de su fe.
Ante el misterio inefable huelgan palabras, sólo silencio adorante, sólo presencia que le habla a otra presencia. Sólo el ser creado ante el Ser, ante el único Yo soy, de donde viene su vida. Es el estupor de quien sabe que ¡Dios está aquí! ¡Verdaderamente aquí!
¿Cómo establecer la Adoración Perpetua?
La Iglesia a través de documentos magisteriales exhorta, alienta e impulsa la Adoración Perpetua en todas las ciudades o centros urbanos de todo el mundo (Ver Redemptionis Sacramentum, Sacramentum Caritatis, Carta de la Congregación para el Clero del 8-12-2007)
Premisas
Cuando se quiere tener adoración eucarística perpetua en un lugar lo primero es orar por el proyecto y pedir a cuantos conventos de clausura se conozca o haya en la zona, se rece por esa intención.
La Adoración Eucarística Perpetua puede ser iniciada como proyecto parroquial o bien de la ciudad o diocesano. En cualquier caso, su realización se apoya sobre dos pilares: la predicación en las homilías por parte del Misionero, de las Misas festivas y prefestivas, en las que se recogen las adhesiones, y la formación de una estructura organizativa de coordinadores.
Cuando se trata de una parroquia. Las tres condiciones necesarias:
- Un párroco que desee la adoración perpetua
- Una capilla u oratorio consagrado únicamente para la adoración perpetua, con acceso exterior y servicio para la noche.
- Un equipo de parroquianos muy motivados para organizar supervisar la adoración perpetua.
Si tales condiciones se cumplen, entonces poneos en contacto con nosotros. Evaluaremos y propondremos un programa para instaurar la adoración perpetua.
Es de advertir que a menudo obstaculizamos la acción del Espíritu Santo e infravaloramos la respuesta de los fieles. A la objeción común que ya la parroquia tiene algunas horas de adoración y son pocos los que concurren, se la responde con la evidencia que cuando limitamos el número de horas en las que el Santísimo está expuesto, estamos también limitando el número de personas que puedan ir a adorar. Una de las grandes ventajas de la adoración perpetua es que todas las horas y todos los días están disponibles, por lo que resulta más fácil encontrar una hora y un día para adorar.
Por otra parte, debemos contar con la sensibilización hacia la Eucaristía y la adoración que estimula la propia misión y que es el carisma propio de Misioneros del Santísimo Sacramento.
Luego de las predicaciones del primer fin de semana y la consecuente recolección de adhesiones es cuando se puede evaluar la respuesta. En la inmensa mayoría de los casos grandes son las sorpresas por los excelentes resultados obtenidos.
Predicaciones y recolección de adhesiones
Las predicaciones se basan en las Escrituras, fundamentalmente en el Evangelio del día, y en las enseñanzas del Magisterio. Durante la homilía se invita a los fieles que deseen participar con una hora semanal a que rellenen una invitación muy simple. Las adhesiones se recogen en la misma Misa.
Dado que las horas a cubrir son 168 (son las horas semanales y se pide por lo menos una hora a la semana) y la distribución de las horas que serán cubiertas no es uniforme (hay horas, por ejemplo de la noche en las que hay varias personas inscritas y otras de la madrugada en que al comienzo no están cubiertas), es importante saber cuántos fieles concurren en el total de las Misas festivas y prefestivas para alcanzar un número aceptable de adoradores. En general, es necesario ir a más de un lugar para alcanzar a cubrir todas las horas de la semana. Esto, en el caso de la adoración perpetua en una parroquia. Si el proyecto, en cambio, es de la ciudad, entonces se hace necesario ir al menos a las iglesias de mayor asistencia de parroquianos. Por tanto, dependiendo de la cantidad de asistencia a las Misas que, a su vez, determina la cantidad de iglesias a visitar o simplemente de las iglesias que se integran al proyecto, será la duración temporal que va desde el comienzo de las predicaciones hasta la inauguración de la adoración perpetua.
Organización
Requerida para poner en marcha la adoración perpetua, y luego para:
- ayudar a los adoradores a ser fieles a su hora santa de adoración semanal
- cerciorarse que las horas estén siempre cubiertas y la adoración sea sin interrupción.
La siguiente estructura ha demostrado ser la más simple y efectiva:
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La organización reposa totalmente en los 29 fieles laicos (1 Coord. Gral.+ 4 de Turno + 24 Responsables de Grupos Horarios) que se ocupan de supervisar la marcha de la adoración, verificando que el Señor no quede nunca solo, y de formar a los adoradores a ser verdaderos custodios de la Eucaristía.
El Coordinador General es el responsable ante el párroco o el sacerdote consiliario de todo el proyecto y del andamiento del mismo. Es asistido por los cuatro Coordinadores de Turno o franjas horarias, quienes, a su vez, supervisan la labor de los Responsables de Grupo de Hora. Estos últimos son quienes, una vez comenzada la adoración perpetua mantienen contacto directo con los adoradores. Es responsabilidad de los coordinadores el tener una lista de todos los adoradores actualizada y suministrar a cada adorador un elenco, con nombres y teléfonos, de los demás adoradores de su grupo de hora. Esta información es importante para caso de ausencias (ver recuadro)
Cada grupo de hora se compone de todos los adoradores de una misma hora, a lo largo de toda la semana (por ej. el grupo de las 17 horas está compuesto por todos las personas que adoran de 17 a 18 horas, desde el domingo al sábado).
Para un adecuado seguimiento de las asistencias habrá un libro donde los adoradores inscritos se registrarán cada vez que asistan a sus horas santas.
La seguridad de la cobertura de cada hora está vinculada estrechamente a los reemplazos de los adoradores en caso de ausencia.
La siguiente es una guía para el adorador en caso de ausencia:
Reemplazo en caso de ausencia
Verificar primero si hay otro adorador en la misma hora del día correspondiente.
Si no hay ninguno o si la otra persona tampoco asistirá buscar entre conocidos, amigos o parientes quien pueda sustituir.
Si no buscar entre los adoradores de la misma hora de los otros días de la semana para permutar el día.
Otra posibilidad es pedir a un adorador de la hora anterior o bien de la siguiente que haga una hora adicional para cubrir esa ausencia.
En general todo se resuelve en un par de llamadas. Si aún después de aquellos intentos no se encuentra un reemplazo, llamar al Responsable de Grupo de Hora.
Cada Responsable de Grupo de Hora vela para que la hora esté siempre cubierta. Los Coordinadores, en general, y los Responsables de Grupo de Hora, en particular, deben ser quienes mantengan vivo y constante el deseo de atraer nuevos adoradores al Santísimo Sacramento.
Los Responsables de Grupo de Hora se preocupan que cada adorador de su grupo sea fiel a su hora santa de adoración semanal, verificando regularmente el libro de registro de asistencia. Forman a los adoradores en la fidelidad sin la cual no puede haber progreso espiritual. Los alientan a perseverar y los ayudan a encontrar reemplazantes, sobre todo durante el período estivo de vacaciones.
Los cinco Coordinadores (General y los de Turno) -principales responsables de la marcha y desarrollo normales de la adoración perpetua- desarrollan una tarea intensiva antes del inicio de la adoración. Son quienes llaman a las personas que se han adherido rellenando la invitación, para determinar hora y día en el que desean adorar. Luego, van desarrollando los cuadros o grillas teniendo como objetivo inmediato cubrir todas las 168 horas semanales.
Poco antes del comienzo de la adoración perpetua los Coordinadores pasan los datos correspondientes a cada Responsable de Grupo Horario y a partir de ese momento son ellos los contactos directos y principales con los adoradores. Son los que llamarán para la reunión general con todos los adoradores que se tiene siempre antes de la inauguración y para entregarles, ese día de la reunión, la información pertinente a cada adorador (en general es una carta de bienvenida del Obispo; la lista de nombres y teléfonos del Responsable de Grupo y del Coordinador de Turno y de todos los adoradores de la misma hora de toda la semana; una guía que recuerda las normas fundamentales y otros datos de interés y cómo regularse en caso de ausencia; un señala libro con el nombre y la hora y día de adoración de cada adorador).
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