domingo, 14 de noviembre de 2010

ES MAS FACIL QUE PASE UN CAMELLO POR EL OJO DE UNA AGUJA QUE UN RICO ENTRE AL REINO DE LOS CIELOS...

MARIAMCONTIGO.-



La frase “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al Reino de los Cielos” del Nuevo Testamento, específicamente en el evangelio de Mateo siempre ha sido un misterio.

Difícilmente la interpretación es literal, pues es conocido que Jesús tuvo amigos con dinero y poder, por ejemplo, su tío abuelo y seguidor, José de Arimatea, quien además era miembro del Sanedrín. Es el mismo Mateo quien califica a José de Arimatea como un hombre rico.

Posiblemente la ultima cena ocurrió en una propiedad de José de Arimatea, y según la leyenda Jesús fue enterrado en una de sus propiedades.

Por lo tanto se hace dificil creer que Jesús estuviera excluyendo a sus propios seguidores, y aun más dificil que siguieran a alguien que los excluía del del Reino de los Cielos.

Una de las teorías es que en realidad el “ojo de una aguja” no era otra cosa que un acceso a la ciudad de Jerusalén, por cierto, uno muy pequeño, donde los camellos debían agacharse para poder pasar.

Según esta interpretación Jesús no excluye de manera absoluta a los ricos, solamente deja en evidencia lo engorroso y dificil que puede llegar a ser.

La frase "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los Cielos" aparece en el evangelio de Mateo (Mt 19,24). ¿Cómo debemos de interpretar estas palabras de Jesús? Es preciso aclarar antes de nada que Jesús nunca condenó la riqueza ni los bienes en sí mismos. Lo que condena son las   personas cuyo único interés es acumular bienes y dinero para su propia satisfacción, no teniendo presente las necesidades del mundo. Se refiere a las personas con fortunas cuyo corazón está apegado exclusivamente al dinero.

Entre los propios amigos de Jesús estaba José de Arimatea, un hombre considerado rico. También estaba Zaqueo, que tras conocer al Señor cambia su actitud y reparte la mitad de sus bienes. Los ricos también pueden salvarse, obviamente, siempre y cuando hagan un buen uso de sus fortunas. Posibilidades hay muchas, en función del dinero que tengan. Pueden colaborar generosamente con los misioneros del tercer mundo, apoyar económicamente a las ONG de la Iglesia, becar los estudios de seminaristas, dar una importante cantidad de dinero para las obras de una parroquia, ayudar activamente a los conventos que viven de la caridad y la providencia, dar dinero cuando hay grandes catástrofes naturales en países (terremotos, huracanes, guerras, etc.). 


Jesús les dice a los ricos: "No amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socaven y roben. Amontonad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan ni ladrones que socaven y roben. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón". (Mt 6, 19-21). Seas rico o pobre, pregúntate de vez en cuando dónde está tu corazón...

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