MARIAMCONTIGO.-
Al verlo, he pensado en un extraño fenómeno que acontece todos los días en mi habitación. Por la mañana, cuando salgo hacia el trabajo, procuro dejarla en perfecto estado: la cama hecha, los libros ordenados, el baño ventilado, las toallas en su sitio...
Sin embargo, cuando regreso al mediodía o por la tarde, comprendo que algo trascendental ha ocurrido en mi ausencia: unas manos invisibles han convertido el cuarto en el rincón más acogedor de un hogar de familia. No sé lo que ha cambiado: ¿será la luz? ¿el aroma?, la posición de los visillos? ¿Será que ha desaparecido hasta la última mota polvo de las estanterías?
Gracias a esas manos invisibles, (me gustaría besarlas con agradecimiento) sé que mi casa será siempre hogar, y comprendo que yo también debo prepararme el alma para la JORNADA MUNDIAL DE JUVENTUDES. No basta con un lavado superficial: deberé hablar con la Santísima Virgen y pedirle que Ella dé el toque final, que sea la mano invisible que me disponga a recibir la visita del Vicario de Cristo y a acoger en mi alma la Gracia que Dios me tiene preparada.
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