Realmente, Dios es maravilloso y amoroso con sus queridos
hijos. Por eso, desea que le pidamos lo que necesitamos con toda
confianza: Pedid y se os dará (Mt. 7,7). Si vosotros, siendo
malos, dais cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre
celestial dará cosas buenas a quien se las pide! (Mt. 7,11). Dios quiere que le pidamos, pero también quiere que compartamos lo que tenemos para poder darnos el ciento por uno. Cada
uno dé según se ha propuesto en su corazón, no de mala gana ni
obligado, que Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para
acrecentar en vosotros toda clase de gracias, para que, teniendo siempre
y en todo lo bastante, abundéis en toda obra buena
(2Co. 9,7-8).
Dios puede intervenir en los acontecimientos del mundo, de modo
que puede inclinar la balanza al lado de los que le piden ayuda y
protección. Un ejemplo concreto es el caso de santa Clara de Asís.
Como vemos, la oración hecha con fe es capaz de cambiar el
curso normal de los acontecimientos por el poder de Dios, para bien de
los que le aman.
Y ¡cuántas veces Dios detiene el curso normal de las
enfermedades y sana milagrosamente a aquéllos por quienes se reza con
fe! Por eso, podemos decir sin temor a equivocarnos: La oración hecha
con fe realiza milagros. Dios hace milagros cuando se lo pedimos con fe y
amor. Muchos se sanan por sus oraciones o las de sus familiares. Otros
se mueren, porque no hay quien rece por ellos. Muchos lugares de la
tierra se salvan de graves peligros de guerras o epidemias o catástrofes
naturales por la oración de sus habitantes.
DIOS JUNTO A NOSOTROS, PEDID,
PEDID CON FE QUE SE TE OS DARÁ
PAZ Y BIEN
PEDID CON FE QUE SE TE OS DARÁ
PAZ Y BIEN
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