HÁBLAME SEÑOR
¿Alguna vez has escuchado a Dios hablándote?
Quizá me puedas decir que no, es más, aseverar que Él
ni caso te hace cuando tú lo buscas y le hablas.
En la Iglesia hacen falta personas consagradas, pero no solamente sacerdotes y religiosas, sino profetas que animen a sus hermanos a encontrarse con su Padre y Creador. Si bien es cierto nuestros padres quizá no nos consagraron como lo hizo Ana, ni nos presentaron ante un sacerdote para que sirviéramos a Dios desde nuestra niñez hasta el último día de nuestras vidas, ahora, cada uno de nosotros tenemos la capacidad de decirle a Nuestro Señor “ Háblame Señor que tu siervo te escucha, heme aquí Señor, para hacer tu Voluntad.” Pongamos atención…
¿Alguna vez has escuchado a Dios hablándote?
Quizá me puedas decir que no, es más, aseverar que Él
ni caso te hace cuando tú lo buscas y le hablas.
En la Iglesia hacen falta personas consagradas, pero no solamente sacerdotes y religiosas, sino profetas que animen a sus hermanos a encontrarse con su Padre y Creador. Si bien es cierto nuestros padres quizá no nos consagraron como lo hizo Ana, ni nos presentaron ante un sacerdote para que sirviéramos a Dios desde nuestra niñez hasta el último día de nuestras vidas, ahora, cada uno de nosotros tenemos la capacidad de decirle a Nuestro Señor “ Háblame Señor que tu siervo te escucha, heme aquí Señor, para hacer tu Voluntad.” Pongamos atención…
¿Escuchas tu nombre?
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