UNA LLAMADA DE CONVERSIÓN EN VENEZUELA
El Diácono permanente Henry Tovar Mendoza, quien sirve en la Diócesis de
Guarenas, Venezuela, llegó a este ministerio a través de un sinuoso
camino de conversión que lo sacó de la práctica de la brujería y la
adivinación y le concedió el milagro que nunca pudo obtener por *medios
preternaturales*: tener un hijo.
Fuente: GP
Precisamente el anhelo de Henry y su esposa Bárbara por concebir un hijo
los motivó a buscar ayuda en el lugar equivocado: "Bárbara y yo nos
refugiamos en la brujería", narró Mendoza, según informó Religión en
Libertad. El recurso al espiritismo llevó al hombre a convertirse en
médium de un espíritu que se identificaba como "el indio Guaicaipuro" y a
su esposa en médium de una entidad que se presentaba como la "india
Rosa".
A pesar de que su casa se convirtió en un centro de brujería en el
cual realizaban varios tipos de prácticas de adivinación, la pareja
nunca logró tener hijos durante nueve años de superstición y ocultismo.
En 1982, un hombre invitó al espiritista a realizar un Cursillo de
Cristiandad. "Fui en contra de mi voluntad ya que tenía programado un
viaje a Sorte", explicó, al tiempo que comentó que su esposa asistió una
semana después "a regañadientes". El Cursillo de Cristiandad obtuvo en
ellos un efecto notable: renunciaron a las prácticas de brujería. En la
parroquia de Nuestra Señora de Coromoto, ofrecieron al sacerdote
trabajar para Dios.
"Al mes de haber salido del cursillo de cristiandad, el Señor Dios
nos premió con la bendición del embarazo de nuestro primer hijo, José de
Jesús", recordó Mendoza. Tras trabajar con los sacerdotes en las
parroquias, el P. Fernando Moreta lo motivó a formarse y en 1990 fue
ordenado Diácono permanente. "Me ha llenado de mucho entusiasmo haber
casado a mis hijos, sacramentos que igualmente he conferido a mis
sobrinos", afirmó, "además de bautizar y darles la primera comunión a
mis nietos".
DIOS CONTIGO
NOTA
* Son los que están por encima de la naturaleza
humana, pero no por encima de otras naturalezas creadas.
Un ejemplo nos explicará esto. El don de la inmortalidad,
está por encima de la naturaleza humana, pues todo ser material
naturalmente debe morir, pues la materia es de suyo corruptible. Pero
no está por encima de la naturaleza angélica, porque los
espíritus no tienen germen de corrupción o muerte.
La inmortalidad, pues, que es un don natural para el
ángel, es don preternatural para el hombre
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