miércoles, 31 de agosto de 2016

JEROBAM I

PECÓ E HIZO PECAR A ISRAEL
Jeroboam fue el primer monarca del norteño Reino de Israel, tras la muerte de Salomón que condujo a la división de reino de Israel y sus tribus. Gobernó los territorios de diez de las tribus israelitas. Su historia es narrada en el Primer Libro de Reyes. Reinó durante el siglo X  A.C., posiblemente entre 928 y 910 A.C,
Fuentes: Wikipedia | Sermones | bibliehistory | vidas


I. El principio de la historia.

A. Jeroboam era un líder fuerte (valiente, esforzado, activo). 1Rey, 11,28: “Y este varón Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salomón al joven que era hombre activo, le encomendó todo el cargo de la casa de José”.
 
B. Dios le dio el trono. 1Rey. 11,29: “Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo.  30  Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos,  31  y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus”. 


1. Dios iba a romper el reino de la mano de Salomón porque (1Rey. 11,4), “cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David.  1Rey. 11,5:  Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. 1Rey. 11,6:  E hizo Salomón lo malo ante los ojos del Señor, y no siguió cumplidamente al Señor como David su padre”.

2. El profeta Ahías lo repite. 1Rey. 11,33: “por cuanto me han dejado, y han adorado a Astoret diosa de los sidonios, a Quemos dios de Moab, y a Moloc dios de los hijos de Amón; y no han andado en mis caminos para hacer lo recto delante de mis ojos, y mis estatutos y mis decretos, como hizo David su padre”.
 
C. Por causa de esta profecía acerca de Jeroboam dice 1Rey. 11,40: “Por esto Salomón procuró matar a Jeroboam, pero Jeroboam se levantó y huyó a Egipto, a Sisac rey de Egipto, y estuvo en Egipto hasta la muerte de Salomón”.

D. Cuando Roboam, el hijo de Salomón, reinó en el lugar de su padre, el pueblo le pidió que bajara los impuestos (1Rey. 12,4), pero no les escuchó. El menospreció el reino como si no tuviera valor alguno. Lo que este hijo de Salomón hizo fue un acto insensato casi sin paralelo. Entonces Jeroboam era el hombre más prominente y, por eso, como dice 1Rey. 12,20: “aconteció que oyendo todo Israel que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarle a la congregación, y le hicieron rey sobre todo Israel”. De esa manera Jeroboam ascendió al trono. Solamente las tribus de Judá y Benjamín se quedaron con Roboam.
  
E. Todo esto “era designio de Jehová para confirmar la palabra que Jehová había hablado por medio de Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat” (1 Rey. 12,15).
F. Dios prometió bendecir el reino de Jeroboam. A través de Ahías, Dios le había dicho a Jeroboam, “si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te entregaré a Israel” (1Rey. 11,38). Así fue que Jeroboam tuvo la oportunidad de tener un reinado “firme” como lo era el de David.
 
II. Pero Jeroboam no era fiel a Dios.

A. No era fiel porque era mucho más político que religioso. 1Rey. 12,26: “Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David,  1Rey. 12,27:  si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá.  1Rey. 12,28:  Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. 1Rey. 12,29:  Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan.  1Rey. 12,30:  Y esto fue causa de pecado”. 
  
1. Si hubiera sido fiel a Dios, habría tenido la plena seguridad de un reinado firme, pero por su falta de fe en Dios y pensando humanamente, buscó la manera de confirmar su reino.

2. Tantos hombres simplemente no pueden aprender que los caminos de Dios son perfectos y los humanos son muy defectuosos.

B. Por ser completamente profano, no sólo hizo los dos becerros de oro, sino que “Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Lev. 32  Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar”; es decir, instituyó una religión idólatra pero trató de más o menos imitar las prácticas de la ley de Moisés para satisfacer al pueblo.
  
C. Por lo tanto, catorce veces el historiador registra que “Jeroboam, hijo de Nabat, pecó, y ha hecho pecar a Israel”. Tuvo grandes cualidades de liderazgo. Era valiente, esforzado y activo. Era muy popular con el pueblo. Pero ¿a dónde guió al pueblo? 

D. Dice el texto, “Jeroboam … ha hecho”. ¿Qué hizo? ¿Qué logró durante su reinado de 22 años? Pecó … y ha hecho pecar a Israel.

E. Llegó a ser el ejemplo, el modelo, de los reyes desobedientes y rebeldes, pues otros reyes siguieron el ejemplo de Jeroboam. Ha hecho pecar a Israel. Ha hecho pecar a otros reyes.
 
III. Otros ejemplos de los que pecaron (o pecan) e hicieron (o hacen) pecar a otros.

A. Balaam. Ap. 2,14: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”. Véanse Núm. 25,1-3; 31,15, 16. Dice 2Pe. 2,15: “Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad”; es decir, él quería aceptar el dinero del rey Balac para maldecir a Israel, pero cada vez que abrió su boca para maldecirles, habló más bien palabras de bendición, porque él era profeta y Dios estaba con su boca. Fallando eso, entonces enseñó a los moabitas a seducir a los israelitas a cometer fornicación e idolatría con ellos y de esa manera Dios mismo mató a muchos miles de ellos (los israelitas), como explica Núm. 25.

B. Todos los falsos maestros. Mal. 2,8: “Mas vosotros (sacerdotes, v. 1) os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos”. Mt. 15,14: “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo”. En este texto Jesús condena las tradiciones de los hombres (v. 8, 9). Los maestros caen en el hoyo, pero llevan consigo a sus seguidores. Sant. 3,1: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación”.

C. Los líderes infieles hacen que el pueblo peque. 1Sam. 2,22: “Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. 1Sam. 2,23  Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes.  1Sam. 2,24  No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Dios”.

1. ¿Por qué eran así los hijos de Elí? V. 29, Dios dijo a Elí, “has honrado a tus hijos más que a mí”. Pero ¿cómo? 1Sam. 3,13: “porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los reprendió”. 

2. Por lo tanto, Elí compartió la culpa de sus hijos. Los padres que no disciplinan a sus hijos los hacen pecar. Es reacción en cadena: los padres no disciplinan a sus hijos, entonces los hijos son rebeldes y pecan, y hacen pecar a otros (“hacéis pecar al pueblo de Dios”). 

3. El ejemplo malo de los padres “hace pecar” a los hijos. La enseñanza mala o la falta de enseñanza buena “hace pecar” a los hijos. Ef. 6,4: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.

D.  Los que causan divisiones. Hech. 20,30:, “de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”. Rm. 16,17: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”. Para los tales los miembros de la iglesia son pura mercancía. 2Ped. 2,3: “por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas”. 3Jn. 10: Diótrefes “no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohibe, y los expulsa de la iglesia”. Tales hombres pecan y hacen pecar a otros. 

E. Mujeres que usan ropa deshonesta. Mt. 5,28: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Es cierto que el hombre puede codiciar a la mujer más modesta, pero las mujeres que visten ropa indecente provocan a los hombres a codiciarlas. 1Tim. 2,9: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia”. Tales mujeres no “hacen pecar” a los hombres. Hermanas, nunca tengan vergüenza de ser mujeres castas, respetuosas, modestas, como mujeres que profesan piedad.

F.  Mat. 5,32: “Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio”. Desde luego, si ella comete adulterio, ella tiene culpa, pero el que la repudió a no ser por causa de fornicación comparte su culpa.

G. Rm. 14,20: “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come.  21  Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece”. Hay cosas que son inocentes en sí que los cristianos pueden practicar sin pecar, pero si tal práctica hace pecar a otro hermano, es pecado para los dos. 1Cor. 9,19: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número.  1Cor. 9,20:  Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley;  1Cor. 9,21  a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley.  1Cor. 9,22  Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”. Hagamos todo lo posible por no “hacer pecar” a otros. 

H. Mt. 18,6: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.  Mt. 18,7: ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!” Si alguno tropiezo por causa de su propia ignorancia y debilidad, es desastroso, pero es doblemente desastroso cuando alguien causa que otro tropiece.


Conclusión

Jeroboam, Balaam, los hijos de Elí, etc. pecaron y “han hecho pecar” a otros. Es lo que hacen todos los falsos maestros, el que repudia a su cónyuge a no ser por fornicación, y en realidad es lo que hacen todos los que son malos ejemplos para otros.

Lev. 19,14: “delante del ciego no pondrás tropiezo”. Is. 57,14: “Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo”.

D. Satanás obra a través de todos los que se presten para su servicio para hacernos caer, pero todo cristiano debe anhelar ayudar, edificar y salvar almas, y nunca ser tropiezo para otros. Tampoco debemos regocijarnos cuando alguien tropieza: Prov. 24,17: “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes,  Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón”. 1Jn. 2,10: “El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo”.

E. 1Tim. 4,16: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. 2Cor. 6,3: “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo”.

DIOS CONTIGO





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