IGLESIA DEL SEÑOR
PRESIDENTE
Autor: Tenamaxtli | Fuente: Revista Sinarquìa - Mexicanidad, Justicia Social y Espiritualidad
08-30-2005
HISTORIA
Aunque menos
conocida que las sectas disidentes de origen extranjero, en este país actúa
desde 1979 una Iglesia Apostólica Mexicana que no obedece al Papa, sino
exclusivamente al presidente de México. Esta nueva agrupación fue iniciada en
1979 por el excomulgado Obispo Eduardo Dávila de la Garza, quien hasta su
muerte en 1985, ordenó, con la total desaprobación del Vaticano, sacerdotes
que en la actualidad siguen tratando de ganar adeptos, profundizando la obra
del fundador.
La historia de la
Iglesia Mexicana empezó en 1978, un día que el hasta entonces disciplinado
sacerdote católico José Camargo Melo, originario de Tlaxcala, y en ese tiempo
de 36 años de edad; párroco del templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en una
descuidada colonia al oriente del D.F., descubrió que una de las hostias que
había consagrado el día anterior, sangraba profusamente.
¿Milagro o
ilusión? El párroco Camargo se inclinaba a creer en el prodigio, porque no veía
como podía alguien haberlo fraguado. Sin embargo, llevaba apenas 4 años al
frente de aquel templo, y no quería ponerse en ridículo: opto por dejar el
asunto en manos de su jefe inmediato, el Obispo Dávila de la Garza, quien tenía
sus propios motivos para andar con pies de plomo (era hombre de ideas conservadoras,
no simpatizaba con la modernización impulsada en la Iglesia por el Concilio
Vaticano II y, por ello -aunque aún se mantenía obediente a Roma-, ya había
tenido fricciones con sus superiores). Tratando de disipar toda duda, el Obispo
Dávila y el Párroco Camargo mandaron analizar la hostia sangrante, para ver si
aquella mancha roja y viscosa era efectivamente sangre, no superchería, resultó
ser sangre la muestra que enviaron.
Mientras la hostia
sangrante, resguardada en una cajita de cristal, quedó confiada a la custodia
del Párroco Camargo, el Obispo Dávila, no cabía en sí de fervor, remitió al
Vaticano el informe del laboratorio, con recomendación de que el milagro fuera
reconocido y proclamado por la Santa Sede.
Dávila y Camargo
no podían olvidar que la Iglesia suele demorar décadas, aun siglos, para
otorgar sello de aprobación a un supuesto milagro. Pero tal vez esperaban que
la hostia sangrante originara un largo proceso, con visitas de enviados especiales
del Vaticano, audiencias para debatir el caso, exámenes, contraexámenes,
pruebas y contrapruebas, todo con la consiguiente publicidad para la modesta
parroquia capitalina. En cambio, sólo recibieron la orden, seca y tajante, de
quemar la hostia "manchada", y no volver a hablar del asunto.
El Obispo Dávila
de la Garza, seguido en la aventura por una docena de sacerdotes de su
diócesis, entre ellos por supuesto Camargo, rechazó indignado la orden del
Vaticano de destruir la hostia milagrosa. El rebelde fue excomulgado.
Ya como jefe de
una secta disidente, en 1979 Dávila nombró Obispo y segundo al mando al Párroco
Camargo Melo, cuyo templo pasó a llamarse Santuario Eucarístico de Nuestra
Señora de Guadalupe y la Hostia Sangrante. La Iglesia Católica reclamó varias
veces la devolución del local del templo, el cual, como todos en México, es pro
piedad del Estado, pero confiado para su uso y cuidado a dicha organización
religiosa. Ni Dávila ni Camargo atendieron nunca esa reclamación; como
consecuencia, el año pasado, arrestaron a Camargo, acusado de despojo, por haberse
apropiado del templo, usurpación de funciones y apropiación ilegal de las
limosnas que los fieles no escatiman. Se dictó formal prisión a Camargo
saliendo bajo fianza de $5,000,000 que pagaron sus seguidores.
Entre los efectos personales
que Camargo depositó en el reclusorio mientras permaneció preso, se hallaban un
reloj de oro con incrustaciones de brillantes, un anillo de oro y 5 tarjetas de
crédito internacionales; además declaró ser propietario de una casa de tres
plantas, situada cerca del templo, una camioneta Suburbana del año y un buen provisto
guardarropa, todo producto de las limosnas de sus seguidores. El dice que le
debe lealtad solo a Dios y a Carlos Salinas.
"En el principio...la Palabra, pero antes, el Espíritu flotando sobre las aguas..."
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