miércoles, 8 de agosto de 2012

AHORA NO QUIEREN PROVOCAR MARTIRES SINO TIBIOS



PREPARAN EL CAMINO DEL ANTICRISTO

Un comentario que hicieron en una página católica nos ha sorprendido gratamente, dejando un comentario a propósito de la confusión se puede provocar en los fieles con sus vivas a las banderas de la Revolución Francesa.

Al leerlo nos hemos preguntado si hacer del exitismo mundano objeto de la acción católica no será la causa de la depresión, tristeza y abandono que asedia a muchos católicos al no ver ningún resultado práctico.
 
No queremos decir con esto que no haya que esperar resultado alguno, lo cual no sería sobrehumano, como se espera, sino simplemente inhumano; decimos que ver resultados no es el fin: el fin es preparar los caminos del Señor para su Segunda Venida, y encontrarnos más o menos bien vestidos para esa ocasión.

Vamos pues, al comentario:


LA REVOLUCIÓN PERMANENTE

Derivado de que el empleo de la persecución religiosa como vía única no ha dado históricamente todos los frutos esperados y considerando, además, que la sangre de los mártires ha sido siempre semilla fecunda que hace germinar más católicos firmes y decididos a defender su fe, hoy en día el accionar de la Revolución permanente, de la Revolución anticristiana, es distinto: Opera a través de la infiltración ideológica en los mismos creyentes, contaminando la propia ideología católica con los "valores" del relativismo moral y doctrinal, e imponiendo -sutilmente- en la sociedad los principios proclamados en 1789.

Esa Revolución ha evolucionado y hoy -tras el devenir histórico- está más viva que nunca, y se ha infiltrado en todos los ámbitos preparando el gran asalto final por todos los medios -incluida la labor quintacolumnista en la propia Iglesia Católica a la que intenta socavar-.
 
De este modo, programa un asalto interno y externo, ideológico pero también material, donde no sólo el engaño estará operante en lo intelectual sino combinado también con la violencia, buscando aniquilar toda resistencia a sus planes de dominio, siempre en nombre de los "valores" que enarbola -libertad, igualdad y fraternidad-, interpretándolos con su propia filosofía que -en última instancia- pretende hacer del hombre un "dios" y declarar -ahora sí- que el Dios verdadero de los cristianos y su Iglesia han sucumbido sacrificados en nombre de la dizque "diosa-razón" por medio de un sincretismo ideológico, donde cada quien tendrá su propia versión subjetiva de la "verdad", en una gran confederación de falsas religiones y paganismo. El plan está ya a la vista de quien quiera verlo, pues ha dado ya grandes y significativos pasos.

La Revolución anticristiana programa y prepara, así, de manera permanente, unas generaciones "dignas" para cuando arribe -tarde o temprano- el Anticristo.

En nuestras manos está ser envueltos o no en ese programa materialista que exalta el hedonismo, la sociedad secularizada sin Dios, el terrorismo intrauterino contra los no natos, la rectoría antinatal y microabortiva, la libertad de pecar en nombre del pluralismo, el afán de lucro por sobre todo y el control económico; así como también la uniformidad de los criterios mediante la socialización del pensamiento dirigido, manipulado y atrapado por lo que difunden los medios informativos donde la Revolución, sutil pero eficazmente, dictaminará lo que es o no políticamente correcto.
 
Asimismo, la destrucción de la familia natural (con el divorcio, los dizque "matrimonios" gay y las adopciones por parte de homosexuales), la indistinción de los géneros, la libertad para sostener como un "derecho" la difusión, exposición y práctica de cualquier criterio amoral, y la negación de que existan verdades absolutas (paradojicamente afirmando esto como la más absoluta de las verdades).
 
Este programa incluye, además, la relajación de toda costumbre moral (las modas indecentes, el sexo prematrimonial, el amor libre, el adulterio, etc.), la propagación de todo tipo de superticiones (astrología, adivinación, limpias, espiritismo, ouijas, new age, hinduismo, etc.), y, finalmente, hasta llegar al satanismo mismo que actualmente ya está presente en diversos países.

LA SOLUCIÓN

El que es fiel en lo poco, lo será en lo mucho...

¿Cómo escapar a todo esto? Solamente aferrándonos a Cristo y a su Cruz, a la Iglesia Católica Romana y a la verdadera e incontaminada doctrina que Cristo le confió. Apartándonos de los falsos pastores modernistas que adulteran la fe o la moral. Conduciendo a los nuestros por ese único camino estrecho que nos llevará a la salvación si permanecemos fieles hasta el final.
 
No cediendo un ápice al programa revolucionario, pues si se llega abrir un tanto la puerta, éste se colará poco a poco, imperceptiblemente, de manera que finalmente todo lo envolverá en mayor o menor medida. ¡Al hacerlo así, inicialmente pasará inadvertido!. Todo es cuestión de tiempo y nadie está exento. Finalmente se acaba -con los años- cediendo a lo que jamás se supuso. Todo es cuestión de empezar a contemporizar con lo que parecía de poca monta. No lo hagamos porque el que es, primero, infiel en lo poco, terminará siéndolo en lo mucho. No nos separemos nunca de Cristo. Finalmente el triunfo será suyo, pues las puertas del infierno no prevalecerán contra su Iglesia. 
 
 

Ojalá que nosotros, al igual que estas religiosas, estemos siempre en la disposición de dar todo por Cristo-Dios, sea esto lo que sea, incluso la vida misma.
 
Pidamos a Dios la gracia de serle fieles siempre y no contemporizar nunca con esa Revolución permanente, esa Revolución anticristiana que programa apartarnos eternamente de Él.

En nosotros está no permitirlo nunca.

Crux Stat Dum Volvitur Orbis




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