De la diversidad de dones en la Iglesia
"Nunca
se cansa el alma enamorada de mi verdad de ser útil a todo el mundo en
general y en particular, en lo poco y en lo mucho según la disposición del
que recibe y del ardiente deseo del que da. Pues éste ha hecho el bien a los
demás por el amor unitivo que me tiene a mí y por ello ama a los demás,
extendiendo su afecto a la salvación de todo el mundo, socorriendo su
necesidad. Se las ingenia, pues se ha hecho bien a si mismo en engendrar la
virtud en él, de donde ha conseguido la vida de la gracia, para fijar sus ojos
en las necesidades del prójimo en particular. Del mismo modo que, como se dijo,
en general se ama a toda criatura racional con el afecto de caridad, así se
socorre también en particular a quienes se hallan más cercanos de acuerdo con
las diversas gracias que yo le he concedido administrar; (1 Co 12, 4-6) unos,
en la enseñanza con la palabra, aconsejando con franqueza y sin respeto alguno;
otros con el ejemplo de vida, y esto es lo que todos deben hacer: edificar al
prójimo con buena, santa y honesta vida.
Estas y otras muchas otras virtudes que no podrías enumerar son las que se engendran en el amor al prójimo. ¿Y por qué yo las he distribuido tan diversamente que no las he dado todas a uno solo, sino que a uno le doy una y a otro otra diversa? Aun suponiendo que nadie puede tener una sola sin tenerlas todas, puesto que todas están unidas entre sí, no obstante, muchas veces doy una virtud como principio de todas las demás.
Y así a uno le daré principalmente la caridad; a otro la justicia; a quién la humildad; a quién la fe viva; a otros la prudencia, la templanza, la paciencia, o a otros la fortaleza. Y así, muchos dones y gracias tanto de virtud como de otras cosas espirituales y corporales, y digo corporales refiriéndome a las cosas necesarias a la vida del hombre, todas las he dado con tanta diferencia y no las he puesto todas en uno, para que así estéis por fuerza obligados a ejercer la caridad unos para otros, aunque bien habría podido proveer a los hombres de todo lo que necesitaban tanto en el alma cuanto en el cuerpo; pero quise que uno tuviera necesidad del otro y así fuesen administradores míos en administrar las gracias y dones que han recibido de mí. Así que, quiera o no el hombre, no puede menos de ejercer forzosamente el acto de la caridad. Es cierto, empero, que si no la ejerce y no la da por amor de mí, ese acto de caridad no tiene valor en cuanto a gracia".
Del Diálogo de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora (c.7, ed. G. Cavallini Roma, 1968, p. 8-19).
“Alegraos
en el Señor siempre; lo repito: alegraos. Que vuestra bondad sea notoria a
todos los hombres. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna, sino
más bien en toda oración y plegaria presentad al Señor vuestras necesidades con
acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás,
hermanos, considerad lo que hay de verdadero, de noble, de buena fama, de
virtuoso, de laudable; practicad lo que habéis aprendido y recibido, lo que
habéis oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con vosotros.” San Pablo
en su carta a los Filipenses 4, 4-9vs.
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