“¡…EL HIJO DE DIOS VINO A DESTRUIR LAS OBRAS DEL DIABLO!”
1 Jn 3,8
¿Has visto alguno de esos programas de la TV donde se aparece el policía, sorprende al criminal y le dice: ‘Te pillé’, luego le pone las esposa y le lleva la cárcel? Pues eso mismo hizo Jesús con satanás. La palabra “destruir” del versículo de arriba implica “deshacer” o “venirse abajo”. Es como el cemento que se resquebraja y entonces se cae la pared; o como el carrete que se queda sin hilo, de manera que cuando se va a usar la prenda, ésta se rompe porque no está bien cosida. ¿Cómo quieres luchar contra satanás? ¿Con la fuerza de tu intelecto o con el poder de la Palabra de Dios? ¿Haciendo tu voluntad o conociendo la voluntad de Dios y obedeciéndola? Si prendes la luz de una habitación oscura donde hay cucarachas, éstas corren a esconderse inmediatamente. ¡Pero si lo único que hiciste fue encender la luz!
Todo muro que satanás construye para mantenerte encerrado se viene abajo cuando es expuesto a la luz de la Palabra de Dios. Ahí la estratagema de satanás se desintegra a gran velocidad, puesto que la luz viaja a 186.000 millas por segundo. El arma más eficaz del diablo es tu ignorancia de la Palabra de Dios. Por eso tratará de impedirte que leas la Biblia mucho más que cualquier otra cosa. Jesús dijo: “…Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Jn 8,32). La verdad por sí sola no te hace libre; es “conocerla”, aferrarte a ella en momentos de dificultad y confiar
en que Dios hará lo que ha prometido. Esas cosas te permitirán no sólo
sobrevivir a los ataques de satanás, sino también tener victoria sobre
él.
“…CONOCERÉIS LA VERDAD, Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES”
Jn 8,32
Satanás es un mentiroso, pero Jesús es la Verdad. Cada vez que haces que Jesús intervenga en una situación determinada, satanás es desenmascarado y sus planes para tu vida son expuestos y frustrados. Las Escrituras se refieren a satanás como “tinieblas” y a Jesús como “luz”.
En el momento que aparece la luz, se desvanece la oscuridad. Por ello, tu mayor empeño no debe ser vencer al maligno, sino acercarte más a Jesús para que tu voluntad y tu vida estén en consonancia con Su voluntad y Su Palabra. En lugar de quedarte caído, recibiendo los ataques y diciendo: ‘No hay nada que se pueda hacer’, levántate en fe y proclama: “Satanás, está escrito…” Eso mismo fue lo que hizo Jesús en el desierto cuando se enfrentó a un grado de tentación al que ninguno de nosotros estaremos nunca expuestos. La Biblia dice: “El diablo entonces lo dejó, y vinieron ángeles y lo servían” Mt. 4,11.
No hace mucho tiempo que observamos cómo banqueros y agentes de bolsa usaban el dinero de los usuarios, lo perdían y luego volvían de nuevo diciendo: ‘Aquí tenemos un nuevo plan, inviertan en él.’ Pero ahora ya estamos escarmentados, y ya no creemos que algo es una buena inversión sólo porque ellos lo digan. Así ocurre en la vida espiritual. Cuando conoces la Palabra de Dios y la usas como tu arma, los muros de satanás se derrumban, los planes que él tiene para ti se frustran y sus artimañas se desmoronan. Cuando entiendes quién eres en Cristo, eres un contrincante superior al diablo y éste no podrá controlar tu vida.
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