martes, 28 de agosto de 2012

NO SOMOS OBJETOS SEXUALES


Imágenes Google-Arreglos MariamContigo

EL HOMBRE Y LA MUJER SON OBJETOS SEXUALES
Fuente: Arquidiocesis de Medellín-Colombia


Martín era un joven de dieciocho años  que no sabía como orientar su vida. Sin educación, sin formación, todo era para él un caos. A eso se le agregaba una salud deficiente, fruto de la deficiente alimentación. 
 
Pero ese hombre sentía un  profundo respeto al Dios que le inculcó su madre  y por eso consideraba que la vida tenía un sentido, que había una misión que cumplir y que ésta se realizaba sólo en familia. 

Un día encuentra una bella y joven mujer que le llena todas sus expectativas, pero tenía un obstáculo: nada podía ofrecerle a nivel material, sólo su amor, y de amor, únicamente, no vive nadie. 

Surge en su vida una meta que lo llena de ilusión. Emprende su lucha para obtener los medios económicos y, con trabajo e inspiración, en pocos años logra formar un pequeño capital para ofrecerle a esa bella mujer una  estabilidad. Se casa con ella, cumple fielmente su compromiso: fidelidad, respeto, amor y constancia; y con estos cuatro elementos llega a la meta que se había trazado. Hoy está realizado en todos los aspectos de su vida.
En la Carta de Pablo a los Gálatas (6,8), se ve reflejado el Espíritu Santo  que se ha derramado en Martín por la acción evangelizadora de su mamá,  cuando nos dice:  Lo que cada uno siembre, eso cosechará . El que siembra en la carne, de la carne cosechará corrupción, el que siembra en el Espíritu cosechará vida eterna, el Espíritu es el que da vida, la carne no vale nada

Dios quiere que el hombre  y la mujer participen en la creación del mundo. Por eso en el libro del Génesis 1,28 se nos dice “Procread y multiplicaos…”. 

El Papa Juan Pablo II afirmaba: La fecundidad  es el fruto del amor conyugal, es testimonio vivo  de la entrega plena y recíproca de los esposos

Desde el principio, la mujer y el hombre  han tenido igual dignidad, es  hora de que los jóvenes, al contraer matrimonio, resalten el valor de la  mujer, la respeten, la mimen.  Porque la bendición más grande que Dios le ha dado al hombre es la mujer; representadas primero en la Virgen María, luego en las madres, y por último, en nuestra mujer, madre de nuestros hijos.   

Cuando las relaciones sexuales se realizan con amor y son abiertas a la vida adquieren pleno sentido según el plan de Dios. Se siente el placer de ser padre y madre, y de cumplir la misión que se nos ha encomendado. 

En conclusión: el papel de los jóvenes es trascendental en el futuro de la familia y de la Iglesia, estamos seguros que asumirán seriamente el papel de padres y madres para su propia realización y para gloria de Dios. 

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