1. A las almas
consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.
2. Daré paz a
sus familias.
3. Las
consolaré en todas sus aflicciones.
4. Seré su
amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la
muerte.
5. Derramaré
bendiciones abundantes sobre sus empresas.
6. Los
pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano de la misericordia.
7. Las almas
tibias se harán fervorosas.
8. Las almas
fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré
las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón se exponga y sea honrada.
10. Daré a los
sacerdotes la gracia de mover los corazones más empedernidos.
11. Las
personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y
jamás será borrado de él.
12. Yo prometo
en el exceso de misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá
a aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos... la gracia de
la Penitencia final; ellos no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los
Santos Sacramentos, siéndoles mi Corazón refugio seguro en aquella hora
postrera.
PARA CONSAGRARNOS AL CORAZÓN DE JESÚS, DIGAMOS:
Yo, N. N., me dedico y consagro al Sagrado Corazón
de Nuestro Señor Jesucristo; le entrego mi persona
y mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos,
para no querer ya servirme de ninguna parte de mi ser
sino para honrarle, amarle y glorificarle. Ésta es mi
irrevocable voluntad: pertenecerle a Él enteramente
y hacerlo todo por amor suyo, renunciando de todo
mi corazón a cuanto pueda disgustarle. Te tomo,
pues, Corazón divino, como único objeto de mi amor,
por protector de mi vida, seguridad de mi salvación,
remedio de mi fragilidad y mi inconstancia, reparador
de todas las faltas de mi vida, y mi asilo seguro
en la hora de la muerte. Sé, pues, Corazón bondadoso,
mi justificación para con Dios Padre, y desvía de mí
los rayos de su justa indignación. Corazón amorosísimo,
en ti pongo toda mi confianza, porque, aun temiéndolo
todo de mi flaqueza, todo lo espero de tu bondad. Consume,
pues, en mí todo cuanto pueda disgustarte o resistirte.
Imprímase tu amor tan profundamente en mi corazón, que no
pueda olvidarte jamás, ni verme separado de ti. Te ruego
encarecidamente, por tu bondad que mi nombre esté escrito
en ti. Ya que quiero constituir toda mi dicha y toda mi gloria
en vivir y morir llevando las cadenas de tu esclavitud.
Así sea.
La consagración es un pacto que hacemos con Jesús. Él nos dice: "Cuida tú de Mi honra y de Mis cosas; que Mi Corazón cuidará de ti y de las tuyas."
DIOS CONTIGO
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