LA BODA DE CANÁ DE GALILEA
Autor: José Barros Guede es sacerdote incardinado en la archidiócesis castrense
de España. Es coronel capellán, ya retirado. Está licenciado en
Teología y en Derecho Civil. Fue abogado en ejercicio y escritor. Reside
habitualmente en A Coruña.
San Juan evangelista refiere: “Había un boda en Caná de Galilea. Su
madre estaba allí. Jesús y sus discípulos son invitados a la boda. Faltó
el vino. Su madre le dice no tienen vino. Jesús le responde: A mí y a
ti qué, mujer, todavía no ha llegado mi hora. Su madre le dice a los
sirvientes: Haced lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra
para las abluciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús
les dice: Llenad esas seis tinajas de agua. Ahora, llevadlo al
mayordomo, quien al probarlo sin saber que era agua convertida en vino,
dice al esposo: Todos sirven primero el vino bueno y cuando están
bebidos sirven el peor, pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora”
(Jn. 2,1-12). Estos seiscientos litros de agua convertidos en exquisito
vino fue el primer milagro que Jesús hizo a ruego de su madre María.
En Palestina la boda matrimonial judía de un varón y de una mujer no
era un contrato religioso y público, sino un asunto totalmente privado
entre dos familias. El padre del esposo o el esposo mismo elige la
esposa logrando el consentimiento de su padre y pagándole un precio por
su hija. La edad casadera para la mujer era de 12 años y para el varón
de 13, pero por regla general se casaban ambos a los 18 años. Una vez
que el padre del esposo o bien el mismo esposo pagaba el precio de la
esposa, ésta pasaba a ser propiedad suya y quedaba casada al entrar en
casa del esposo.
El fin de la boda matrimonial judía era procrear hijos a poder ser
varones. Tener mucho hijos era una bendición de Dios y el no poder
tenerlos era una desgracia grande para la mujer, de tal manera, que la
Ley mosaica ordenaba el levirato que consistía que la viuda que no
tuvo hijos con su marido difunto debe casarse con su cuñado soltero para
tenerlos.
La Ley mosaica permitía la poligamia, pudiendo el varón poseer dos
mujeres según enseña el Dt. 21,15, incluso, poder tener más según el
poder económico, como era el caso del rey David: “Tomó más concubinas y
mujeres de Jerusalén, después de venir de Hebrón y le nacieron hijos e
hijas” (2Sm. 5,13), o como es el caso del rey Salomón: “Amó a muchas
mujeres extranjeras, además de la hija del Faraón, apegándose a ellas
por amor. Tuvo seiscientas mujeres con rango de princesas y trescientas
concubinas” (Re. 11, 1-3). Así mismo establecía el repudio de la mujer
casada por parte del esposo por cualquier causa.
Pero Jesús de Nazaret dirá a los fariseos: “Moisés, teniendo presente
la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres,
pero al principio no fue así. Ahora bien, quien repudie a su mujer,
salvo en caso de fornicación, y se case con otra comete adulterio” (Mt.
19, 8-9). Dirá también a los discípulos que le preguntaron sobre el
divorcio y el repudio: “Si uno repudia a su mujer y se casa con otra
comete adulterio contra la primera, y si ella repudia a su marido y se
casa con otro comete a adulterio” (Lc. 10,10-12).
Entre el texto de Mateo y el de Lucas citados hay una notable
diferencia. Mientras el texto de Mateo permite al marido repudiar a la
mujer en caso de fornicación y no cometer adulterio al casarse con otra,
el texto de Lucas no lo permite, sino que expresa que si el marido
repudia a la mujer y se casa con otra o la mujer repudia al marido y se
casa con otro hombre, comenten adulterio. La Iglesia católica siempre
sostuvo la doctrina expresada por Lucas. De allí que declarara la
indisolubilidad del matrimonio por divorcio. Sin embargo, la Lumen Fidei
del papa Francisco enseña: “El matrimonio es la unión estable entre un
hombre y una mujer”. Sustituye la palabra indisoluble por la palabra
estable.
Las bodas judías solían durar varios días de fiesta. La esposa iba
elegantemente vestida de manos de sus amigas y parientes, con una corona
en la cabeza, el rostro muy preparado, con los ojos muy
resplandecientes, los cabellos y las uñas pintados, cargada de collares,
brazaletes y otros adornos, que en la mayoría de los casos eran
prestados y sin valor. El esposo, coronado y rodeado de amigos, iba al
caer de la tarde a la casa de la esposa a recogerla para llevarla a su
propia casa.
La esposa le recibía en su casa rodeada de amigas provistas de
lámparas prorrumpiendo en aclamaciones al llegar el esposo. Se
organizaba un cortejo desde la casa de la esposa a la casa del esposo en
el que participaba todo el pueblo con luminarias, cantos, danzas y
gritos de júbilo; y los rabinos interrumpían sus lecciones sobre la Ley
mosaica en las escuelas saliendo con sus discípulos a felicitar a los
esposos.
En la casa del esposo se celebraba la fiesta matrimonial con cantos y
discursos de congratulación y de augurio feliz en la que no faltaban
ciertas alusiones graciosas y chistosas, sobre todo, cuando ya los
comensales estaban un poco bebidos, dado que durante el resto del año
llevaban una vida dura, austera y trabajosa. En estas fiestas, las
familias de los esposos solían poner vinos especiales guardados desde
mucho tiempo para estas ocasiones.
El poblado de Caná de Galilea quedaba a tres o cuatro kilómetros de
Nazaret en el camino que Jesús de Nazaret hacía para ir al lago de
Galilea y a Cafarnaún. Seguía por los Cuernos de Hitin y descendía a
orillas de dicho lago y a dicho poblado. De Caná de Galilea eran los
apóstoles Tomás y Simón, el Celotas. Este último llamado así por haber
pertenecido anteriormente a dicho partido político, partidario de usar
las armas para liberar al pueblo de Palestina de la dominación del
imperio romano y de adorar solamente a Yahvé.
Hoy día, Cana de Galilea está comunicada por una carretera que va
desde Nazaret a la ciudad de Tiberias, cuyos habitantes son de mayoría
musulmana. Sin embargo conserva cuatro templos, uno de la Iglesia
católica custodiado por los religiosos franciscanos, otro de la Iglesia
ortodoxa, otro de la Iglesia católica griega y otro dedicado a al
apóstol santo Tomás, de donde era oriundo.
Según la tradición, el templo actual de la Iglesia católica está
construido sobre otros dos templos destruidos, uno del siglo IV y otro
posterior de los Cruzados en el siglo XII, los cuales, a su vez, se
hallaban levantados sobre la casita y lugar donde se celebraron las
bodas a las que asistió Jesús de Nazaret, su madre María y sus
discípulos. En su interior hay una enorme jarra romana del siglo I para
agua que nos da idea de la que Jesús utilizó para convertir el agua en
vino. Muchas parejas cristinas vienen a este lugar y templo han celebrar
sus bodas y muchos peregrinos vienen a beber agua de la fuente de la
cual Jesús de Nazaret mandó sacer agua para convertirla en excelente
vino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU COMENTARIO, PRONTO ESTAREMOS COMUNICANDONOS CONTIGO...
CON AMOR, MARIAM...