"NAVEGA MAR ADENTRO" SUELTEN LAS AMARRAS...
El título "Navega mar adentro" está tomado del evangelio de Lc. 5,
3-4 donde se relata que "Jesús subió a una de las barcas, que era de
Simón y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó y
enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a
Simón: ‘Navega mar adentro y echen las redes’".
Autor: Eduardo A. González
"Navega mar adentro" actualiza las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización de 1990 con una breve Introducción, cinco capítulos y una Conclusión que se comentan en varios números de Vida Pastoral.
La Introducción (1-2) reconoce la vigencia de las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización
(cuya 5ª edición acaba de ser publicada por la Oficina del Libro de la
Conferencia Episcopal). Presenta, también, el contenido y la estructura
del nuevo documento de 60 páginas y 99 números.
En el Capítulo 1, "El Espíritu que nos anima",(3-20)
se pone en primer lugar la acción del Espíritu Santo porque, según lo
señalara Pablo VI, "no habrá nunca evangelización posible sin la acción
del Espíritu Santo" (Evangelii nuntiandi, 75).
El capítulo 2, "Desafíos" agrupa cinco
cuestiones recogidas en la Consulta al Pueblo de Dios y en la Encuesta
Gallup (realizadas en el 2000): "El desafío radical y englobante que
queremos asumir en la Argentina es la profunda crisis de valores de la
cultura y la civilización en la que estamos sumergidos"(23). De allí se
desprenden: la búsqueda de Dios (29-33); el escándalo de la pobreza y la
exclusión social (34-39); la crisis del matrimonio y la familia (40-44)
y la necesidad de mayor comunión (45-48). (Un avance de estos desafíos
se encuentra en Vida Pastoral 241, mayo-junio, 2003, pag. 4).
El capítulo 3, El Contenido de la Nueva Evangelización,
presenta el núcleo evangelizador destacándolo con el uso de letras
mayúsculas: "Jesucristo resucitado nos da el Espíritu Santo y nos lleva
al Padre. La Trinidad es el fundamento más profundo de la dignidad de
cada persona humana y de la comunión fraterna" (50-51). De este núcleo
evangelizador brotan seis dimensiones o perspectivas de gran riqueza
teológica y pastoral:
a) "En Jesucristo brilla una feliz noticia" (52-53);
la Iglesia, pues, centra su atención evangelizadora en el Crucificado y
Resucitado.
b) "Cristo es el rostro humano de Dios: Padre, Hijo y
Espíritu Santo" (54-55) por consiguiente, la tarea evangelizadora es un
llamado a participar en la vida y en la comunión de la Trinidad.
c) "Cristo es el rostro divino del hombre: la
dignidad de todo ser humano" (56-57); por eso el Hijo de Dios nos
manifiesta la dignidad sagrada de cada persona.
d) "El rostro doliente y resucitado de Cristo es el
rostro del hombre sufriente" (58-59) por lo tanto hemos de descubrir a
Jesús en aquellos con los que él quiso identificarse.
e) "La comunión eclesial, nacida del corazón de
Cristo, es reflejo de la Trinidad" (60-64) y la Iglesia es llamada a
reflejar la comunión que brota del Dios Trino.
f) "La comunión de la Trinidad fundamento de nuestra
convivencia social" (65-68), de tal manera que puede decirse que la
Santísima Trinidad es fuente, modelo y fin de todos los vínculos que
pueden establecerse en las relaciones humanas.
En el Capítulo 4, Criterios Pastorales Comunes(69)
se busca establecer un estilo evangelizador común centrado en la
"pastoral ordinaria y orgánica diocesana" (70-72), delineando "un camino
integral de santidad" (73-74), donde son "todos sujetos y destinatarios
de la tarea evangelizadora" (75-77) que actúan respetando un
"itinerario formativo gradual" (78-79).
En el Capítulo 5, las "Acciones destacadas" son propuestas en torno a tres ejes: la comunión, la misión y el servicio. Parten de reconocer
la primacía de la gracia en una pastoral orgánica centrada en la
santidad, en conexión con el capítulo inicial sobre el Espíritu que nos
anima (80-82). Esas propuestas son: "hacer de la Iglesia casa y escuela
de oración" (83-89), reconociendo que se ha de "acompañar a todos los
bautizados hacia el pleno encuentro con Jesucristo" (90-94), haciéndose
así la "Iglesia servidora para una sociedad responsable y justa"
(95-97).
La Conclusión es una invitación a que Naveguemos mar adentro nutridos por la Palabra y reconfortados en el banquete de la Eucaristía (98-99).
Comentando el capítulo I: "El Espíritu que nos anima"
El último capítulo de la Evangelii nuntiandi afirma
que "no habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu
Santo [...] Nosotros vivimos en la Iglesia un momento privilegiado del
Espíritu. Por todas partes se trata de conocerlo mejor, tal como lo
revela la Escritura. Uno se siente feliz de estar bajo su moción. Se
hace asamblea en torno a El. Quiere dejarse conducir por El. Ahora bien,
si el Espíritu de Dios ocupa un puesto eminente en la vida de la
Iglesia, actúa todavía mucho más en su misión evangelizadora. No es una
casualidad que el gran comienzo de la evangelización tuviera lugar la
mañana de Pentecostés, bajo el soplo del Espíritu. Puede decirse que el
Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización" (Evangelii
nuntiandi,75).
Después de señalar esta acción evangelizadora del
Espíritu Santo, Pablo VI se detiene a considerar la persona misma de los
evangelizadores, para que su testimonio brille por la búsqueda de la
unidad y de la reconciliación, en un constante servicio a la verdad y
animados por un amor que es "mucho más que el de un pedagogo; es el amor
de un padre; más aún, el de una madre" (Evangelii nuntiandi,79).
Inspiradas en estos textos las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización
señalaban en su tercer capítulo: "entendemos por espíritu de la
evangelización nueva, las actitudes que han de presidir y orientar a los
agentes evangelizadores y a toda la Iglesia en la Argentina, para
llevar adelante esta misión" (Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización,33).
De inmediato se propone el cultivo de tres actitudes que brotan de un
celo evangelizador más vivo y entusiasta: un mayor ardor misionero,
acrecentando la unidad de la Iglesia y suscitando una fe personal,
porque surge "en el corazón del hombre la respuesta libre que sólo puede
provocar el Espíritu.( Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, 36).
"Navega mar adentro", al igual que Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización,
propone el tema del Espíritu Santo como portal inaugural de todo el
documento: "El Espíritu Santo que nos anima es el mismo que impulsó a
Jesús..."(3); "Como Iglesia nos preguntamos cuáles son las notas de la
espiritualidad que ha de animar esta nueva etapa misionera en nuestra
Patria. Dicho de otro modo, cómo los bautizados debemos traducir la vida
del Espíritu para contagiar la alegría de la salvación de Cristo en la
Iglesia y en el mundo" (4).
Las características del espíritu evangelizador
¿Cuál es el anuncio que necesita quien sufre la
angustia existencial de las búsquedas insatisfechas o los desencuentros
que sumergen en la soledad y la desilusión?; "...cuando la vida se
siente como un caos, cuando ya no hay un Padre a través del cual
sentirnos hermanos, el sacrificio pierde el fuego del que se nutre"
(Ernesto Sábato)
"Dios es amor" –el mensaje de 1Juan 4, 8– lleva a la
experiencia de ser "amados por Dios" (título del n. 5) y reconocer
juntos el amor del Padre porque el Espíritu nos hace capaces de
contemplar el rostro de Jesucristo que nos llama a vivir en la amistad.
De aquí brota un auténtico espíritu de esperanza que
ayuda a encontrar la semilla del Reino aún en la oscuridad de las
situaciones conflictivas (7-9).
"La espiritualidad evangelizadora está marcada por un
intenso amor a cada persona" (11) que se expresa en una vivencia de
encuentro con "entrañas de misericordia" (título del n. 10) que no es
ingenuidad ni facilismo, porque puede convertirse en indignación por la
injusticia y en denuncia profética.
La "mística de la comunión" que parte de la oración
de Jesús por la unidad (12-14) se expande "con fervor y audacia
misionera (15-16).
Aquí conviene mencionar que "la oración de Cristo nos
recuerda que este don de la unidad ha de ser acogido y desarrollado de
manera cada vez más profunda... La confianza de poder alcanzar, incluso
en la historia, la comunión plena y visible de todos los cristianos, se
apoya en la plegaria de Jesús, no en nuestras capacidades" (Novo Millenio Ineunte,
48). Así se abre una perspectiva de espiritualidad ecuménica junto a
los cristianos y cristianas de otras Iglesias y comunidades. "La clave
de la espiritualidad de comunión para la Nueva Evangelización es el amor
fiel y perseverante, vivido en la pastoral ordinaria" (19) y en la
"entrega cotidiana" (17).
La mención al Espíritu Santo y a la "espiritualidad
de comunión misionera" vuelve a aparecer en el comienzo de cada uno de
los capítulos posteriores, ya sea para descubrir lo positivo en los
desafíos del presente momento histórico (Capítulo 2), para centrar la
mirada en Jesucristo, Evangelio del Padre (Capítulo 3), para realizar la
comunión de la Iglesia en Argentina con los criterios pastorales
comunes (Capítulo 4) y reconocer el primado de la gracia en la vida
apostólica (Capítulo 5).
La Conclusión es un memorial del Pentecostés que
mantiene su vigencia en cada etapa de la historia. "El mandato misionero
nos introduce en el tercer milenio invitándonos a tener el mismo
entusiasmo que los cristianos de los primeros siglos. Para ello contamos
con la fuerza del Espíritu que fue enviado en Pentecostés y que hoy nos
impulsa a partir animados por la esperanza" (98).
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