En Jerusalén es fácil identificar la Ciudad Vieja y sus muros,
consideradas patrimonio de la humanidad de la UNESCO, que alberga una
comunidad muy numerosa. Nos reunimos con algunos habitantes del barrio
cristiano para conocer cómo viven.
Lo que se define como Ciudad Vieja de
Jerusalén es un área de forma rectangular, rodeada por un muro,
construido en 1538 por el sultán otomano Solimán. Ocho puertas dan
acceso a la Ciudad Vieja, que es el centro histórico de Jerusalén, donde
se concentran los principales lugares santos. El mercado árabe, con sus
colores y sus particularidades, atraen a peregrinos y turistas,
haciendo el lugar todavía más popular.
Pero la parte antigua de la ciudad tiene también un rostro desconocido para muchos: en las callejuelas más escondidas viven los habitantes de la ciudad vieja. Tienen costumbres, escuelas, un mercado y comidas típicas propias. Es el caso de este restaurante característico, donde se puede encontrar el tradicional falafel, un plato muy popular, de precio asequible, pero con el sabor típico de Oriente.
Una de las características de la llamada “isla” de la ciudad antigua es la identidad de la fe. Las cruces sobre las puertas indican claramente que nos encontramos en la parte cristiana. Allí donde miremos vemos los signos de esta presencia: en las plazas, las casas, en los muros. Pero la vida diaria se desarrolla como en cualquier barrio: niños que juegan, que corren de una parte a otra, personas que se encuentran y se conocen. Porque este barrio es pequeño, como el porcentaje de cristianos en Tierra Santa.
Las casas están unidas una a la otra y de pequeñas dimensiones. En casa de la familia Nowisser la acogida es muy cálida. En un apartamento de poco más de 80 metros cuadrados vive una familia de 8 personas, que explica cómo es la vida de cada día dentro de los muros de Jerusalén.
FADI NOWISSER, Cristiano de Jerusalén. “Ante todo, nosotros como residentes de la ciudad vieja tenemos la característica de vivir todos juntos en un barrio, como una familia, vecinos y amigos. Hemos crecido juntos y no hay muros entre nosotros. Aquí en la ciudad vieja, después de las 6 de la tarde, todo está cerrado, no hay movimiento.”
En esta parte de la ciudad vieja se encuentra el Santuario más importante para la fe cristiana: el Santo Sepulcro. Y es entorno a este santuario que viven estas familias, dando una identidad todavía más fuerte al barrio.
FADI NOWISSER, Cristiano de Jerusalén. “Es una gracia vivir aquí. Mucha gente viene a propósito del extranjero, gastando dinero, dejando su trabajo y a sus hijos para venir. Por tanto es una gran gracia estar aquí, a cinco minutos del Santo Sepulcro y de los santos lugares.”
La Iglesia trata, de todas las maneras posibles de mantener esta presencia cristiana, sobre todo en la ciudad vieja de Jerusalén. La Custodia de Tierra Santa lleva adelante un proyecto de rehabilitación de viviendas en la parte cristiana de la ciudad. La iniciativa forma parte de un programa más amplio promovido por los franciscanos para ayudar a las familias más pobres.
P. IBRAHIM FALTAS, ofm, cónomo de la Custodia de Tierra Santa. ”En la Ciudad Vieja tenemos 400 casas en construcción: es un trabajo que cuesta mucho, pero será muy bello para la gente, porque muchos tienen dificultad para encontrar una casa, dado que los alquileres son altos: los precios varían de 1.000 a 5.000 $ mensuales.”
La Custodia posee actualmente unos 450 apartamentos ya habitados dentro de los muros de la ciudad vieja. Casi todos son alquilados de manera gratuita a familias pobres: es una manera de limitar la emigración de los cristianos y como consecuencia la ciudad, que según las Escrituras fue testimonio de los últimos días de vida de Cristo, antes de la resurrección, continúe conservando el recuerdo de la fe cristiana.
Pero la parte antigua de la ciudad tiene también un rostro desconocido para muchos: en las callejuelas más escondidas viven los habitantes de la ciudad vieja. Tienen costumbres, escuelas, un mercado y comidas típicas propias. Es el caso de este restaurante característico, donde se puede encontrar el tradicional falafel, un plato muy popular, de precio asequible, pero con el sabor típico de Oriente.
Una de las características de la llamada “isla” de la ciudad antigua es la identidad de la fe. Las cruces sobre las puertas indican claramente que nos encontramos en la parte cristiana. Allí donde miremos vemos los signos de esta presencia: en las plazas, las casas, en los muros. Pero la vida diaria se desarrolla como en cualquier barrio: niños que juegan, que corren de una parte a otra, personas que se encuentran y se conocen. Porque este barrio es pequeño, como el porcentaje de cristianos en Tierra Santa.
Las casas están unidas una a la otra y de pequeñas dimensiones. En casa de la familia Nowisser la acogida es muy cálida. En un apartamento de poco más de 80 metros cuadrados vive una familia de 8 personas, que explica cómo es la vida de cada día dentro de los muros de Jerusalén.
FADI NOWISSER, Cristiano de Jerusalén. “Ante todo, nosotros como residentes de la ciudad vieja tenemos la característica de vivir todos juntos en un barrio, como una familia, vecinos y amigos. Hemos crecido juntos y no hay muros entre nosotros. Aquí en la ciudad vieja, después de las 6 de la tarde, todo está cerrado, no hay movimiento.”
En esta parte de la ciudad vieja se encuentra el Santuario más importante para la fe cristiana: el Santo Sepulcro. Y es entorno a este santuario que viven estas familias, dando una identidad todavía más fuerte al barrio.
FADI NOWISSER, Cristiano de Jerusalén. “Es una gracia vivir aquí. Mucha gente viene a propósito del extranjero, gastando dinero, dejando su trabajo y a sus hijos para venir. Por tanto es una gran gracia estar aquí, a cinco minutos del Santo Sepulcro y de los santos lugares.”
La Iglesia trata, de todas las maneras posibles de mantener esta presencia cristiana, sobre todo en la ciudad vieja de Jerusalén. La Custodia de Tierra Santa lleva adelante un proyecto de rehabilitación de viviendas en la parte cristiana de la ciudad. La iniciativa forma parte de un programa más amplio promovido por los franciscanos para ayudar a las familias más pobres.
P. IBRAHIM FALTAS, ofm, cónomo de la Custodia de Tierra Santa. ”En la Ciudad Vieja tenemos 400 casas en construcción: es un trabajo que cuesta mucho, pero será muy bello para la gente, porque muchos tienen dificultad para encontrar una casa, dado que los alquileres son altos: los precios varían de 1.000 a 5.000 $ mensuales.”
La Custodia posee actualmente unos 450 apartamentos ya habitados dentro de los muros de la ciudad vieja. Casi todos son alquilados de manera gratuita a familias pobres: es una manera de limitar la emigración de los cristianos y como consecuencia la ciudad, que según las Escrituras fue testimonio de los últimos días de vida de Cristo, antes de la resurrección, continúe conservando el recuerdo de la fe cristiana.
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