viernes, 24 de abril de 2015

COMUNICAR LA TERNURA DE LA EUCARISTÍA

VIVIRÁ PARA SIEMPRE
Audio-Santoral: SAN FIDEL DE SIGMARINGA
Jn. 6,52-56
 
No hay nada en el Evangelio tan claro, tan rotundo y tan definitivo como estas afirmaciones de Jesús.
No siempre los católicos estamos a la altura de lo que merece la Eucaristía: a veces se pretende “vivir” sin las condiciones de vida señaladas por Jesús y, sin embargo, como ha escrito Juan Pablo II, «la Eucaristía es un don demasiado grande para admitir ambigüedades y reducciones».
“Comer para vivir”: comer la carne del Hijo del hombre para vivir como el Hijo del hombre. Este comer se llama “comunión”. Es un “comer”, y decimos “comer” para que quede clara la necesidad de la asimilación, de la identificación con Jesús. Se comulga para mantener la unión: para pensar como Él, para hablar como Él, para amar como Él. A los cristianos nos hacía falta la encíclica eucarística de Juan Pablo II, La Iglesia vive de la Eucaristía. Es una encíclica apasionada: es “fuego” porque la Eucaristía es ardiente.
«Vivamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15), decía Jesús al atardecer del Jueves Santo. Hemos de recuperar el fervor eucarístico. Ninguna otra religión tiene una iniciativa semejante. Es Dios que baja hasta el corazón del hombre para establecer ahí una relación misteriosa de amor. Y desde ahí se construye la Iglesia y se toma parte en el dinamismo apostólico y eclesial de la Eucaristía.
Estamos tocando la entraña misma del misterio, como Tomás, que palpaba las heridas de Cristo resucitado. Los cristianos tendremos que revisar nuestra fidelidad al hecho eucarístico, tal como Cristo lo ha revelado y la Iglesia nos lo propone. Y tenemos que volver a vivir la “ternura” hacia la Eucaristía: genuflexiones pausadas y bien hechas, incremento del número de comuniones espirituales... Y, a partir de la Eucaristía, los hombres nos aparecerán sagrados, tal como son. Y les serviremos con una renovada ternura.
Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch (Salt, Girona, España) 


«Para animar a los católicos a profesar valientemente su fe y a practicar las virtudes cristianas, ningún medio es más eficaz que el que consiste en alimentar y aumentar la piedad del pueblo hacia aquella admirable prenda de amor, lazo de paz y de unidad, que es el sacramento de la Eucaristía.»
León XIII, Breve apost. Providentissimus, 1897


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