viernes, 24 de abril de 2015

PERFECCIÓN SEPTIFORME DE DIOS

La plenitud de la vida cristiana sólo puede habitar en Dios quien es Orden Perfecto, o sea, la Unidad en la Multiplicidad, que se comunica a toda Su Creación. Toda la creación evoca la Perfección del Creador, y esa Perfección es Amor en todas sus manifestaciones, que por venir de la Perfección Absoluta se manifiesta en la abundancia espectacular del Orden en Plenitud, que da gloria al Altísimo. 

Por eso el 7 divino es la suma del 3 + 4; el 3 que hace referencia a la vida de Dios, es decir, a la Trinidad, y el 4 que se refiere a la obra creadora de Dios y que se encuentra representada en los cuatro elementos de la naturaleza, es decir, fuego, aire, tierra y agua. Así entonces 7 es reflejo de Dios y su Creación.

Asimismo, si bien todo el simbolismo del número 7 se encuentra tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, resulta de particular importancia lo que fue la creación de los cielos y tierra, tal y como lo menciona el Génesis:
“Fueron, pues, acabados el cielo y la tierra con todo el ornato de ellos. El día séptimo terminó Dios la obra que había hecho; y descansó en el día séptimo (…) Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó porque en él descansó Dios de toda su obra que en la creación había realizado”
Gen. 2,1-3

También el número 7 simboliza la alianza hecha por Dios con el hombre y que se pone de manifiesto en el arcoíris, descrito por Juan en el Apocalipsis, tanto en el Trono de Dios (4, 3) como en el Ángel Poderoso que hace un juramento y que viene con el arcoíris sobre su cabeza (10, 1). Y dijo Dios:
“He aquí que Yo establezco mi pacto con vosotros y con vuestra descendencia después de vosotros (…) Pondré mi arco en las nubes, que servirá de señal de pacto entre Mí y la tierra”  
Gen. 9, 9 y 13

Por ello el arcoíris no es sólo símbolo de esa Nueva Alianza de Dios con el hombre, sino que también es una Alianza de Plenitud, de la verdadera santidad a la que el hombre está llamado desde el origen y que se encuentra representada en sus siete colores. Ya que a través de ellos Dios nos invita como criaturas suyas a retornar a ser Imagen y Semejanza suya, a volver a tener aquella Semejanza con Dios que Adán tenía cuando fue creado inocente y que perdió con el pecado, pues nosotros somos Imagen creada de Dios en nuestra propia naturaleza humana, de la misma manera que el Verbo de Dios es la Imagen increada y consubstancial del Padre. Sólo así se puede pues cumplir la Palabra de Jesucristo: “Sed pues perfectos como mi Padre celestial es perfecto” (Mt. 5, 48).

Es por eso que parte de la esencia natural de Dios está conformada por decirlo así en 7 formas, como los capítulos de un libro que nos ayudan a comprender mejor su lectura, así es la Perfección Divina.  El número 7, tiene la misma connotación en la Sagrada Escritura, es decir, Perfección o Plenitud, de tal manera que la interacción de esta realidad septiforme de Dios nos debe llevar a la perfección humana y a la espiritual, que deben reflejar:
Santidad en Perfección del Ser
Orden en Armonía del Ser
Disciplina del Ser
Abundancia del Ser
Misticismo del Ser
Amor del Ser
Creatividad del Ser

Ahora bien, traemos a cuenta los nombres de las primeras comunidades de Asia Menor a quienes Juan se dirigía al escribir el Apocalipsis, comunidades de su tiempo y a la vez comunidades de la Historia de la Iglesia, tanto en el ámbito natural como sobrenatural y que tienen los nombres de:
Éfeso
Esmirna
Pérgamo
Tiatira
Sardes
Filadelfia
Laodicea

Estas 7 realidades del ser adecuadas a cada una de las 7 Iglesias del Apocalipsis evocan también un color del arcoíris multicolor que descompone el prismático perfecto de la Luz Blanca de Dios. Y también son custodiadas por cada uno de los 7 Ángeles representados en las 7 estrellas que están en la mano derecha del Hijo de Hombre, figura resplandeciente que se presenta a Juan en Patmos y que lo hace caer de rodillas (Ap. 1, 20).

Pero no se debe quedar sólo en lo místico sino que tenemos que aterrizar esta enseñanza en el proceso espiritual hacia la consecución de la Plenitud, que también debe basarse en un proceso de 7 etapas que van desde la negación del yo hasta la edificación del Verbo encarnado en nosotros, o sea la Plenitud.    

Y pudiéramos seguir con la comparación de esta vida septiforme con los 7 Sacramentos y también las 7 Virtudes en contra de los 7 pecados capitales a saber:
Humildad vs Soberbia
Generosidad vs Avaricia
Castidad vs Lujuria
Templanza vs Gula
Caridad vs Envidia
Paciencia vs Ira
Diligencia vs Pereza

Dicho en el orden sobrenatural y místico, las 7 realidades del Ser deben ser la infusión de una Nueva Vida; son las que van moldeando la personalidad del Nuevo Ser, del ser sobrenatural. Es en el arcoíris que la luz blanca –como símbolo de la Plenitud– se descompone en sus 7 colores primarios básicos; y debe el ser, con su entrega diaria, volver a juntar los 7 colores para convertirlos en luz blanca. Es en el fluir de ese arcoíris, por cada color, por cada carisma, en que fluye la Perfección hacia el ser que al juntarse en él se convierte en luz blanca. Así un ser con sus 7 realidades debe ser reflejo de luz, santo de luz, imagen que comparte la luz de Cristo y se mira en el espejo de María para iluminar y vivir la Nueva Vida Eterna desde ahora, desde este mundo sobrenatural que habrá de prolongarse por toda la eternidad.  

Se puede decir entonces que la esclavitud hecha a María, entre otras cosas, recibe unas gracias, unos carismas, que son:
(1)dones, 
(2)capacidades, 
(3)gracias, 
(4)sabiduría, 
 (5)conocimientos, 
(6)aptitudes, 
(7))sensibilidad. 

Entre los hombres y Dios se han desarrollado estos carismas que reflejan el mundo de Dios, el arcoíris sobrenatural. Y llegan los tiempos en que María desea que surja este hombre nuevo, renovado, restituido para que sea en él el Verbo encarnado de Dios.

Luis Eduardo López Padilla



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