martes, 20 de septiembre de 2016

HORROR...

PARA QUE NO DIERA VIVAS A CRISTO REY LE CORTARON LA LENGUA 
La laica valenciana Francisca Cualladó no paraba de dar vivas a Cristo Rey y por eso le cortaron la lengua antes de fusilarla.
Fuente: S. M.


Siete de las personas asesinadas el sábado 19 de septiembre de 1936 han sido beatificadas: dos laicas uruguayas –Dolores y Consuelo Aguiar-Mella y Díaz, las primeras beatas y mártires de ese país- y una religiosa escolapia -la madre María de Jesús– en Madrid, un hospitalario dentro de la misma provincia, dos sacerdotes diocesanos en la de Alicante –Fernando García Sendra y José García Mas– y una mujer laica en la de Valencia.

“¿Qué les hemos hecho para que nos quieran matar?”
 
Jacinto Hoyuelos González, de 22 años y cántabro de Matarrepudio (Valdeolea), vio desde niño que en el hogar de sus padres se acogía a pobres y transeúntes, y si pronto aprendió a llevárselos a su madre diciendo «Madre este pobre no tiene dónde dormir esta noche y no ha comido hoy, recíbalo usted y que coma», cuando se hizo religioso les escribía para recordarles: «Den limosna a los pobres, y en cuanto puedan, recojan alguno en casa, para que cuando les den de comer, o les lleven a acostar, se acuerden de su hijo, que practica las mismas obras de misericordia; todo sea por Dios». Tuvo que trabajar como labrador antes de acceder a la profesión de hospitalario, en 1935, y trasladarse en enero de 1936 a Ciempozuelos.

Hacía el servicio militar en Getafe, por lo que, al ser detenida el 7 de agosto la comunidad de Ciempozuelos, lo rescató el doctor Sloker, jefe de la Clínica Psiquiátrica Militar, alegando que era soldado a sus órdenes. Los milicianos andaban, sin embargo, tras de él. En confianza comentaba: «Esta gente parece que quiere matarnos; ¿por qué nos querrá tan mal? ¿Qué les hemos hecho? Si nos matan, seremos mártires». Según la información preparada por el obispado de Getafe, el 18 de septiembre por la noche, Hoyuelos «fue detenido por varios enfermeros milicianos, que le incitaban a blasfemar, pero al no acceder, lo maltrataron y condenaron a ser fusilado. Llevado a las afueras de Ciempozuelos, en el puente de la vía cerca de la estación, lo descolgaron ahorcándolo colocada una soga al cuello, donde al caer, quedó estrangulado y dispararon después contra él».

Francisca Cualladó Baixauli, valenciana de 45 años, trabajó desde la adolescencia como modista para colaborar en la economía familiar, muy deteriorada por la muerte prematura de su padre y la enfermedad de su madre, que quedó paralítica. Sus muchas horas de trabajo no le quitaron, sin embargo, la voluntad de hacer apostolado como militante cristiana. Fundó los Jueves Eucarísticos en su parroquia y colaboró en la fundación del Sindicato de la Aguja. Daba clases de corte y confección y preparaba a los enfermos para recibir los sacramentos. El 19 de septiembre de 1936 fue fusilada en Benifaió (Valencia), no sin antes haberle arrancado la lengua para que no siguiera dando vivas a Cristo Rey.


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