PARA QUE NO DIERA VIVAS A CRISTO REY LE CORTARON LA LENGUA
La laica valenciana Francisca Cualladó no paraba de dar vivas a Cristo Rey y por eso le cortaron la lengua antes de fusilarla.
Fuente: S. M.
Siete de las personas asesinadas el sábado 19 de septiembre de 1936 han sido beatificadas: dos laicas uruguayas –Dolores y Consuelo Aguiar-Mella y Díaz, las primeras beatas y mártires de ese país- y una religiosa escolapia -la madre María de Jesús– en Madrid, un hospitalario dentro de la misma provincia, dos sacerdotes diocesanos en la de Alicante –Fernando García Sendra y José García Mas– y una mujer laica en la de Valencia.
“¿Qué les hemos hecho para que nos quieran matar?”
Jacinto Hoyuelos González,
de 22 años y cántabro de Matarrepudio (Valdeolea), vio desde niño que
en el hogar de sus padres se acogía a pobres y transeúntes, y si pronto
aprendió a llevárselos a su madre diciendo «Madre este pobre no tiene
dónde dormir esta noche y no ha comido hoy, recíbalo usted y que coma»,
cuando se hizo religioso les escribía para recordarles: «Den limosna a
los pobres, y en cuanto puedan, recojan alguno en casa, para que cuando
les den de comer, o les lleven a acostar, se acuerden de su hijo, que
practica las mismas obras de misericordia; todo sea por Dios». Tuvo que
trabajar como labrador antes de acceder a la profesión de hospitalario,
en 1935, y trasladarse en enero de 1936 a Ciempozuelos.
Hacía el servicio militar en Getafe, por
lo que, al ser detenida el 7 de agosto la comunidad de Ciempozuelos, lo
rescató el doctor Sloker, jefe de la Clínica Psiquiátrica Militar,
alegando que era soldado a sus órdenes. Los milicianos andaban, sin
embargo, tras de él. En confianza comentaba: «Esta gente parece que
quiere matarnos; ¿por qué nos querrá tan mal? ¿Qué les hemos hecho? Si nos matan, seremos mártires».
Según la información preparada por el obispado de Getafe, el 18 de
septiembre por la noche, Hoyuelos «fue detenido por varios enfermeros
milicianos, que le incitaban a blasfemar, pero al no acceder, lo
maltrataron y condenaron a ser fusilado. Llevado a las afueras de
Ciempozuelos, en el puente de la vía cerca de la estación, lo
descolgaron ahorcándolo colocada una soga al cuello, donde al caer,
quedó estrangulado y dispararon después contra él».
Francisca Cualladó Baixauli,
valenciana de 45 años, trabajó desde la adolescencia como modista para
colaborar en la economía familiar, muy deteriorada por la muerte
prematura de su padre y la enfermedad de su madre, que quedó paralítica.
Sus muchas horas de trabajo no le quitaron, sin embargo, la voluntad de
hacer apostolado como militante cristiana. Fundó los Jueves
Eucarísticos en su parroquia y colaboró en la fundación del Sindicato de
la Aguja. Daba clases de corte y confección y preparaba a los enfermos
para recibir los sacramentos. El 19 de septiembre de 1936 fue fusilada
en Benifaió (Valencia), no sin antes haberle arrancado la lengua para
que no siguiera dando vivas a Cristo Rey.
DIOS CONTIGO
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