viernes, 9 de diciembre de 2016

DÉCIMO TERCER DÍA - ADVIENTO 91216

“PIEDAD”
Habla con Dios como con tu mejor amigo.

Ese día en el cielo, un grupo de ángeles estaba pintando el arco iris. Uno de ellos, Valentín, colgado de una estrella, se balanceaba con el pincel en la mano. Otro, Juanito, para hacer más rápido, se tomó de la cola de un cometa y en un santiamén aplicó el color amarillo.

Sobre una nube, otro angelito, llamado justamente, Justo, un poco regordete, repasaba los bordes para que el trabajo quedara perfecto.

De repente oyeron el tañir de una campana. Era un llamado urgente de Dios. Los tres se deslizaron a través del arco iris para llegar rápido ante la presencia del Señor. Dios, se puso de pié frente a su trono celestial y les dijo:

-Voy a necesitarlos.

Los angelitos estaban locos de contentos. Por fin tendrían una misión importante.

El Señor, que podía leer sus pensamientos les dijo: - Una tarea trascendente, de vital importancia, pues se ha perdido un gato llamado Loló.

Los angelitos se miraron asombrados. ¿Un gato? ¿Tarea trascendente?

Dios insistió:- Hay un niño, llamado Joaquín que está muy triste porque ha perdido su gato y ustedes van a ayudarme a devolverle la alegría a ese pequeño.

-Joaquín es un niño muy solitario. Le cuesta hacerse de amigos y su gato lo espera cuando llega de la escuela y lo acompaña mientras estudia. El lo alimenta y lo cuida. Le arma pelotitas para jugar y así se entretiene cuando está solo. Pero un día, cuando el gato estaba solo, salió a pasear y se alejó tanto de su casa que ya no puedo encontrar el camino de regreso. Joaquín llora porque lo extraña mucho y el gatito tampoco la está pasando muy bien.-explicó Dios a sus ángeles-Y, como en secreto, les sopló palabras a los oídos de cada uno. Cuando terminaron de escuchar las indicaciones corrieron alegres, agitando sus alas a cumplir su importante misión.

Valentín encontró a Loló temblando de frío, asustado y con hambre, en el umbral de una vieja casa abandonada y lo acurrucó con sus alas para darle calor.


A pocas cuadras de allí, Lily, caminaba apresuradamente de la mano de su madre. Juanito vio que Lily era una niña buena y cariñosa y le susurró palabras al oído. Lily entonces se dirigió a su madre y le pidió: - ¿Mami, podemos pasar a ver la vieja calesita?

-Pero Lily, si hace años que está cerrada. Tenemos que desviarnos dos cuadras y sabes que estoy apurada.

La niña, obediente, comprendió que su madre teína razón, pero Juanito volvió a inspirarle palabras al oído con insistencia.

Lily, entonces dijo:- Por favor mami. Es un minuto nada más. Tengo tantas ganas de volver a verla.

La madre, que no podía negarle nada a su hija si se lo pedía con tanta ternura, accedió finalmente darle el gusto.-Está bien. Pero rápido porque tengo que preparar la comida y tu padre debe estar por llegar a casa.

Y así madre e hija desviaron su recorrido hasta llegara la vieja calesita.

Qué tristeza le produjo a Lily verla en ese estado de abandono. Los vibrantes colores que ella recordaba ya no existían y tampoco los animales de madera donde ella se ubicaba para girar y girar mientras sonaba una música de organito. Lily se quedó pensativa y triste, ya que esa imagen era tan distinta a la de sus recuerdos felices.

De pronto escuchó un largo Miauuu, viniendo de una casa vecina y corrió a ver de qué se trataba.

-Mirá mami. Qué hermoso gatito.

-Si es un gato muy hermoso. Debe tener dueño. Fíjate que tiene un collarcito con una medalla que dice Loló.

-Y si está perdido…¿Puedo llevarlo a casa?

-Lily- respondió la madre-¿Cómo se te ocurre llevar un animal a casa?

Camilo, viendo que la situación se ponía difícil, abandonó a Loló que inmediatamente comenzó a temblar de frío sin el abrigo de sus alas y Juanito intentó a inspirarle deseos de ternura y protección a la madre de Lily.

-Pobrecito, está temblando- dijo Lily- Debe tener frío y hambre.

-Está bien. Lo llevamos a casa, pero tienes que prometerme que vas a tratar de encontrar a su dueño.

-La cara de Lily se transformó en una sonrisa y tomando a Loló en sus brazos lo abrigó con el calor de su cuerpo y el gatito, aunque no la conocía le devolvió un largo Miauu agradecido.

Llevaron a Loló a su casa, lo alimentaron y le armaron una camita para que estuviera cómodo.

La mamá le tomó fotos al gato, armaron muchas fotocopias con la cara del gatito y el único dato de que disponían: el nombre.

Luego recorrieron el barrio pegando las fotocopias en la calle y en los comercios con la esperanza de hallar a su legítimo dueño.

Valentín y Juanito, habían cumplido su cometido pero el dueño no aparecía porque el gatito se había alejado mucho de su casa.

Justo, el ángel regordete, sabía que la abuela de Joaquín, a quién él llamaba cariñosamente Bobó, acostumbraba ir a una peluquería muy cerca de la casa de Lily pero no iba muy seguido porque no disponía de muchos ingresos y la peluquería era para ella un gasto superfluo.

Esa semana, Bobó, había invitado a Joaquín a almorzar, porque sabía que estaba triste y quería distraerlo preparándole su comida favorita.

Justo llevó a Bobó frente al espejo y la hizo verse fea y desgreñada. Pensó que su nieto no se sentiría feliz al verla con ese aspecto y decidió hacer una visita a la peluquería.

Bobó pidió que le cortaran el cabello, le hicieran el color y le arreglaran las uñas de las manos. Se sentía mucho mejor. Cuando se disponía a pagar, vio la fotocopia sobre la vidriera con la foto de Loló. No podía creerlo. Ahora su alegría era completa.

Ni bien llegó a su casa, llamó a Lily para concertar el encuentro.

Cuando Joaquín y sus padres llegaron a la casa de Bobó, la mesa estaba preparada para almorzar.

-Tengo una sorpresa. Te hice empanaditas de atún, pastel de papas y postre de chocolate. Tu comida preferida- Dijo Bobó con una sonrisa más grande que su propia boca.

Joaquín sonrió y la abrazó agradecido. Estaba contento con su abuela pero su compañero de juegos no estaba a su lado y lo extrañaba mucho.

Cuando estaban a punto de disfrutar el postre, sonó el timbre.

-¿Quién será a esta hora?- Preguntó Joaquín

-¡Tengo otra sorpresa para vos!-respondió Bobó- Acompáñame a la puerta

Espero que no haya comprado juguetes, pensó Joaquín.

Valentín, Juanito y Justo ya se habían acomodado junto a la puerta. No se querían perder por nada del cielo la cara de sorpresa y alegría de Joaquín.

Cuando abrieron la puerta, allí estaban: Lily con Loló en brazos y sus padres acompañándola.

Joaquín estalló en un grito de alegría. Loló lo reconoció al instante, y de un salto se acomodó en sus brazos lamiéndole la cara. Las dos familias festejaron el encuentro saboreando el postre de la abuela. Joaquín y Lily se hicieron amigos y de allí en más, cuando Joaquín visitaba a su abuela, Lily estaba invitada a jugar.

Los ángeles regresaron al cielo con la satisfacción de haber cumplido su misión, y felices se dispusieron a pintar unas nubes de color caramelo para celebrar el reencuentro


DIOS CONTIGO









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