“MANSEDUMBRE”
No te enojes, sonríe.
No te enojes, sonríe.
La mansedumbre es la actitud que confirma que la conciencia de pobreza espiritual es verdaderamente producto de un accionar de Dios, y no de nosotros mismos. Cuando estamos vestidos de mansedumbre podemos aceptar, con una actitud de quietud y sosiego interior, aquellas cosas que nos resultan dolorosas, humillantes o difíciles. En el Reino de los cielos, la tierra es precisamente de aquellos que dejan de luchar, argumentar y pelear para asegurarse del respeto que, según entienden, se merecen.
Jorge Washington, el primer presidente de los Estados Unidos, envió una circular a los gobernadores de todos los estados.
En
el final de su carta decía: “Mi oración más sincera a Dios es que os
bendiga y que tenga vuestro estado bajo su protección. Que él se digne
inclinar el espíritu de los ciudadanos a la subordinación y obediencia
al gobierno, y despertar un sentimiento de amor fraternal de los unos
hacia los otros y, en particular para sus hermanos que han peleado en
los campos de batalla; y finalmente, que su gracia nos mueva a todos a
hacer justicia, a amar la misericordia y a conducimos con esa claridad,
mansedumbre y templanza que caracterizan al Divino Autor de nuestra
bendita religión, pues sin imitarlo con humildad nunca podremos esperar
que la nación sea feliz.”—El Exégeta.
Cuanto hacen falta hoy en el
siglo XXI gobernantes temerosos de Dios que vivan en los principios del
Reino. Este mundo gime de tanta corrupción y perdida de valores en los
lugares de gobierno. Politica, poder, dinero, droga, sexo, mentira y
arreglos debajo de la mesa, son la demostración de la perdida de
valores. Oremos hoy a Dios, que nos dé, gobernantes que clamen a Dios
por sabiduría y compasión.
DIOS CONTIGO
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