Curso Espiritualidad Sacerdotal
Espiritualidad sacerdotal ayer, hoy y siempre: Tema 5 - Ser signo transparente del Buen Pastor - Parte II
Autor: Mons. Juan Esquerda / Centro Sacerdotal Logos
Tema 5 - Ser signo transparente del Buen Pastor - Parte II
3.-La fisonomía y virtudes concretas del Buen Pastor
La vida de los Apóstoles se concreta en el seguimiento evangélico de Cristo para ser fieles a su misión. Es vida de caridad pastoral como signo transparente de la vida del Buen Pastor. Cristo hizo de la vida una donación total según los designios salvíficos del Padre en el amor del Espíritu Santo: dándose a sí mismo (pobreza), sin pertenecerse (obediencia), como esposo o consorte de la vida de cada persona humana (virginidad o castidad).
La vida apostólica o vida evangélica de los Apóstoles sigue siendo una urgencia para todos sus sucesores (los obispos) e inmediatos colaboradores (los presbíteros). Sus elementos esenciales son:
-Generosidad evangélica para el seguimiento del Buen Pastor e imitación de sus virtudes (obediencia, castidad, pobreza),
-disponibilidad misionera como prolongación de la misión de Cristo (+cap.6),
-fraternidad sacerdotal para ayudarse en la generosidad evangélica y en la disponibilidad misionera (+cap.7).
Las virtudes concretas delinean la fisonomía del Buen Pastor y enraízan en la caridad pastoral. Se trata de ordenar las tendencias más hondas del corazón humano según el amor (ordo amoris: I-II,62,a.2):
-Ordenar la tendencia a desarrollar la propia libertad y voluntad: siguiendo los designios salvíficos de Dios Amor sobre la humanidad (obediencia).
-Ordenar la tendencia a la amistad, intimidad y fecundidad: compartiendo esponsalmente con Cristo la historia humana (castidad o virginidad).
-Ordenar la tendencia a apoyarse en las criaturas: apreciándolas como dones de Dios, para tender al mismo Dios y compartir los bienes de los hermanos (pobreza).
La obediencia que deriva de la caridad pastoral es parte integrante de la acción ministerial. Los designios salvíficos de Dios Amor se manifiestan a través de los signos pobres del hermano, de los acontecimientos y de las luces e inspiraciones del Espíritu Santo. Entre estos signos hay que destacar, como «principio de unidad» (LG 23), el servicio de presidencia por parte de la Jerarquía y, en concreto, del obispo (+Ef 2,19-20).
La obediencia evangélica se concreta en la audacia de una santa libertad de diálogo sincero que es garantía de docilidad incondicional (PO 15).
La castidad o virginidad (llamada también celibato) es «signo y estímulo de la caridad pastoral y fuente de fecundidad espiritual en el mundo» (PO 16; +LG 42). La castidad virginal tiene, pues, estas dimensiones:
-Dimensión cristológica: amistad profunda con Cristo, a partir de una declaración de amor y de una entrega esponsal a su obra salvífica.
-Dimensión eclesial: ser signo del amor esponsal entre Cristo y su Iglesia, sirviendo y amando a la Iglesia como Cristo la amó y sirvió.
-Dimensión antropológica: de perfección cristiana de la personalidad por un proceso de donación que es relación profunda con Cristo y fecundidad apostólica.
-Dimensión escatológica: como signo y anticipo de un encuentro final con Cristo, «al servicio de la nueva humanidad que Cristo, vencedor de la muerte, suscita por su Espíritu en el mundo» (PO 16).
El sacerdote está llamado a ser imagen viva de Jesucristo Esposo de la Iglesia Por tanto, está llamado a revivir en su vida espiritual el amor de Cristo Esposo con la Iglesia esposa. Su vida debe estar iluminada y orientada también por este rasgo esponsal, que le pide ser testigo del amor de Cristo como Esposo y, por eso, ser capaz de amar a la gente con un corazón nuevo, grande y puro” (PDV 22).
La pobreza evangélica de la vida apostólica (o vida de los doce Apóstoles) es una expresión necesaria de la caridad pastoral: darse como Cristo. El Señor amó así: «El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8,20). La pobreza ministerial, a la luz de la caridad pastoral, encuentra unas pautas de aplicación en la doctrina y disposiciones de la Iglesia durante la historia, como herencia recibida de la tradición apostólica (apostolica vivendi forma):
-Vivir del propio trabajo pastoral.
-Disponer de los bienes que provienen de este trabajo, con una moderación de vida, limosna, compartir con los hermanos del Presbiterio y con la comunidad eclesial.
-Devolver a la comunidad y a los pobres lo que no se necesita para una vida verdaderamente sacerdotal (+Mt 10,8-11; PO 17; can. 282,387).
4.-Santidad y líneas de espiritualidad sacerdotal
Del ser y de la función sacerdotal deriva una exigencia y una posibilidad de santidad, que se concreta en la caridad pastoral. Esta santidad es, pues, vivencia de lo que el sacerdote es y hace. Es siempre fidelidad a la acción del Espíritu Santo (cap.3, n.4). Las líneas o rasgos de la fisonomía espiritual y pastoral del sacerdote se encuentran en los textos bíblicos sobre la vida apostólica y se pueden concretar según las directrices conciliares del Vaticano II:
-Actitud de servicio (PO 1,4-6).
-Consagración para la misión (PO 2-3).
-Comunión de Iglesia (PO 7-9).
-Esperanza y gozo pascual (PO 10).
-Transparencia e instrumento vivo de Cristo Sacerdote y Buen Pastor (PO 12).
-Santidad en el ejercicio del ministerio y «ascética propia del pastor de almas» (PO 13-14).
-Caridad pastoral concretizada en obediencia, castidad y pobreza (PO 15-17).
-Uso de los medios comunes y específicos de santificación y apostolado (PO 18-22).
La santidad sacerdotal, como se ha dicho continuamente, enraíza en la espiritualidad cristiana. Las virtudes humano-cristianas pasan a ser sacerdotales cuando se expresan en la caridad pastoral:
-La capacidad de tener y emitir un criterio o una convicción y modo de pensar, se ilumina con la fe.
-La capacidad de valorar las cosas se potencia y equilibra con la esperanza para sentir y apreciar los valores según la escala de valores del Buen Pastor.
-La capacidad de tomar decisiones se enriquece con la caridad para amar y actuar como Cristo Sacerdote.
Para compartir en los foros del curso
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-Las figuras de Pedro y Pablo: Act 20,1738; 1Pe 5,1-4.
-La fecundidad de la cruz: In 16,20-33; Gal 4,19; Col 1,24.
-Sentido redentor de la obediencia del Buen Pastor: Heb 5,7-9; 10,5-7: Jn 10,18; Fil 2,5-11.
-La vida de pobreza para vivir el amor preferencial por los pobres: Mt 8,20; 2Cor 8,9; Puebla 670.
-Dimensión misionera de la obediencia, castidad y pobreza a la luz de la caridad pastoral (PO 15-17).
-La vida apostólica como fraternidad (PO 8), disponibilidad misionera (PO 10) y generosidad evangélica (PO 15-17).
-Dimensión cristológica, eclesial, antropológica y escatológica de la castidad (PO 16; Puebla 692; Medellín XI,21).
-Signos y medios de la pobreza ministerial (PO 17; can. 282,287).
-Virtudes humanas redimensionadas en la caridad pastoral (PO 3; OT 11 y 19).
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