miércoles, 15 de julio de 2015

5 REGLAS DE ORO

PARA CONSOLAR A LOS MORIBUNDOS 
La situación de los moribundos es especialmente compleja porque no sabemos que tanto se ha abierto el velo para recibirlos y tenemos dudas sobre su compresión de que su vida está llegando al final.
Aquí hay algunas cosas que nunca hay que decir a los moribundos y cómo enfocar los últimos encuentros; no es una lista completa, sino más bien un criterio.
Fuente: Santísimavirgen


1. NO AL OPTIMISMO
 
En primer lugar, si te acercas al lado de la cama, trata de no actuar como un miembro novato del Club de los Optimistas, que todo está bien, que se va a sanar y vivir mucho tiempo más. Está bien que trates de animar a la gente, pero esa no es la manera de hacerlo.

Para los cristianos la esperanza última que nos anima es presentarnos en el otro lugar y de la mejor manera posible.

Nadie va a levantarse de la cama. Esta habitación, estas caras que miran al paciente, las cosas en la pared, esto es todo lo que queda de una vida que alguna vez disfrutó.

Las cosas se han vuelto más pequeñas ahora para el moribundo. El mundo se ha vuelto enormemente disminuido, constreñido. La esperanza de cortar la hierba este fin de semana o hacer cualquiera de esas otras pequeñas cosas cotidianas que marcan el ritmo e incluso los placeres de la vida, ya pasaron y no tienen importancia.

2. NO MOLESTAR CON INFORMACIÓN INÚTIL


No estás allí para hacer una pequeña charla ni para una visita de fin de semana.

Estás ahí para consolarlo, para hablar de cosas trascendentes de la existencia.

No hables acerca de cómo limpiar el garage o del problema de la cerradura de la casa, lo que hiciste en tusúltimas vacaciones (o lo que vas a hacer en las próximas), a quien viste la semana pasada y lo bien que lucía, o lo que tienes que hacer después de salir de ahí.

Piensa que el moribundo probablemente tiene una adecuada comprensión de lo que está sucediendo, y si es así, seguramente estará reflexionando sobre cómo fue su vida, lo que deja y sus afectos.

3. NO LEVANTAR LA VOZ COMO SI EL MORIBUNDO FUESE SORDO 

Eso es un hábito al que tienden muchos médicos para ahorrarse el tiempo de pensar a quien tienen por delante, tratando a todos de la misma forma. 

Tendemos hacer eso muchas veces, incluso levantamos la voz para hablar con los ciegos, y con las personas que hablan otro idioma.

Queremos ser claro y entendibles, supongo.

Pero eso es condescendiente y probablemente innecesario. Así que mantén tu voz a un volumen normal para la ocasión y el enfermo.

4. NO MENTIR 

“Nunca voy a dejar este hospital, ¿verdad?” 

Una mujer preguntando esto a su hermana había estado entrando y saliendo del hospital luchando contra un cáncer agresivo de mama durante tres años.

Esta vez no se iba a ir e intuitivamente lo sabía y lo sentía. Pero nadie se lo dijo a ella, no directamente, y cuando ella preguntó ahora, su hermana le dijo que “no debería hablar así”.

A pesar de toda nuestra supuesta apertura a la muerte, incluso hay pocos médicos que dicen directamente a un paciente que su enfermedad le va a llevar a la muerte.

Los moribundos saben y reconocen una mentira cuando la escuchan. Ten en cuenta que los moribundos tienen que prepararse para la partida.

 

5. HABLA CON EL ENFERMO Y NO SOBRE ÉL


Finalmente, todo lo que los cuidadores y familiares hacen es hablar sobre el enfermo. En su lugar, habla con el enfermo.

Poco importa si él o ella puede responder, porque no sabemos si lo comprende o no definitivamente, y porque en este momento no se trata sólo del enfermo. Es acerca de ti y de lo importante que es que tú recuerdes que hay una persona ahí adelante.

Si quieres ser una presencia consoladora, muestre un poco de dignidad. No utilices, por ejemplo, la queja que una vez escuché a un hijo diciéndole a su padre, que pasarlo de la cama a la silla de ruedas era como pasar un “peso muerto”.

Y no te comportes como la mujer que le dijo a la hija del padre moribundo que no debería llorar delante de él; podría ponerle triste. De hecho, no diga nada a los afligidos excepto cuánto lo sientes por su dolor.

 

¿SOBRE QUÉ PUEDES HABLAR?

 

Si tienes que hablar, recuerda, rememora, y haz reminiscencias en voz alta con el enfermo, y díle lo que ha significado para ti y lo mucho que lo amas.

Mientras digas esto tienes que tocarle y tenerle la mano, acariciarle la frente, apretarle el brazo.

Habla de las memorias y toca al paciente por ejemplo de esta manera:
Su hija se inclina hacia delante y roza la nariz contra la suya, moviéndola de lado a lado. “¿Te acuerdas del beso esquimal que me diste?” Él sonríe, mientras su brazo queda alrededor de su cuello.


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