viernes, 24 de julio de 2015

DE SAMARITANO

Hace poco, después de leer un artículo de la BBC1, me quedaron rondando serios interrogantes. El escrito vale la pena; trata de un samaritano moderno y del tremendo efecto que puede llegar a tener un acto de bondad.

Ese relato me hizo pasar revista a mi propia trayectoria en los últimos tiempos. «¿Hubiese hecho yo lo mismo? ¿Estaría dispuesta a arriesgar mi puesto por ayudar a un extraño?» Insatisfecha con mis respuestas, opté por plantearme otras preguntas menos inquietantes: «¿Dirían mis amigos que soy una persona solidaria? ¿He realizado últimamente algún acto de puro altruismo?»

Con toda franqueza debo reconocer que las más de las veces he estado absorta en mi propio mundo. Creo que todos tenemos días en que andamos demasiado metidos en nuestros laberintos, intereses y deseos, días en que andamos por la vida ensimismados en lugar de mirar hacia arriba y a nuestro alrededor. Me recuerda esa frase tan directa y punzante que dice: «Hay dos tipos de egotistas: los que lo admiten y los que no lo admitimos»2.

Por eso creo que a los que no lo admitimos nos viene bien de vez en cuando que nos recuerden el mundo que nos rodea, las necesidades ajenas, el poder del amor… Puede ser muy provechoso detenernos unos instantes a dialogar con nuestra conciencia y hacer una autoevaluación para determinar qué tal andamos. Hay personas en quienes podríamos influir si dirigiéramos más nuestra mirada hacia el exterior; pero a veces, para ello, tenemos que ponernos en pausa unos momentos y echar una mirada circular.

Lo genial es que podemos comunicar amor donde sea que vivamos, sea cual sea nuestro trabajo y el derrotero que haya tomado nuestra vida. Creo que esa será mi oración por un buen tiempo.


Cristo no tiene cuerpo en la Tierra sino el tuyo.
No tiene manos sino las tuyas. No tiene pies sino los tuyos.
Tuyos son los ojos con los que la compasión de Dios mira al mundo.
Tuyos son los pies con los que Él camina para ir haciendo el bien.
Tuyas son las manos con las que ahora cuenta para bendecirnos.
Tuyas son las manos, tuyos son los pies,
tuyos son los ojos, tú eres Su cuerpo.
Cristo no tiene ahora otro cuerpo que el tuyo.
No tiene otras manos y pies en la Tierra que los tuyos.
Tuyos son los ojos con los que Cristo mira el mundo con compasión.
Cristo no tiene ahora otro cuerpo en la Tierra que el tuyo.
Atribuido a Teresa de Ávila (1515–1582)  
  
©Juliana Connolly


DIOS CONTIGO

NOTAS: 
1. http://www.bbc.co.uk/news/magazine-12043294
2. Laurence Peter (1919–1990)







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