Lunes. AMOR A JESÚS
HABLA JESÚS. Por ti, joven, por ti
estoy en el Sagrario. Por ti la noche antes de morir, y viendo que iba a dejar a los
hombres según mi presencia visible, encontré un medio para quedarme siempre con ellos,
aunque de una manera invisible a los ojos del cuerpo.
Instituyó a este
efecto la Sagrada Eucaristía convirtiendo el pan y vino en mi verdadero Cuerpo y Sangre,
mandando a mis Apóstoles y a todos los Sacerdotes que vinieran después al mundo, que
hicieran lo mismo que Yo acababa de hacer.
Y aquí estoy en el
Sagrario, noche y día, para ser tu Amigo y Compañero, para favorecerte; pero tú, ¿piensas mucho en MÍ?
Martes. INGRATITUD DEL
HOMBRE
HABLA JESÚS. La mayor parte de las
personas no tienen para Mí el más insignificante detalle de urbanidad, y son muchas las
que no se dignan hacerme ni una visita. Y ¡tanto como Yo deseo su bien! Las veo pasar por
delante de mis iglesias y no me dirigen ni un saludo, ni una palabra, ni un recuerdo. ¡Como si Yo no estuviera en el Sagrario! ¡Como si no hubiera hecho nada por la
salvación de todos! Por lo menos tú, joven de mi alma, no me olvides; ven a visitarme
todos los días; que no te domine la ingratitud. Te espero aquí. ¿Me dejarás solo?
MIÉRCOLES- AMARGAS QUEJAS
HABLA JESÚS: Si un
hombre cualquiera de la tierra te hubiera hecho muchos menos beneficios de los que Yo te
he hecho, le manifestarías tu agradecimiento, le visitarías algunas veces, te
considerarías obligado a prestarle algunas atenciones. ¿Por qué no lo haces
conmigo?¿No sabes que Yo soy tu Dios, tu Creador, tu Padre, tu Amigo tu Bienhechor? ¿No
sabes que por tu amor, sí, sólo por tu amor, estoy en el Sagrario? Por lo menos tú,
joven, ven a visitarme. Dime, ¿me amas? ¿Cómo te has portado hoy? ¿No te gusta estar
aquí un rato haciéndome compañía? Ven, ven, que yo te diré lo que has de hacer y lo
que has de evitar para agradarme y alcanzar la santidad.
JUEVES. LOS PELIGROS
HABLA JESÚS. Cuando
estaba yo con mis Apóstoles en el huerto de Getsemaní, y sabiendo los peligros que les
aguardaban, les dije: Velad y orad para que no caigáis en la tentación. Lo mismo te
digo, querido joven. Te encuentras en medio de muchos peligros; vigila, apártate de
ellos, reza bien tus oraciones.
No seas temerario;
no te expongas voluntariamente a ningún peligro de pecar, porque caerías miserablemente.
Si conoces que una cosa es mala o que no te conviene para tu alma, déjala. ¿Beberías
una copa de vino dulce temiendo que está envenenada? Así son muchas ocasiones de
pecado...
VIERNES. EL PECADO
HABLA JESÚS. Hijo
Mío, ¿por qué pecas? ¿No conoces la enormidad del pecado y cuánto me ofende e
injuria? Si alguna vez llegas a pecar mortalmente es como si me azotases, coronases de
espinas y clavases de nuevo en la Cruz. ¿Lo has pensado bien?
Al pecar, te
entregas a tu enemigo y enemigo mío el demonio. Al cometer un pecado mortal, al consentir
voluntariamente un pecado impuro, al dejar sin causa grave la Misa en el día de
obligación, pierdes mi amistad, pierdes el derecho al Cielo. Al cometer un pecado mortal,
te abres tú mismo las puertas del infierno. ¡Infeliz! Haz aquí a mis pies el
propósito de no cometer nunca un pecado mortal.
SÁBADO. EL GRAN CASTIGO
HABLA JESúS. Yo
soy bueno y quiero la salvación de todos los hombres, y doy a todos mi gracia para que no
se condenen. El que va al infierno, es porque quiere.
¿Has pensado
seriamente en lo que es el Infierno? ¿Sabes lo que es estar para siempre apartado de MI,
lejos de MI, padeciendo las penas del Infierno? Yo te aseguro que, si pensases en Él, no
pecarías.
Tú que eres tan
delicado y que cualquier cosa te molesta y no la puedes sufrir, ¿cómo sufrirás las
penas del infierno, que nunca, nunca han de tener fin? Piénsalo unos momentos a mis pies
y forma propósito de llevar una vida del todo cristiana.
DOMINGO. EL CIELO
HABLA JESÚS. Ahora no
puedes comprender lo que es el Cielo, lo que es estar conmigo en aquella gloria, que tengo
preparada para los que me aman y huyen del pecado.
Estás tú
acostumbrado a ver las cosas de la tierra, y te figuras el Cielo como lo que ves en este
mundo. Y el Cielo es diferente, muy diferente de las cosas de aquí abajo. Si supieras lo
que es ver a Dios, gozar de Dios, estar conmigo, con tu Madre la Virgen María, con los Ángeles y Santos...
Los ojos no han
visto jamás cosa semejante; y por más que pienses y discurras, nunca podrás imaginarte
la felicidad del Cielo.
Allí no hay
dolores, tristezas ni tribulaciones de ninguna clase; allí la muerte no tiene entrada;
allí se poseen todos los bienes sin ningún mal y sin miedo de perder jamás aquella
gloria.
¿No comprendes que
vale la pena de abstenerse de las cosas malas de este mundo para poseer el Cielo? ¿No
conoces que es una locura, por una tontería de este mundo, perder el Cielo, y perderlo
para siempre?
Dime, joven, dime: ¿qué piensas hacer? Mira que el demonio se vale de todos los ardides para condenarte.
Vigila, pues, alerta, y procura que no te engañe.
Sea alabado en todo
momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento.
Oración al Santísimo (de San Alfonso María Ligorio)
Señor mío Jesucristo, que por
amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor,
esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en
el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas
las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este
sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado
a visitarte en este iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo
corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este
insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de
tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos
los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.
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