jueves, 22 de marzo de 2012

EL EXORCISMO DE MARTA TERCERA PARTE


 TERCERA PARTE/EXORCISMO DE MARTA


25 de abril
 
Marta, estuvo muy enferma cuatro días. Tenía un demonio mudo llamado Muerte, enviado para matarla. Estuvimos dos horas con aquel demonio mudo que la mantenía en trance pero que no decía nada, ni una palabra. Al final pensamos que si el demonio mudo no hablaba, Lucifer sí. En cuanto le ordenamos que hablara, habló y rugió. Al ordenarle que nos dijera como saldría dijo que rezando. Y haciendo eso, al final salió.

24 de mayo

Las primeras comuniones y compromisos parroquiales de mayo ha sido un mes muy ocupado y las sesiones han tenido que ser pospuestas. Estaba hoy acompañado de dos religiosos.

Desde el principio había tres demonios: Satán, Lucifer y Fireflea que significa "pulga de fuego". Pensé que quizá era Firefly (luciérnaga) en vez de Fireflea (pulga de fuego). Pero al preguntárselo me dijo que la luciérnaga era algo bello. Con lo que significaba que no, que él era Fireflea.

Le decía yo a ese demonio cosas como que el agua bendita que le daba a beber y que le asperjía apagaba su fuego, y que la Mujer apastaba su cabeza. Pero eran las oraciones vocales que rezábamos, avemarías, lo que más le atormentaba. El demonio estaba localizado en el vientre.

Finalmente, San Miguel o Santa Catalina de Siena, le obligaron a arrodillarse justo delante del altar. Se produjeron los aullidos y lloros aterradores de tantas sesiones. Su cara estaba congestionada. Las lágrimas caían sobre la base de madera del crucifijo del altar mientras la posesa se agarraba a la cruz. Después la envié al sagrario. Al ir hizo lo mismo que había hecho con la cruz, ella, espontáneamente, se dirigió con paso pesado a los pies de la imagen de Nuestro Señor, se arrodilló junto a sus pies mientras con las manos abrazaba el sagrario. Se había abrazado al sagrario como a la cruz, sin rabia, sin odio, sólo aullando y llorando. Los que estábamos alrededor no hacíamos más que rezar avemarías, pues era evidente que invisiblemente algo estaba pasando. Un santo o un ángel le ordenaba hacer todo aquello que le atormentaba como un exorcismo.

Fireflea salió, pero los demonios que quedaban hacían que la posesa siguiera aullando y llorando. Aquella orden invisible se prolongó durante más de media hora. Finalmente calló, quedó en silencio, calmada aunque en trance, pero todavía seguía de rodillas. Como nosotros no la estábamos exorcizando y ella seguía en trance pero con compostura devota ante el sagrario, no nos movimos y permanecimos todos de rodillas ante el sagrario. Después hizo gesto de que le diéramos papel para escribir. Y escribió:
cruz = fin
importante concienciación
final muy cerca
cuando abraza lo que más odia el final está muy cerca
no desesperéis
luego irá todo mucho mejor
paciencia y fe
Dios os escucha siempre
no lo dudéis nunca
soy San Miguel, tranquilos
seguir rezando por Pablo
rezar; rezar
encomendaos a Dios
llamarme que yo iré
Dios está con vosotros
Justo antes de escribir había dicho "cruz sinónimo de fin". Yo sabía muy bien a que se refería. Estaba seguro de que justo cuanto todo estuviera para acabar se desataría una tormenta. Una tormenta eclesiástica contra mí. Aquello confirmaba esa intuición que tenía yo desde hacía meses.

7 de junio 2003

Estamos solos la madre, la hija y yo. Y tres demonios. Pronto contestó el inferior que además de Satán y Lucifer estaba otro llamado Odio. Hacerle la señal de la cruz era lo que más le atormentaba. Yo le hablaba del amor de Jesús, del amor de Dios. En un momento dado, y sin hacerle ninguna pregunta, hizo gesto de querer escribir. Al ponerle las hojas sobre el vientre escribió con una letra distinta a todas las letras anteriores:

las cruces en la cabeza casi ninguno las soporta
muy importante
hazlo a todos
cuando vengan a ti
a ninguno [de los demonios] le gusta
signo tú hacer siempre

Estas líneas se las obligó a escribir San Miguel, para que supiera cómo hacer para descubrir a los demonios que se ocultan cuando un acerdote trata de discernir si alguien está poseso. Y es verdad que el padre Amorth siempre hacía sus oraciones con un gran crucifijo en la mano con el que hacía cruces en la cabeza cuando alguien llegaba a ver si estaba poseso.

Al final el demonio llamado Odio salió, pero cuando le pregunté si efectivamente había salido, la posesa con los ojos en blanco y sin decir nada señaló un punto cerca de ella. El demonio estuvo todavía más de media hora sin alejarse de la posesa. Hacer la señal de la cruz en el aire, bendiciendo, es lo que hay que hacer en estos casos para alejarles definitivamente. Aunque esto puede demorarse, incluso tanto como en este caso: media hora. Sabemos que eso es lo que hay que hacer, porque después de tantos rosarios a la pregunta de qué había que hacer para que se fuera, la respuesta fue levantar lentamente el brazo y hacer una señal de la cruz en el aire con la mano hacia el lugar donde había dicho que estaba. Lo mismo nos había dicho Lucifer muchas semanas antes respecto a otro demonio. En este caso añadió que hacer la señal de la cruz y asperger con agua bendita. Cuando llevábamos más de un cuarto de hora intercalando oraciones y estas dos cosas y seguía sin marcharse, y yo insistí en preguntar que qué más había que hacer la respuesta fue: ¡impacientes!

Pero de pronto emergió una voz completamente distinta de la posesa, una voz que era exactamente igual a la de la niña de la película El Exorcista. No voy a tratar de describir la voz porque era idéntica a esa. La nueva voz dijo que la secta satánica estaba invocando a los demonios. Al preguntar el nombre del nuevo demonio nos dijo que era Soberbia. Le hablé de la humildad de Cristo, e incluso de la humildad de Dios. Le repetí que más valía servir en el cielo que reinar en el infierno. Se retorcía de dolor al oír aquello. También señaló la zona exacta del cuerpo donde estaba, la parte posterior de la cabeza. Al hacer allí la señal de la cruz se retorció y gritó de un modo más desesperado. Pero la secta seguía invocando a demonios para que vinieran en ayuda de los que allí había. Era como la comunión de los santos, pero a la inversa. La voz de Soberbia nos dijo que en la capilla había dos demonios más: Jaizel y Dolor. Incluso nos señaló donde estaban, sobre el altar. No llegaron a entrar porque nos pusimos a rezar por el miembro de la secta que les estaba invocando. Cuando una secta hace eso, lo mejor es rezar y rezar por el que está invocando a los demonios.

También a Soberbia la señal de la cruz era lo que más le atormentaba. Es curioso que la madre en un momento dado le puso una pequeña cruz en la mano de la posesa, y al instante la hija dió un quejido y dijo: me ha pinchado, vuelta completamente en sí y señalando un punto concreto de un dedo de la mano. Fue una vuelta en sí repentina. Y en la pequeña cruz nada podía pincharle. Pero al instante volvió en sí.

Finalmente la posesa se puso de rodillas y dijo: No puedo nada contra Dios. Y se agarró a la cruz del altar. Lo hizo espontáneamente sin que se lo ordenáramos.

Salió el demonio tras veinte minutos de gritos tremendos. Los otros demonios Jaizel y Dolor también se habían marchado. Sólo estaba Lucifer y Satán. Y a juzgar cómo gritaba Lucifer estaba pronto a salir. Y así fue, una hora después, salió. Hay que reseñar que cuando estaba gritando y gritando pero no salía, le ordené en latín: quae formula usare debo ut exeas?, ¿qué fórmula debo usar para que salgas? Y al momento dijo: En el nombre del Dios de la Saud, del Dios de la Luz, te ordeno que salgas inmediatamente. Recitó la fórmula lentamente, haciendo pausas para que la repitiera. Si el poder de la oración obligaba al demonio a hacer aquello, había que reconocer que era un poder impresionante. Seguí repitiendo esa fórmula varias veces y al final salió.

Cuando salió oré un poco para asegurarme de que no estuviera dentro. En seguida emitió quejidos y quejidos. Le pregunté si era Lucifer. ¿Es que no me reconoces? Me preguntó Satán con su furia habitual y su voz algo distinta, algo más agresiva que la de Lucifer.

Lo más gracioso de Lucifer era que a cualquier pregunta que le hiciera siempre me espetaba con un tono muy peculiar: ¡Qué tonto eres! ¡Pero qué tonto...! Siempre repetía esta frase con un soniquete especial, burlesco, alargando la primera "o". Aunque en cambio me produjo una cierta vanagloria cuando en dos ocasiones, repitiendo yo con toda tranquilidad una oración en lenguas, Lucifer no se aguantó más y gritó furioso: Me pone enfermo tu paciencia. ¡Pero es que no te cansas nunca!

Yo, desde que Lucifer me dijo lo tonto que era, he dejado de considerarme un gran teólogo.

14 de junio 2003

Estábamos un sacerdote que se dedica a ayudar a los enfermos de sida de las monjas de la madre Teresa de Calcuta, la hermana de ese sacerdote y yo.

En la posesa estaban sólo Belcebú y Satán. En mitad del exorcismo tuve que marchar a Los Hueros a bautizar a cinco infantes. Pasar del exorcismo a los bautizos es un interesante contraste. Aunque el encanto del rito se rompió por los familiares cargados de cámaras que no dejaban de hablar sentados en sus confortables bancos. Recuerdo que no hacía más que pedir silencio, pero ellos seguían a lo suyo. Aquella iglesia llena de familiares que charlaban entre sí deseando que acabara cuanto antes el bautismo, era un espectáculo patético. No recuerdo cuantas veces tuve que pedir silencio. En un momento dado pensé que prefería el exorcismo, al menos el demonio te hace caso.

El bautizo acabó y volví a Zulema, regresé a las oraciones por la posesa. Al cabo de un rato le pregunté a Belcebú: ¿qué es lo que concretamente te hará salir?

Y el añadió: ¿Qué o quién? Su tono fue encantadoramente juguetón.

Era evidente que se refería a San MIguel, pero insití en mis órdenes hasta que lo dijo. Tras invocarle durante un rato, añadió: comunión.

A los veinte minutos de la comunión salió.

Y después escribió:

Tranquilos, no entran
[pensaba la madre que la secta haría que entraran más]
Seguir rezando
comunión importante
[para que no entraran más]
sesión anterior
lección:
deben seguir los exorcismos
yo estoy con vosotros
no temáis ni os desaniméis al pensar concienciación lenta
todo llegará a su debido tiempo
es muy importante concienciación
[subrayado tres veces]
muchos demonios ocultos en personas que no lo saben.
Tener fe
Dios os escucha siempre
Soy San Miguel
tranquilos
no os preocupéis
Y al cabo de un rato de dar gracias a Dios, dimos por concluida la sesión. Es curioso que en un momento dado le pregunté yo si la secta sabía que nos reuníamos a esa hora para el exorcismo. Y dijo que no sabían nada.
26 de junio
Me llamó la madre por teléfono para decirme que en casa había escrito lo siguiente:
obsesión
ella no caso
no solución.
muerte

Se refería a que Pablo, el chico de la secta satánica, estaba obsesionado con ella, que no debía fijarse en él, pues si le hacía caso se complicaría extraordinariamente. También decía que él estaba tan decidido a seguir en el mal que no había solución. Y que por lo tanto le esperaba la muerte. Cosa que yo ya llevaba presintiendo desde hacía tiempo.

Cuando alguien está voluntariamente haciendo daño a alguien a través del satanismo y comienza a recibir muchas gracias espirituales de arrepentimiento, porque alguien reza por él. Si resiste a esas gracias abundantes y poderosas, Dios se lo lleva con él. Porque la vida sólo le servirá para aumentar su iniquidad. 

Por aquel chico que era la causa de la posesión, el invocador del demonio, la madre había rezado mucho, muchísimo, durante meses. Y él había rechazado todas las gracias. Yo, desde hacía meses, veía que si seguía diciendo que no a Dios, Él lo llamaría a su presencia. El demonio siguió escribiendo:

no salvación a los hijos de Satán
no salvación
libertad
él nunca feliz
no [se da] cuenta
No salvación a los hijos de satán.
Aviso [esta última palabra estaba metida en un recuadro doble]
los pactos hacen eso.
No [metido en un recuadro] salvación.
Tú no entender nada.
No Pablo almas perdidas [eso lo dijo porque la madre comentó que Pablo sería como un alma perdida. Pero quedaba claro que no, que iba hacia la condenación]
La voluntad lo niega [porque la madre antes había dicho que las almas perdidas no niegan a Dios]
Él lo odia.
La madre le preguntó al demonio que si la familia del chico de la secta satánica era creyente y que si estaba bautizado, confirmado o algo así. De palabra el demonio respondió que no. Después escribió:
Inocencia perdida, fealdad de espíritu [le preguntó que si Pablo sólo tenía a Satán dentro]
Muchos
tonta, él malo.
Lo único rezar

Yo no quiero que nadie rece, quiero que la gente no crea en Dios. Quiero perder el máximo de almas posibles y llevarlos a la más completa desesperación y pena, a la destrucción. Los seduzco con falsas promesas que nunca cumplo para atraerlos a la oscuridad.

Hay gente que sin saberlo se va hundiendo poco a poco porque no me ven. No saben que detrás de "pequeños" vicios estoy yo [la palabra pequeños la escribió entre comillas y yo dentro de un recuadro]

San Miguel me obliga a escribir porque ellos deben saber para poder defenderse y no caer en mis redes. Yo busco su perdidión. La gente debe volver a Dios de forma intensa, rezar; hablar con Dios, perdirle lo que necesitan, Él os escucha siempre. Yo influencias fuertes para que la gente no crea. Les incluco no creencia, no moral, nada es pecado, todo está bien, les incito a la destrucción.

Los odio.
Ellos no se dan cuenta.
las cosas deben cambiar:
Tienen que saberlo: cuanto más se alejan de Dios más actúo yo
soy Satán.
Reza por ella lo necesita mucho.
Tranquilas. Es pasajero, pasará.

Después de eso me dijo la madre que volvió en sí. Pero me decía que los días pasados habían sido horribles. Los demonios entraban y salían, abría los ojos como si fueran a salirse de sus órbitas, tenía risas maléficas, sacaba las uñas, quería agredirle, alguna vez le cogió del pelo. Pero había como una fuerza invisible que impedía que después le tirara del pelo aunque quisiera hacerlo. Había una orden de Dios que prohibía que le pudiera hacer daño de verdad.

Durante esos días, en uno de esos momentos de furia la madre se rió del demonio y entonces le gritó: ¿es que me has perdido el respeto? Yo después reflexionaba ante esa pregunta llena de odio: una madre indefensa frente a Satanás. Sí, no daba ningún miedo. A un cristiano, desde luego no.

28 de junio.
 
Hoy estaba presente un médico forense de Murcia. Había tres demonios: Perdidicón, Belcebú y Satán. El primer demonio salió al cabo de dos horas. No supe qué era lo que más le atormentaba. Al final salió mientras le decía al oído, en medio de horribles alaridos, que estaba en un lugar de salvación, que Dios era un Dios de salvación, y cosas de ese tenor.

5 de junio

Había dos demonios nuevos. El primero en salir fue Muerte, el último Castigo. Muerte había entrado esa misma mañana, durante la sesión. Lo sabíamos porque al cabo de mucho rato el demonio dijo con voz odiosa, que mientras nosotros rezábamos, Pablo estaba invocando a los demonios para que entraran. Por eso no le dio tiempo a provocar ninguna enfermedad.

Al demonio Castigo le recordaba que Dios es redención, que Cristo era salvación, que él -el demonio- estaba en un lugar de salvación. Al final escribió:

Dios es redención
[le hice cierta pregunta teológica que me interesaba mucho. Pero su respuesta fue:]
no puedes saberlo todo
[le pregunté qué había que hacer para sacarlo]
fe
lo que haces siempre
fe
no confiar en ellos
engaño
Castigo=desobediencia=engaño
castigo
ten fe

Hacia el final de la sesión, yo ya bastante cansado y con el tiempo de la mañana agotándose, volvía a preguntarle que cosa concreta sería la que que lo expulsara de ese cuerpo.Por varias veces su respuesta fue: fe.

Junto al sagrario trataba yo de hacer los más intensos actos de fe. El demonio estaba a punto de salir, pero no salía. Al final, un profesor de lingüística de la universidad de Valladolid, Francisco Pescador, dijo desde su banco: ¿por qué no rezamos el credo? La sugerencia de aquel profesor que no había abierto la boca en toda la sesión no me pareció mal. Al final del credo, tras una gran agitación, salió.

15 de julio

Tuvo al comienzo de la sesión un par de minutos de trance. Después rápidamente movió la mano como para apartar algo de delante de la cara. Había salido del trance, repentinamente, ante nuestra sorpresa. Pero la consciencia no duró más de un par de segundos, al momento regresó al trance. Mas al poco, tornó a hacer el mismo gesto y esta vez añadió no sé, he visto como mosquitos en esta parte y señaló delante de la cara donde había hecho gesto de apartarse algo. Lo extraño es que ya no volvía a entrar en trance. Yo rezaba y rezaba, pero no había ninguna reacción.

Por más que oramos, la chica siguió consciente durante dos horas, completamente normal. Lo único que sentía era dolor en el estómago. Después de hora y media, ese dolor se trasladó a un punto de la sien que señaló con total precisión. Sólo tras dos horas, entró en trance. Tras quince minutos más dijo que tenía un demonio mudo llamado Jáim, que significa Oscuro, y Belcebú. Jáim cuando más sufría hacía poner a la posesa una cara de inmensa tristeza a la vez que profería unos gemidos parecidos a los de un perro que sollozara. Salió en aquella sesión, pero Belcebú no.

25 de julio
 
Tenía tres demonios mudos, además de los dos que quedaban de la sesión anterior. Los tres demonios salieron en media hora. Después que esos tres salieron, Belcebú nos dijo que sus nombres eran: Miedo, Odio y Desesperación. Durante el resto de la sesión no sucedió nada especial. Hacia la mitad de la mañana un santo (probablemente San Miguel) le obligó a dirigirse por su propio pie hacia el altar y allí estuvo tres cuartos de hora agarrada a la cruz del altar, llorando y aullando.

Yo no le había ordenado hacer eso, sin duda fue un ángel. De hecho, ella fijó su vista en un punto cercano a la derecha del altar, como si estuviera mirando a alguien con horror.

Cuando en un momento determinado de un exorcismo (normalmente hacia el final de la sesión), un poseso grita y aulla como si estuviera en los peores momentos de las conjuraciones del ritual y el exorcista no hace ni dice nada, es que ha venido un ángel o un santo y ha entablado una lucha invisible con él. En esos momentos el exorcista es mejor que ore en silencio, para sí, sin estorbar a la acción del ángel con el demonio. Pues en esta situación que he descrito, con la posesa agarrada a la cruz y aullando, quise ayudar al ángel y me puse a ordenar al demonio que saliera. Y entonces la posesa movió dulcemente la mano como para decirme que esperara. Fue un movimeinto suave y dulce que contrastaba con todos los movimientos y gestos que obligaba el demonio a hacer a la posesa. Es curioso, pero era la segunda vez que eso sucedía. 

Hacía varios meses había pasado lo mismo. Y también entonces el ángel hizo que la posesa hiciera un gesto de que esperase.

Después la posesa en ese lugar escribió:

Rezar credo
Esther muy mal necesita exorcismos
[Esther era una amiga de Marta]
Pablo mejor
seguir rezando, importante
tranquilas, queda muy poco, no penséis cuanto
tener fe, que Dios está con vosotras siempre
ni un solo momento estáis solas
España mal
el proceso de concienciación debe continuar con otros casos
hay muchos demonios ocultos,
cuesta mucho saber que están
al más mínimo síntoma hay algo
se pueden esconder incluso "días"
insistir, si no repetir periódicamente hasta
descubrir la manifestación
[yo llevaba varios meses teniendo como primera preocupación cómo poder detectar la presencia de demonios que no se manifestaban cuando oraba por las personas que venían a verme]
tranquilo, debes insistir
no hay fórmula general que funcione siempre
cada demonio es distinto a unos les molesta más una cosa y a otros otra
algunos pueden producir bostezos, salen por ahí, otros no soportan las curces donde
ellos están
[ya había observado que en algunos que me venían a ver si estaban posesos,
en cuanto me ponía a orar por ciertas personas comenzaban
bostezos muy pronunciados]
pero no es fácil saber dónde están [es decir, en que parte del cuerpo están radicados],
sólo lo dicen cuando están débiles. Y suele ser mucho despues de manifestarse
por primera vez. Si no se manifiestan en la primera sesión es útil repetirla al día
siguiente. Así durante varios días.
Llegarán tiempos difíciles. No os preocupéis. Dejarlo todo en las manos de Dios.
No os preocupéis.
Soy San MIguel.

5 de agosto

Los demonios que estaban dentro de ella tenían estos nombres: Obsesión, Dolor y Josbel. Dentro seguían como en días anteriores Belcebú y Satán.

Rezábamos y rezábamos para que Satán dejara marchar a los demonios inferiores, pero no parecía tener fruto. Cuando de pronto hizo gesto de escribir y escribió: leer Apocalipsis.

Efectivamente la lectura de los versículos relativos a la lucha en el cielo hicieron gritar a Satán de un modo tremendo. Hubo que insistir mucho tiempo en la lectura y relectura de todo ese capítulo, y sobre todo insistía yo en las partes que veía que más le atormentaban. Por ejemplo: y ellos le vencieron en virtud de la Sangre del Cordero y por su Palabra. Leerle lo relativo a la Mujer en el cielo (la Virgen María), el recordarle que él era un dragón y cosas así se veía que tenía un efecto especial. Finalmente, antes de que dejara marchar a esos demonios nos dijo, obligado por la fuerza de la oración, que no habíamos hecho una cosa. La madre y yo fuimos diciendo varias cosas. A todo contestaba que no. Cuando dije: rezar por Pablo, entonces hizo un gesto afirmativo. Al cabo de un rato, tras algunos misterios del rosario, dijo que sí, que los dejaba marchar. En ese momento nos concentramos en hacer salir a los demonios inferiores.

Veinte minutos antes de que salieran Obsesión y Josbel les ordené que me dijeran qué había que hacer para que salieran. El demonio dijo: fe. Yo le ordené que saliera con toda la fe que pude, pero no salía. Después de muchos intentos, le volvía a interrogar y me contestó: fe, sin dudar. No acababa de entender aquello, yo no dudaba, ni poco ni mucho, no dudaba. Pensé que a lo mejor era una cuestión de intensidad, quizás yo no tenía fe suficiente. Tenía fe, pero quizá no lo suficientemente intensa como para lograrlo. Pero no. Se trataba sólo de insistir. Y así, finalmente salió.

Es interesante añadir que entre las cosas que San Miguel había escrito a través de la posesa en esa sesión estaba lo siguiente:

Esther debe venir
padre no ve, rezar por él, está influido.

Esther era una amiga de Marta. También ella estaba poseída y tenía que venir a que se orara por ella. Meses atrás, Marta y su madre primero lo habían sospechado y despúes habían llegado al convencimiento de que el mismo problema afectaba a Esther. Y habían hablado de este tema con ella, pero su padre se oponía a ir a un sacerdote de su diócesis o a venir a mi parroquia.

11 de agosto
 
Estaba presente en esta sesión don Secundino, párroco en Torrejón de Ardoz y tres personas más. Durante dos horas enteras no entró en trance, ni siquiera sentía nada. Después de tres rosarios enteros, entre otras oraciones, por fin comenzó a retorcerse y a gritar. Nos dijo que había dos demonios más: Odio y Discordia. Ambos salieron a la vez, aquello tenía su lógica pues la discordia es un producto del odio. Los sacó la oración sin necesidad de hacer nada especial. Quedaban Belcebú y Satán. Belcebú nos dijo, obligado por la oración, que para sacarlo había que invocar a San Miguel. Yo lo invoqué con mucha fe. Tenía en la mente una tabla flamenca que lo representaba vestido con un alba y estola blanca. Pero lo que más me impresionaba de esa pintura era la espada. Aquel ángel alto, de facciones delicadas y gesto suave, sostenía en su diestra una pesadísima espada medieval. Una de esas espadas de varios kilos de peso que hay que levantar con las dos manos. Aquel ángel flamenco de bucles rubios sostenía aquel arma sin ningún esfuerzo. 

Era como si dijera en silencio: soy bondadoso, pero si blando mi arma no habrá que repetir el golpe.

Durante el rato de oración que fue aquella sesión con Marta, me di cuenta de que la espada con la que siempre se representa a San Miguel es el símbolo del don que ha recibido para luchar contra el dragón. Esa espada es el regalo divino, su carisma, con el que puede hacer retroceder a la poderosísima naturaleza angélica (aunque caída) que es el Leviatán.

Durante la oración también me imaginé la Cruz de Cristo en el Gólgota, la auténtica, con todo detalle, y de ese Cuerpo clavado cayendo gotas de sangre. Y que esas gotas redentoras caían sobre la Serpiente que se retorcía apretando la base de la Cruz. En aquella visión imaginada parecía que la Cruz se clavaba en el Dragón. Pero en realidad no se clavaba, era la Serpiente la que se retorcía y, haciéndose una bola, la abrazaba con todas sus fuerzas, odio y dolor. Las gotas de sangre caían, pero no penetraban la piel dura y escamosa del reptil. Aquellas gotas deberían haber producido por su virtud su efecto redentor y sanador, pero en él sólo producian retorcimientos y sufrimeinto. La serpiente debería haber besado esa Cruz que abrazaba, pero un reptil no puede besar. Es imposible. Sólo morder. Satán es ya un ser de sangre fría, en su interior late un corazón frío. Es curioso, él debería huir lo más lejos posible de aquello que más dolor le produce. Pero no es así. Desafortunadamente los demonios por odio a lo sagrado, en esta guerra que ellos han declarado, se ven obligados (por sí mismos) a estar junto a aquello que más aversión les da. Precisamente porque lo odian y lo quieren destruir.

Este tipo de imágenes se las decía en voz alta a Satán. Era como hacer la oración en voz alta. Hacía la oración yo, pero dialogada. No me extraña que me dijera: ¡te odio!

Otra vez le dije: te he perdido el respeto. Y voy a hacer todo lo posible para que todos te pierdan el respeto. Volvió a repetir furioso e impotente: ¡te odioo!

Después San Miguel se encargó, él solo, de expulsar a Belcebú.

18 de agosto
 
Tenía un demonio más, cuyo nombre era Miedo, era un demonio mudo. Estaba un cura neocatecumenal, párroco de San Fernando de Henares, hombre de fe, muy asentado en la Palabra de Dios. Le permití con sumo gusto que durante un rato hiciera parte de la sesión de oración. Él, como buen neocatecumenal se centró en la Palabra de Dios, y la verdad que con mucho efecto. Recitó un salmo que se trataba acerca de la confianza en el Señor, un salmo que era justo todo lo contrario al miedo, óptimo para la situación. Tres horas y media después salió el demonio.

29 de agosto
 
Sólo tenía un demonio más, cuyo nombre era Dolor. Era un demonio mudo. También resistió durante más de horas sin dar el más leve signo de posesión. Después de tres rosarios enteros, conjurándole al acabar cada uno, por fin entró en trance. Salió enseguida y sin dar grandes gritos. En esta sesión escribió:

Muy poco, últimos días
tranquilos, no os preocupéis
Satán débil
seguir rezando es muy importante la oración
[Yo le pregunté a Dios, mirando hacia el sagrario, acerca de lo que debía hacer en varios casos de influencia demoníaca por los que estaba rezando. La respuesta fue:]
Insistir
[y ese verbo dentro de un recuadro]
vas a tener más casos
tranquilo
demonios se esconden
atención al más simple gesto
pueden estar sin manifestarse durante mucho tiempo
No hay nada que funciene siempre [para descubrirlos]
algunos no soportan las cruces en las partes donde ellos están.
Pero difícil saber.
Durante mucho tiempo la persona debe rezar.
Tranquilos, soy San Miguel
Rezar por Esther, ciegos
[Los padres de la amiga de Marta seguían ciegos.
Seguían sin querer admitir dónde estaba la
solución para el problema de su hija]

Lo relativo a los demonios ocultos me lo dijo porque seguía siendo mi mayor preocupación saber cómo descubrir ese tipo de casos. Me aterraba la idea de que alguien acudiera a mí y yo le dejara marchar, enfilado ya de por vida hacia el camino de fármacos y psiquiatras. La idea de que alguien confiara en mí, en mi ciencia, y yo le fallara era algo que me resultaba difícil de aceptar. Pero tampoco podía orar por cada uno que me venía a ver durante horas. Aquella situación me incomodaba mucho, pero había que aceptar la realidad. Las cosas eran como Dios las permitía, no como nosotros hubiéramos deseado. Pero lo que Dios permitía era siempre lo mejor. Si era difícil discernir ciertos casos, así debíamos aceptarlo puesto que de Dios dependía la ordenación de las cosas. La demonología era una ciencia, no una pequeña lista de consejos.

31 de agosto

Escribo estas líneas hoy, bastante tarde en la noche. Pero es que me ha llamado por teléfono la madre de Marta. Hemos estado hablando un rato. Una de las cosas que me ha comentado es que antes de conocerme, un día volviendo hacia su casa se encontró con un paso de Semana Santa que representaba a Cristo con la Cruz a cuestas, acabada la procesión de Viernes Santo, iban a devolverlo a la sede donde lo guardaban. Ella se quedó parada en la acera junto a mucha más gente que se había detenído en la calle para ver el traslado. De pronto, al pasar justo delante se detuvo. Y así estuvo un buen rato. Ella con los ojos fijos en el paso, tuvo la intuición interior de pensar que aquello significaba que le esperaba un tiempo de sufrimiento, un tiempo de cruz. Fue como si Dios me dijera que me esperaba un camino muy duro, me dijo. Y así fue.

Otro hecho curioso fue que en una ocasión la madre estaba rezando delante de una imagen de la virgen de Fátima en una iglesia. Había un lampadario eléctrico allí, delante de la virgen. El lampadario tenía sus velas apagadas, salvo una. Una siempre queda encendida, como bien sabemos los curas. Pues bien, de pronto, en medio de aquellas hileras de velas apagadas, una comenzó a brillar. Nadie había allí, nadie había echado dinero. Y, no obstante, la vela se había encendido. Este hecho aislado podía parecer una casualidad sin mayor relevancia. Pero el mismo hecho se repitió en otras cuatro ocasiones más. Y siempre al estar rezando delante de la Virgen. Concretamente, dos veces delante de la Virgen Milagrosa y tres veces delante de la de Fátima. Era como si la Virgen le dijera que escuchaba sus intensas oraciones, que no se preocupara.

Sea dicho de paso, al marcharse de delante de la Virgen Milagrosa veía que la vela se apagaba. Mientras que la vela delante de la Virgen de Fátima seguía encendida. Caundo me contó esto último sin darle más improtancia, vi que aquello podía albergar un significado: el milagro sucede y pasa, el mensaje de Fátima sigue vigente. El milagro grande de la última sesión pasaría, pero el mensaje de Fátima seguiría luciendo.

Vi una conexión entre el mensaje de Fátima y el caso de posesión de Zulema. Era como si la Virgen dijera: en Fátima os mostré el infierno, ahora os muestro al Diablo y sus demonios. La Virgen de Fátima mostraba la condenación, la Virgen de Zulema mostraba a sus moradores infernales.

La madre de Marta era de siempre muy devota de la Virgen de Fátima. En cada exorcismo ponía ella junto a la cabeza de su hija una estampa de María bajo esa advocación. Era siempre la misma estampa, ya vieja, arrugada, mordida por la posesa durante las sesiones. Aquella estampa era un testimonio del paso de los meses, de la oración de un año y medio. También me di cuenta -me di cuenta justo al escribir estas líneas que estás leyendo- que el caso de Marta lo que mostraba era el poder del rosario frente al Príncipe de las Tinieblas. En los últimos cuarenta años se habían elaborado muchas teorías teológicas muy eruditas acerca de los versículos de la Biblia en los que aparece el demonio. Teorías muy eruditas para demostrar que en realidad no había demonio. A pesar de esas teorías, a pesar de esas elucubraciones de despacho, nosotros teníamos sobre esa colchoneta gritando y retorciéndose al demonio de verdad, no a una hipótesis exegética sino a la Serpiente Antigua, al Homicida desde el principio. Y frente a la sencilla verdad de que el Diablo existía, la sencilla verdad del poder del rosario. La más sencilla y humilde de las oraciones frente a la fanfarria aplaudida una y otra vez de tantos teólogos en los que la oscuridad del error había penetrado. No tengo la menor duda de que esos teólogos desmitologizadores no rezarían mucho el rosario. El rosario es un modo demasiado simple de oración para inteligencias tan cultivadas e ilustradas como las de ellos. Por eso el lado oscuro penetró en sus corazones. Y comenzaron a destilar libros de error, donde por el contrario debería haber brillado la luz.

Todavía me acuerdo cuando fui a ver a cierto gran eclesiástico para hablarle de un caso de posesión que entraba en su jurisdicción. La conversación no me la hizo nada agradable. En cierto momento, humildemente le respondía a un comentario suyo con un pasaje del Evangelio: el relativo al poseso de Gerasa y la piara en la que entró el demonio. El prelado se limitó a decirme que leyera el artículo de no se qué prestigioso biblista, un apellido muy raro y extranjero del que no me acuerdo. Me lo dijo en el tono del que desde un trono muy alto te dice: no voy a discutir contigo, lee el artículo y verás que no hubo ni poseso, ni piara, ni domonio. Y por supesto no quiso entrar en hablar del versículo conmigo.

No sé los méritos que tendrá alquel exegeta para negar la posesión del endemoniado de Gerasa, lo que tengo muy claro es que no habrá tenido a muchos posesos delante retorciéndose sobre una colchoneta.

Otra cosa que el caso de Marta debe recordar a todos los exegetas, y fíjense que dito "todos", es la primera verdad a la hora de leer la Biblia: es la Palabra de Dios, y Dios no dice mentiras. Cuando Dios nos dice que algo sucedió, sucedió de verdad. Y sucedió tal como Él lo cuenta. No sólo el demonio no es un símbolo, sino que todos los hechos históricos narrados por la Biblia, sucedieron. Y sucedieron tal como se narran en esa Palabra santa y sagrada. El veneno del demonio ha calado en demasiadas inteligencias de biblistas. 

Quizá no haya parte de la Teología donde más haya penetrado el error del Príncipe de las Tinieblas. También creo que Dios se servirá algo de este caso del demonio, para mostrar el veneno que él mismo inoculó. Porque si son verdaderos todos los pasajes bíblicos relativos al demonio, con mayor razón lo pueden ser los que nos hablan de milagros y hechos protentosos.

4 de septiembre
 
Expulsamos a un demonio cuyo nombre era tan complicado de pronunciar que prácticamente era imposible. Le preguntamos que qué significaba ese nombre que sonaba a algo parecido a Jaisander. Dijo que el-que-negó-a-Dios. El espíritu llamado Miedo también vino, la posesa lo señaló en un lugar concreto de la capilla. Antes de cada sesión, yo asperjaba con agua bendita todo el perímetro interior de la capilla subterránea donde rezábamos, y pedía a Dios mientras hacía tal operación que Él alejase a los demonios para que no pudieran ayudar a los que estuvieran dentro de la posesa. Sin embargo, si alguien invocaba a los demonios para que vinieran, entonces podían entrar. Y Satán dijo que Pablo en ese momento le estaba invocando. Al final, asperjiendo con agua bendita en el lugar que me indicó, bendiciendo hacia ese sitio con la cruz y exorcizándole, marchó el demonio llamado Miedo. Así nos lo dijo Satán.

Sin la ayuda de ese demonio, el-que-negó-a-Dios no tardó en salir. Estaba muy debilitado, no en vano llevábamos ya dos horas. Y otra vez volvió a quedar Satán solo.

13 de septiembre
 
Los demonios manifestaron su presencia con gritos y sollozos desde el princpio. Los nombres de los demonios eran Tristeza, Separación, Perversión y Miedo.

20 de septiembre
 
Desde el princpio de la sesión se manifestaron los demonios cuyos nombres eran Isomnio y No. El primer demonio le había provocado no poder dormir durante toda aquella semana. El segundo tenía como nombre "No", es decir, el-que-ha-dicho-no-a-Dios. El primer demonio no tardó demasiado en hablar y ceder a nuestro interrogatorio. Dijo su poca resistencia se debía a que era de poco rango. No manifestaba demasiado furor ni contra Dios ni contra nosotros. Le pregunté una cosa y dijo: ¡pero qué tonto eres! ¡Qué tonto! Y lo repitió varias veces como con cansancio de ver lo necio que era yo. Pues mira, le dije, este tonto te va a expulsar con el poder de Dios. Y le expliqué como era un desdoro para él que un tonto le lograra expulsar. Ser expulsado por un sabio o un santo era menos denigrante que ser expulsado por un tonto. El asunto no le hizo gracia. A mí conforme se lo iba explicando sí que me hizo gracia. De hecho en un momento dado mi explicación a aquel ángel rebelde fue tan graciosa, lo reconozco, que no pude aguantarme la risa, ni tampoco la madre de Marta. El demonio también se rió, poco, sin carcajada, de forma muy baja, pero rió.

Aquel demonio no había manifestado furor contra nosotros, ni contra Dios, pronto nos había revelado el nombre del otro demonio, no parecía muy peligroso. Así que le dije: que sepas que de todos los demonios que han pasado por aquí me pareces el más simpático. El demonio no dijo nada, aquella consideración mía era evidente que no le desagradaba.

Aquel demonio al fin y al cabo era un ser libre, con inteligencia y voluntad, con algunos sentimientos, por lo cual tuve la idea de decirle alguna cosa que le animara a querernos y salir pronto. Pero al instante se me encendió una luz interior que me dijo: si él no ama a Dios, que merece ser amado mucho más que tú, mucho menos os va a amar a vosostros.

Así que opté sólo por orar y ordenarle que saliera. Después de tres rosarios, estaba yo orando en lenguas cuando de pronto comprobé con turbación que sólo me salía de la boca un sonido hecho sólo con los labios y no articulado con la garganta, un sonido que sonaba a un breve y repetitivo psi. Hubiera querido orar otra cosa, pero de mi boca sólo salía ese bisbiseo en voz muy baja que decía: psi, psi, psi... Estuve más de diez minutos dicienco eso. Yo pensaba en mi interior: Señor, me siento ridículo ante todos por repetir esto que no parece que pueda significar nada. Pero si tu quieres que diga eso lo diré una y otra vez.

Aunque ese psi, psi, psi a mí no me sonaba a nada que pudiera tener un significado, sin embargo, le producía una verdadera tortura al demonio. Al final salió. Y al siguiente demonio le pregunté cuál había sido la causa de que saliera. Y repitió ese sonido que yo pronunciaba. ¿Pero qué significa?, le dije. Espíritu de Dios, fue su respuesta. Aquel sonido me parecía que difícilmente podía pertenecer a una lengua, así que le ordené que me dijera a qué lengua pertenecía. No dijo nada. Entonces dije a todos que rezáramos un avemaría para que nos dijera a qué idioma pertenecía aquel sonido extraño. El demonio no dijo nada, pero mientras rezábamos muy concentrados el avemaría comprendí que era griego.

El espíritu No era más maligno. Costó muchísimo más sacarlo. Una de las cosas que más le atormentaba era mandarle que abriera los ojos, después ordenarle que mirara al crucifijo que sostenía ante él y cuando lo estaba mirando decirle: mira a Jesús crucificado, Jesús es afirmación. En cuanto le decía que Jesús es la afirmación de Dios, retiraba atormentado la vista y cerraba los ojos en medio de gritos de dolor. No resistía la visión del Crucificado oyendo aquello.

Le ordené: Te ordeno que le mires y recuerdes el momento de la crucifixión. Tu estabas allí. Pero ante mi sorpresa, repuso: Yo no estaba allí. ¿Por qué? No había nacido, respondió. Resultaba que aquel espíritu codenado era humano. Los humanos condenados reciben un nuevo nombre tras la reprobación eterna. Con este espíritu en concreto fue curioso que, al final de la sesión, la posesa movía la cabeza de abajo arriba como asintiendo. San Miguel le obligaba a asentir. Ironía: el demonio No se veía obligado a asentir. San Miguel le obligó finalmente a salir.

Los demonios más fuertes no son expulsados por el poder del exorcista. El exorcista los hace sufrir, los debilita, pero tiene que ser un ángel enviado por Dios el que los expulse. En este caso, como en otros, el mismo demonio fue hasta la cruz del altar y se agarró a ella. Después se arrodilló sin soltar la cruz y allí estuvo más de media hora. Al final salió, aunque estuvo todavía unos minutos cerca de la posesa, a menos de un palmo de ella. Así nos lo indicó a la fuerza Satán. Hubo que seguir rezando diez minutos más para que se marchara definitivamente.

El caso de No -un alma condenada superior en jerarquía a un demonio- demostraba que había hombres réprobos que habían odiado más a Dios que algunos espíritus rebeldes. La frase popular eres más malo que un demonio resultaba ser cierta en algunos casos.

27 de septiembre
 
Había dos nuevos demonios más: Kadetdsar y Enfermedad. La furia y odio de Kadetdsar al hablar era muy notable. Dijo que su nombre significaba Impuro. La posesa estaba sentada en el banco pues realmente no hacía falta sujetarla, su madre y yo estábamos a ambos lados de ella. El resto de la gente, dos laicos y otro párroco de la diócesis, rezando el rosario estaban en el banco de enfrente. En un momento dado en que le echaba agua bendita se levantó y con ojos de rabia me propinó un fuerte golpe en el costado izquierdo de la cabeza. El golpe resultó lo suficientemente grande como para que dejara el hisopo y me tuviera que sentar en el banco. Después de aquello, Marta se puso más violenta y entre todos los presentes con mucho esfuerzo hubo que colocarla sobre la colchoneta resistiéndose ella con todas sus fuerzas. Al cabo de una hora sintío arcadas y vomitó saliva y baba blanca. Pero todavía no salió. Después escribió con letra grande (cada demonio tenía su propia letra) lo que sigue:

echar a Enfermedad, es mucho más fuerte
echar a Satán
final ya
muy, muy, muy cerca
no perder fe
tratan de desanimar
ser fuertes, todo va a ir mucho mejor
estoy con vosotros
soy San Miguel
Rezar profesores, Pablo manda hechizo
tranquilos, todo irá bien, no enfermedad, Dios no lo va a permitir
Tiene un hechizo muy fuerte
rezar por ella importante
rezar por Pablo ha empeorado en maldad
Dios no va a permitir daño
tranquilos. Dios está con vosotros
fe
Dios no abandona nunca
Dios escucha siempre

Seguimos con nuestras oraciones: invocábamos a San Miguel, rezábamos rosarios, leíamos partes de la Biblia. En un momento de la sesión dijo que allí en la capilla había mil demonios. Podía ser mentira tal afirmación, podía ser cierta. Encualquier caso, allí estaba el jefe de todos ellos. La misma Alexia, una niña santa de la segunda mitad del siglo XX, dijo que en un momento dado vio la habitación de su hospital completamente llena de hombrecillos negros.

La afirmación que acabábamos de escuchar podía ser tanto falsa como verdadera. Por si acaso, asperjé con agua bendita por toda la capilla e hice señales de la cruz en el aire pidiendo a Dios que alejara de allí a todo demonio. Antes de cada sesión lo primero que yo hacía antes de recitar la letanía de los santos era asperger con agua bendita y pedir a Dios que alejara de allí todo demonio. Pero si alguien invocaba a los demonios, tal oración no suponía una barrera infranqueable. Y a veces, como aquella mañana, Pablo a esa misma hora estaba conjurándolos para que entraran en Marta.

¿Por qué esa coincidencia en el día y la hora? Nosotros sacando y él metiendo, nosotros exorcizando para que salieran y él conjurando para que se introdujeran. A eso le he dado muchas vueltas. Le pregunté a Satán si Pablo sabía algo acerca de los exorcismos: pero dijo que no, que no sabía nada. ¿Entonces como era posible tal coincidencia? Después de meditarlo mucho, estimo que la razón se halla en que las personas que están tan compenetradas y poseídas del demonio tienen una especial comunicación con los espíritus del mal. Es decir, que los demonios a Pablo le incitaban, le tentaban a invocarles y él con facilidad accedía a esos impulsos internos que sentía.

Es interesante observar que le dije que abriera los ojos y mirara a la Virgen María. Al decirle aquello me refería a la imagen románica de Nuestra Señora que había en la cripta. Una imagen de una Virgen sonriente con un Niño en sus manos y unas flores en la otra. Pero la posesa abrió los ojos y miró hacia arriba, hacia un punto concreto de la capilla a nuestras espaldas. Miró con terror, y todas las veces que le repetí la orden, no dejó de mirar con terror y temblor hacia ese punto. ¿Por qué? ¿Por qué hacía eso la posesa? Si la Virgen María está en los cielos, porqué miraba hacia ese lugar del techo de la capilla. Después, meditando, recordé el Evangelio cuando dice cuando dos o más se reúnan en mi nombre Yo estaré en medio de ellos. Habíamos rezado tres rosarios, la habíamos llamado con fe muchas veces. Ella estaba allí presente. No con su cuerpo, pero estaba, y el demonio notaba esa presencia de alguna manera. Y la notaba no de un modo etéreo, sino viéndola en un lugar concreto. Aquello supuso una enseñanza para mí que podría recordar toda mi vida, pues significaba que cuando rezamos la Virgen no sólo nos escucha, sino que a veces, incluso, viene y se hace presente aunque no la veamos.

Los dos demonios salieron de Marta. Antes de salir del cuerpo, el mismo Kadetdser rabioso y a la fuerza dijo con voz entrecortada la fórmula que debíamos recitar para que saliera: En el nombre de Jesucristo, ¡Dios está aquí!, salid, salid, ¡Dios está aquí! Aquí no tenéis nada que hacer; salid, salid, en el nombre de Jesucristo. La posesa hablaba con la cara muy congestionada, con ojos literalmetne inyectados en sangre. Después de cuatro horas, los dos demonios salieron.

4 de octubre
 
Había dentro otro demonio cuyo nombre era Maldad. Durante tres horas y cinco minutos no dio el más mínimo signo de estar ahí. Sólo tras cuatro rosarios puso los ojos en blanco y se manifestó. Nos clavó las uñas, nos escupió. Salió en forma de varios bostezos muy profundos y prolongados.

Sea dicho de paso. Tanto Marta, como su madre, como yo, tuvimos una misma sensación: que el nuevo psiquiatra que ese día vino, tenía un demonio oculto y que además estaba grabando el sonido de aquella sesión. Fue sólo una sensación sin nada externo que corroborara aquello, pero los tres tuvimos la misma impresión.

18 de octubre de 2003

Había dos demonios nuevos: Jasar que significa Muerte y Daheirsea que significa Maldad. Si el primer nombre resultó difícil escribirlo, pues su pronunciación era complicadísima, el nombre del segundo demonio rozaba lo imposible. Al final nos conformamos con que lo escribiera. Estos dos demonios eran mudos. Salieron sin especiales aspavientos al cabo de tres horas y media.

Durante la sesión escribió:
dolor, desesperación, peso, obsesión
Daheiersea que significa Maldad
rezar importante [para] neutralizar hechizos
Pablo-Muerte
muy mal, daño arraigado
rezar por él y por ella
hechizos fuertes
tranquilos, Dios está con vosotros
fe
fe
al rezar se neutralizan los hechizos, pero demonio que los ejecuta no es
fácil echarlo debéis confiar mucho en Dios
La Estrella brillará
fe, Dios está con vosotras
soy San Miguel

Durante los días precedentes a la sesión estuve revisando los papeles escritos hacía meses por Marta durante una crisis de posesión. Y descubrí algo a lo que en su momento no le di interpretación, ni importancia. Tan era así que no le había dado importancia, que ni siquiera lo había consignado en este diario. Se trataba de un dibujo. Era una cruz entre dos estrellas, sin texto. La cruz estaba muy remarcada. A la izquierda de la cruz había una estrella de cinco puntas, a la derecha una estrella redonda con muchos rayos.

La estrella de las cinco puntas que estaba a la izquierda era el típico pentagrama que simbolizaba al Diablo. La estrella de la derecha simbolizaba a María. Me fijé en un trazo descolocado de esa estrella de la derecha, y vi que lo que parecía un error del dibujo no lo era. Pues el trazo descolocado de una de las puntas formaban una M y una A entrelazadas. Es decir, esa estrella simbolizaba a María. Me sorprendió este tipo de sutilidades en un dibujo hecho con los ojos en blanco y cerrados, dibujando sobre el vientre estando ella completamente tumbada sobre la colchoneta del suelo.

El significado del dibujo estaba claro aunque no tuviera palabras. Ellas iban a tener mucha cruz, por eso estaba tan recalcada, entre dos estrellas. Entre el Diablo que había sido el origen de todo esto y la Virgen María, que sería el final de todo este sufrimiento. 

Al decirle todo esto por teléfono a la madre, ella me recordó que su hija había escrito más de medio año después de venir por primera vez a Zulema una estrella con un tres. ¿Sería la tercera semana de Navidad? Durante algún tiempo así lo creí, en el primer año de sesiones, después, al pasar la fecha, pensé que no era nada. Pero ahora, en octubre, en el segundo año de sesiones, volví a considerar que quizá esa era la fecha. Fecha que ni Satán conocía. Pues varias veces así me lo había tenido que reconocer furioso.

También me había dicho que temía cada sesión, porque pensaba que cualquier día podía ser el día señalado. Especialmente las palabras haec est dies, éste es el día, le producían un temor extraordinario que era patente, era un pavor que por más que se esforzara no podía contener. El versículo del salmo rezaba de esta manera este es el día que hizo el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo. Cada vez que meditaba estas palabras no dejaba de alegrarme pensando en el día en que las recitaríamos con un cántico de alabanza por aquella liberación.

El asunto de la estrella me llevó a pensar en la Estrella de los Reyes Magos. Este caso de posesión había comenzado por la magia. La magia se extendía como una plaga por toda la Europa otrora cristiana. La Estrella de Navidad nos recordaba que eran los magos los que debían ir a Jesús, y no los cristianos los que debían ir a los magos. Aquel caso de Marta les era dado a los creyentes (practicantes y no practicantes) como un mensaje de que la magia llevaba a la posesión. Muchos cristianos ignorantes, en este siglo XXI, estaban siguiendo una estrella oscura, una estrella caída, sin saberlo. Dios Padre, una vez más, haría brillar a su estrella para mostrar el camino, que siempre es Cristo.


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