TERCERA PARTE/EXORCISMO DE MARTA
25 de abril
Marta, estuvo muy enferma cuatro días. Tenía un demonio mudo
llamado Muerte, enviado para matarla. Estuvimos dos horas con
aquel demonio mudo que la mantenía en trance pero que no decía
nada, ni una palabra. Al final pensamos que si el demonio mudo no
hablaba, Lucifer sí. En cuanto le ordenamos que hablara, habló
y rugió. Al ordenarle que nos dijera como saldría dijo que
rezando. Y haciendo eso, al final salió.
24 de mayo
Las primeras comuniones y compromisos parroquiales de mayo ha
sido un mes muy ocupado y las sesiones han tenido que ser
pospuestas. Estaba hoy acompañado de dos religiosos.
Desde el principio había tres demonios: Satán, Lucifer y
Fireflea que significa "pulga de fuego". Pensé que
quizá era Firefly (luciérnaga) en vez de Fireflea (pulga de
fuego). Pero al preguntárselo me dijo que la luciérnaga era
algo bello. Con lo que significaba que no, que él era Fireflea.
Le decía yo a ese demonio cosas como que el agua bendita que
le daba a beber y que le asperjía apagaba su fuego, y que la
Mujer apastaba su cabeza. Pero eran las oraciones vocales que rezábamos,
avemarías, lo que más le atormentaba. El demonio estaba
localizado en el vientre.
Finalmente, San Miguel o Santa Catalina de Siena, le obligaron
a arrodillarse justo delante del altar. Se produjeron los
aullidos y lloros aterradores de tantas sesiones. Su cara estaba
congestionada. Las lágrimas caían sobre la base de madera del
crucifijo del altar mientras la posesa se agarraba a la cruz.
Después la envié al sagrario. Al ir hizo lo mismo que había
hecho con la cruz, ella, espontáneamente, se dirigió con paso
pesado a los pies de la imagen de Nuestro Señor, se arrodilló
junto a sus pies mientras con las manos abrazaba el sagrario. Se
había abrazado al sagrario como a la cruz, sin rabia, sin odio,
sólo aullando y llorando. Los que estábamos alrededor no hacíamos
más que rezar avemarías, pues era evidente que invisiblemente
algo estaba pasando. Un santo o un ángel le ordenaba hacer todo
aquello que le atormentaba como un exorcismo.
Fireflea salió, pero los demonios que quedaban hacían que la
posesa siguiera aullando y llorando. Aquella orden invisible se
prolongó durante más de media hora. Finalmente calló, quedó
en silencio, calmada aunque en trance, pero todavía seguía de
rodillas. Como nosotros no la estábamos exorcizando y ella seguía
en trance pero con compostura devota ante el sagrario, no nos
movimos y permanecimos todos de rodillas ante el sagrario. Después
hizo gesto de que le diéramos papel para escribir. Y escribió:
cruz = fin
importante concienciación
final muy cerca
cuando abraza lo que más odia el final está muy cerca
no desesperéis
luego irá todo mucho mejor
paciencia y fe
Dios os escucha siempre
no lo dudéis nunca
soy San Miguel, tranquilos
seguir rezando por Pablo
rezar; rezar
encomendaos a Dios
llamarme que yo iré
Dios está con vosotros
Justo antes de escribir había dicho "cruz sinónimo de
fin". Yo sabía muy bien a que se refería. Estaba seguro de
que justo cuanto todo estuviera para acabar se desataría una
tormenta. Una tormenta eclesiástica contra mí. Aquello
confirmaba esa intuición que tenía yo desde hacía meses.
7 de junio 2003
Estamos solos la madre, la hija y yo. Y tres demonios. Pronto
contestó el inferior que además de Satán y Lucifer estaba otro
llamado Odio. Hacerle la señal de la cruz era lo que más le
atormentaba. Yo le hablaba del amor de Jesús, del amor de Dios.
En un momento dado, y sin hacerle ninguna pregunta, hizo gesto de
querer escribir. Al ponerle las hojas sobre el vientre escribió
con una letra distinta a todas las letras anteriores:
las cruces en la cabeza casi ninguno las soporta
muy importante
hazlo a todos
cuando vengan a ti
a ninguno [de los demonios] le gusta
signo tú hacer siempre
Estas líneas se las obligó a escribir San Miguel, para que
supiera cómo hacer para descubrir a los demonios que se ocultan
cuando un acerdote trata de discernir si alguien está poseso. Y
es verdad que el padre Amorth siempre hacía sus oraciones con un
gran crucifijo en la mano con el que hacía cruces en la cabeza
cuando alguien llegaba a ver si estaba poseso.
Al final el demonio llamado Odio salió, pero cuando le
pregunté si efectivamente había salido, la posesa con los ojos
en blanco y sin decir nada señaló un punto cerca de ella. El
demonio estuvo todavía más de media hora sin alejarse de la
posesa. Hacer la señal de la cruz en el aire, bendiciendo, es lo
que hay que hacer en estos casos para alejarles definitivamente.
Aunque esto puede demorarse, incluso tanto como en este caso:
media hora. Sabemos que eso es lo que hay que hacer, porque después
de tantos rosarios a la pregunta de qué había que hacer para
que se fuera, la respuesta fue levantar lentamente el brazo y
hacer una señal de la cruz en el aire con la mano hacia el lugar
donde había dicho que estaba. Lo mismo nos había dicho Lucifer
muchas semanas antes respecto a otro demonio. En este caso añadió
que hacer la señal de la cruz y asperger con agua bendita.
Cuando llevábamos más de un cuarto de hora intercalando
oraciones y estas dos cosas y seguía sin marcharse, y yo insistí
en preguntar que qué más había que hacer la respuesta fue: ¡impacientes!
Pero de pronto emergió una voz completamente distinta de la
posesa, una voz que era exactamente igual a la de la niña de la
película El Exorcista. No voy a tratar de describir la voz
porque era idéntica a esa. La nueva voz dijo que la secta satánica
estaba invocando a los demonios. Al preguntar el nombre del nuevo
demonio nos dijo que era Soberbia. Le hablé de la humildad de
Cristo, e incluso de la humildad de Dios. Le repetí que más valía
servir en el cielo que reinar en el infierno. Se retorcía de
dolor al oír aquello. También señaló la zona exacta del
cuerpo donde estaba, la parte posterior de la cabeza. Al hacer
allí la señal de la cruz se retorció y gritó de un modo más
desesperado. Pero la secta seguía invocando a demonios para que
vinieran en ayuda de los que allí había. Era como la comunión
de los santos, pero a la inversa. La voz de Soberbia nos dijo que
en la capilla había dos demonios más: Jaizel y Dolor. Incluso
nos señaló donde estaban, sobre el altar. No llegaron a entrar
porque nos pusimos a rezar por el miembro de la secta que les
estaba invocando. Cuando una secta hace eso, lo mejor es rezar y
rezar por el que está invocando a los demonios.
También a Soberbia la señal de la cruz era lo que más le
atormentaba. Es curioso que la madre en un momento dado le puso
una pequeña cruz en la mano de la posesa, y al instante la hija
dió un quejido y dijo: me ha pinchado, vuelta completamente en sí
y señalando un punto concreto de un dedo de la mano. Fue una
vuelta en sí repentina. Y en la pequeña cruz nada podía
pincharle. Pero al instante volvió en sí.
Finalmente la posesa se puso de rodillas y dijo: No puedo nada
contra Dios. Y se agarró a la cruz del altar. Lo hizo espontáneamente
sin que se lo ordenáramos.
Salió el demonio tras veinte minutos de gritos tremendos. Los
otros demonios Jaizel y Dolor también se habían marchado. Sólo
estaba Lucifer y Satán. Y a juzgar cómo gritaba Lucifer estaba
pronto a salir. Y así fue, una hora después, salió. Hay que
reseñar que cuando estaba gritando y gritando pero no salía, le
ordené en latín: quae formula usare debo ut exeas?, ¿qué fórmula
debo usar para que salgas? Y al momento dijo: En el nombre del
Dios de la Saud, del Dios de la Luz, te ordeno que salgas
inmediatamente. Recitó la fórmula lentamente, haciendo pausas
para que la repitiera. Si el poder de la oración obligaba al
demonio a hacer aquello, había que reconocer que era un poder
impresionante. Seguí repitiendo esa fórmula varias veces y al
final salió.
Cuando salió oré un poco para asegurarme de que no estuviera
dentro. En seguida emitió quejidos y quejidos. Le pregunté si
era Lucifer. ¿Es que no me reconoces? Me preguntó Satán con su
furia habitual y su voz algo distinta, algo más agresiva que la
de Lucifer.
Lo más gracioso de Lucifer era que a cualquier pregunta que
le hiciera siempre me espetaba con un tono muy peculiar: ¡Qué
tonto eres! ¡Pero qué tonto...! Siempre repetía esta frase con
un soniquete especial, burlesco, alargando la primera "o".
Aunque en cambio me produjo una cierta vanagloria cuando en dos
ocasiones, repitiendo yo con toda tranquilidad una oración en
lenguas, Lucifer no se aguantó más y gritó furioso: Me pone
enfermo tu paciencia. ¡Pero es que no te cansas nunca!
Yo, desde que Lucifer me dijo lo tonto que era, he dejado de
considerarme un gran teólogo.
14 de junio 2003
Estábamos un sacerdote que se dedica a ayudar a los enfermos
de sida de las monjas de la madre Teresa de Calcuta, la hermana
de ese sacerdote y yo.
En la posesa estaban sólo Belcebú y Satán. En mitad del
exorcismo tuve que marchar a Los Hueros a bautizar a cinco
infantes. Pasar del exorcismo a los bautizos es un interesante
contraste. Aunque el encanto del rito se rompió por los
familiares cargados de cámaras que no dejaban de hablar sentados
en sus confortables bancos. Recuerdo que no hacía más que pedir
silencio, pero ellos seguían a lo suyo. Aquella iglesia llena de
familiares que charlaban entre sí deseando que acabara cuanto
antes el bautismo, era un espectáculo patético. No recuerdo
cuantas veces tuve que pedir silencio. En un momento dado pensé
que prefería el exorcismo, al menos el demonio te hace caso.
El bautizo acabó y volví a Zulema, regresé a las oraciones
por la posesa. Al cabo de un rato le pregunté a Belcebú: ¿qué
es lo que concretamente te hará salir?
Y el añadió: ¿Qué o quién? Su tono fue encantadoramente
juguetón.
Era evidente que se refería a San MIguel, pero insití en mis
órdenes hasta que lo dijo. Tras invocarle durante un rato, añadió:
comunión.
A los veinte minutos de la comunión salió.
Y después escribió:
Tranquilos, no entran
[pensaba la madre que la secta haría que entraran más]
Seguir rezando
comunión importante
[para que no entraran más]
sesión anterior
lección:
deben seguir los exorcismos
yo estoy con vosotros
no temáis ni os desaniméis al pensar concienciación lenta
todo llegará a su debido tiempo
es muy importante concienciación
[subrayado tres veces]
muchos demonios ocultos en personas que no lo saben.
Tener fe
Dios os escucha siempre
Soy San Miguel
tranquilos
no os preocupéis
Y al cabo de un rato de dar gracias a Dios, dimos por
concluida la sesión. Es curioso que en un momento dado le
pregunté yo si la secta sabía que nos reuníamos a esa hora
para el exorcismo. Y dijo que no sabían nada.
26 de junio
Me llamó la madre por teléfono para decirme que en casa había
escrito lo siguiente:
obsesión
ella no caso
no solución.
muerte
Se refería a que Pablo, el chico de la secta satánica,
estaba obsesionado con ella, que no debía fijarse en él, pues
si le hacía caso se complicaría extraordinariamente. También
decía que él estaba tan decidido a seguir en el mal que no había
solución. Y que por lo tanto le esperaba la muerte. Cosa que yo
ya llevaba presintiendo desde hacía tiempo.
Cuando alguien está voluntariamente haciendo daño a alguien
a través del satanismo y comienza a recibir muchas gracias
espirituales de arrepentimiento, porque alguien reza por él. Si
resiste a esas gracias abundantes y poderosas, Dios se lo lleva
con él. Porque la vida sólo le servirá para aumentar su
iniquidad.
Por aquel chico que era la causa de la posesión, el
invocador del demonio, la madre había rezado mucho, muchísimo,
durante meses. Y él había rechazado todas las gracias. Yo,
desde hacía meses, veía que si seguía diciendo que no a Dios,
Él lo llamaría a su presencia. El demonio siguió escribiendo:
no salvación a los hijos de Satán
no salvación
libertad
él nunca feliz
no [se da] cuenta
No salvación a los hijos de satán.
Aviso [esta última palabra estaba metida en un recuadro doble]
los pactos hacen eso.
No [metido en un recuadro] salvación.
Tú no entender nada.
No Pablo almas perdidas [eso lo dijo porque la madre comentó que Pablo sería como un
alma perdida. Pero quedaba claro que no, que iba hacia la
condenación]
La voluntad lo niega [porque la madre antes había dicho que las almas perdidas no
niegan a Dios]
Él lo odia.
La madre le preguntó al demonio que si la familia del chico
de la secta satánica era creyente y que si estaba bautizado,
confirmado o algo así. De palabra el demonio respondió que no.
Después escribió:
Inocencia perdida, fealdad de espíritu [le preguntó que si Pablo sólo tenía a Satán dentro]
Muchos
tonta, él malo.
Lo único rezar
Yo no quiero que nadie rece, quiero que la gente no crea en
Dios. Quiero perder el máximo de almas posibles y llevarlos a la
más completa desesperación y pena, a la destrucción. Los
seduzco con falsas promesas que nunca cumplo para atraerlos a la
oscuridad.
Hay gente que sin saberlo se va hundiendo poco a poco porque
no me ven. No saben que detrás de "pequeños" vicios
estoy yo [la palabra pequeños la escribió entre comillas y yo dentro
de un recuadro]
San Miguel me obliga a escribir porque ellos deben saber para
poder defenderse y no caer en mis redes. Yo busco su perdidión.
La gente debe volver a Dios de forma intensa, rezar; hablar con
Dios, perdirle lo que necesitan, Él os escucha siempre. Yo
influencias fuertes para que la gente no crea. Les incluco no
creencia, no moral, nada es pecado, todo está bien, les incito a
la destrucción.
Los odio.
Ellos no se dan cuenta.
las cosas deben cambiar:
Tienen que saberlo: cuanto más se alejan de Dios más actúo
yo
soy Satán.
Reza por ella lo necesita mucho.
Tranquilas. Es pasajero, pasará.
Después de eso me dijo la madre que volvió en sí. Pero me
decía que los días pasados habían sido horribles. Los demonios
entraban y salían, abría los ojos como si fueran a salirse de
sus órbitas, tenía risas maléficas, sacaba las uñas, quería
agredirle, alguna vez le cogió del pelo. Pero había como una
fuerza invisible que impedía que después le tirara del pelo
aunque quisiera hacerlo. Había una orden de Dios que prohibía
que le pudiera hacer daño de verdad.
Durante esos días, en uno de esos momentos de furia la madre
se rió del demonio y entonces le gritó: ¿es que me has perdido
el respeto? Yo después reflexionaba ante esa pregunta llena de
odio: una madre indefensa frente a Satanás. Sí, no daba ningún
miedo. A un cristiano, desde luego no.
28 de junio.
Hoy estaba presente un médico forense de Murcia. Había tres
demonios: Perdidicón, Belcebú y Satán. El primer demonio salió
al cabo de dos horas. No supe qué era lo que más le atormentaba.
Al final salió mientras le decía al oído, en medio de
horribles alaridos, que estaba en un lugar de salvación, que
Dios era un Dios de salvación, y cosas de ese tenor.
5 de junio
Había dos demonios nuevos. El primero en salir fue Muerte, el
último Castigo. Muerte había entrado esa misma mañana, durante
la sesión. Lo sabíamos porque al cabo de mucho rato el demonio
dijo con voz odiosa, que mientras nosotros rezábamos, Pablo
estaba invocando a los demonios para que entraran. Por eso no le
dio tiempo a provocar ninguna enfermedad.
Al demonio Castigo le recordaba que Dios es redención, que
Cristo era salvación, que él -el demonio- estaba en un lugar de
salvación. Al final escribió:
Dios es redención
[le hice cierta pregunta teológica que me interesaba mucho.
Pero su respuesta fue:]
no puedes saberlo todo
[le pregunté qué había que hacer para sacarlo]
fe
lo que haces siempre
fe
no confiar en ellos
engaño
Castigo=desobediencia=engaño
castigo
ten fe
Hacia el final de la sesión, yo ya bastante cansado y con el
tiempo de la mañana agotándose, volvía a preguntarle que cosa
concreta sería la que que lo expulsara de ese cuerpo.Por varias
veces su respuesta fue: fe.
Junto al sagrario trataba yo de hacer los más intensos actos
de fe. El demonio estaba a punto de salir, pero no salía. Al
final, un profesor de lingüística de la universidad de
Valladolid, Francisco Pescador, dijo desde su banco: ¿por qué
no rezamos el credo? La sugerencia de aquel profesor que no había
abierto la boca en toda la sesión no me pareció mal. Al final
del credo, tras una gran agitación, salió.
15 de julio
Tuvo al comienzo de la sesión un par de minutos de trance.
Después rápidamente movió la mano como para apartar algo de
delante de la cara. Había salido del trance, repentinamente,
ante nuestra sorpresa. Pero la consciencia no duró más de un
par de segundos, al momento regresó al trance. Mas al poco, tornó
a hacer el mismo gesto y esta vez añadió no sé, he visto como
mosquitos en esta parte y señaló delante de la cara donde había
hecho gesto de apartarse algo. Lo extraño es que ya no volvía a
entrar en trance. Yo rezaba y rezaba, pero no había ninguna
reacción.
Por más que oramos, la chica siguió consciente durante dos
horas, completamente normal. Lo único que sentía era dolor en
el estómago. Después de hora y media, ese dolor se trasladó a
un punto de la sien que señaló con total precisión. Sólo tras
dos horas, entró en trance. Tras quince minutos más dijo que
tenía un demonio mudo llamado Jáim, que significa Oscuro, y
Belcebú. Jáim cuando más sufría hacía poner a la posesa una
cara de inmensa tristeza a la vez que profería unos gemidos
parecidos a los de un perro que sollozara. Salió en aquella sesión,
pero Belcebú no.
25 de julio
Tenía tres demonios mudos, además de los dos que quedaban de
la sesión anterior. Los tres demonios salieron en media hora.
Después que esos tres salieron, Belcebú nos dijo que sus
nombres eran: Miedo, Odio y Desesperación. Durante el resto de
la sesión no sucedió nada especial. Hacia la mitad de la mañana
un santo (probablemente San Miguel) le obligó a dirigirse por su
propio pie hacia el altar y allí estuvo tres cuartos de hora
agarrada a la cruz del altar, llorando y aullando.
Yo no le había ordenado hacer eso, sin duda fue un ángel. De
hecho, ella fijó su vista en un punto cercano a la derecha del
altar, como si estuviera mirando a alguien con horror.
Cuando en un momento determinado de un exorcismo (normalmente
hacia el final de la sesión), un poseso grita y aulla como si
estuviera en los peores momentos de las conjuraciones del ritual
y el exorcista no hace ni dice nada, es que ha venido un ángel o
un santo y ha entablado una lucha invisible con él. En esos
momentos el exorcista es mejor que ore en silencio, para sí, sin
estorbar a la acción del ángel con el demonio. Pues en esta
situación que he descrito, con la posesa agarrada a la cruz y
aullando, quise ayudar al ángel y me puse a ordenar al demonio
que saliera. Y entonces la posesa movió dulcemente la mano como
para decirme que esperara. Fue un movimeinto suave y dulce que
contrastaba con todos los movimientos y gestos que obligaba el
demonio a hacer a la posesa. Es curioso, pero era la segunda vez
que eso sucedía.
Hacía varios meses había pasado lo mismo. Y
también entonces el ángel hizo que la posesa hiciera un gesto
de que esperase.
Después la posesa en ese lugar escribió:
Rezar credo
Esther muy mal necesita exorcismos
[Esther era una amiga de Marta]
Pablo mejor
seguir rezando, importante
tranquilas, queda muy poco, no penséis cuanto
tener fe, que Dios está con vosotras siempre
ni un solo momento estáis solas
España mal
el proceso de concienciación debe continuar con otros casos
hay muchos demonios ocultos,
cuesta mucho saber que están
al más mínimo síntoma hay algo
se pueden esconder incluso "días"
insistir, si no repetir periódicamente hasta
descubrir la manifestación
[yo llevaba varios meses teniendo como primera preocupación cómo
poder detectar la presencia de demonios que no se manifestaban
cuando oraba por las personas que venían a verme]
tranquilo, debes insistir
no hay fórmula general que funcione siempre
cada demonio es distinto a unos les molesta más una cosa y a
otros otra
algunos pueden producir bostezos, salen por ahí, otros no
soportan las curces donde
ellos están
[ya había observado que en algunos que me venían a ver si
estaban posesos,
en cuanto me ponía a orar por ciertas personas comenzaban
bostezos muy pronunciados]
pero no es fácil saber dónde están [es decir, en que parte
del cuerpo están radicados],
sólo lo dicen cuando están débiles. Y suele ser mucho
despues de manifestarse
por primera vez. Si no se manifiestan en la primera sesión es
útil repetirla al día
siguiente. Así durante varios días.
Llegarán tiempos difíciles. No os preocupéis. Dejarlo todo
en las manos de Dios.
No os preocupéis.
Soy San MIguel.
5 de agosto
Los demonios que estaban dentro de ella tenían estos nombres:
Obsesión, Dolor y Josbel. Dentro seguían como en días
anteriores Belcebú y Satán.
Rezábamos y rezábamos para que Satán dejara marchar a los
demonios inferiores, pero no parecía tener fruto. Cuando de
pronto hizo gesto de escribir y escribió: leer Apocalipsis.
Efectivamente la lectura de los versículos relativos a la
lucha en el cielo hicieron gritar a Satán de un modo tremendo.
Hubo que insistir mucho tiempo en la lectura y relectura de todo
ese capítulo, y sobre todo insistía yo en las partes que veía
que más le atormentaban. Por ejemplo: y ellos le vencieron en
virtud de la Sangre del Cordero y por su Palabra. Leerle lo
relativo a la Mujer en el cielo (la Virgen María), el recordarle
que él era un dragón y cosas así se veía que tenía un efecto
especial. Finalmente, antes de que dejara marchar a esos demonios
nos dijo, obligado por la fuerza de la oración, que no habíamos
hecho una cosa. La madre y yo fuimos diciendo varias cosas. A
todo contestaba que no. Cuando dije: rezar por Pablo, entonces
hizo un gesto afirmativo. Al cabo de un rato, tras algunos
misterios del rosario, dijo que sí, que los dejaba marchar. En
ese momento nos concentramos en hacer salir a los demonios
inferiores.
Veinte minutos antes de que salieran Obsesión y Josbel les
ordené que me dijeran qué había que hacer para que salieran.
El demonio dijo: fe. Yo le ordené que saliera con toda la fe que
pude, pero no salía. Después de muchos intentos, le volvía a
interrogar y me contestó: fe, sin dudar. No acababa de entender
aquello, yo no dudaba, ni poco ni mucho, no dudaba. Pensé que a
lo mejor era una cuestión de intensidad, quizás yo no tenía fe
suficiente. Tenía fe, pero quizá no lo suficientemente intensa
como para lograrlo. Pero no. Se trataba sólo de insistir. Y así,
finalmente salió.
Es interesante añadir que entre las cosas que San Miguel había
escrito a través de la posesa en esa sesión estaba lo siguiente:
Esther debe venir
padre no ve, rezar por él, está influido.
Esther era una amiga de Marta. También ella estaba poseída y
tenía que venir a que se orara por ella. Meses atrás, Marta y
su madre primero lo habían sospechado y despúes habían llegado
al convencimiento de que el mismo problema afectaba a Esther. Y
habían hablado de este tema con ella, pero su padre se oponía a
ir a un sacerdote de su diócesis o a venir a mi parroquia.
11 de agosto
Estaba presente en esta sesión don Secundino, párroco en
Torrejón de Ardoz y tres personas más. Durante dos horas
enteras no entró en trance, ni siquiera sentía nada. Después
de tres rosarios enteros, entre otras oraciones, por fin comenzó
a retorcerse y a gritar. Nos dijo que había dos demonios más:
Odio y Discordia. Ambos salieron a la vez, aquello tenía su lógica
pues la discordia es un producto del odio. Los sacó la oración
sin necesidad de hacer nada especial. Quedaban Belcebú y Satán.
Belcebú nos dijo, obligado por la oración, que para sacarlo había
que invocar a San Miguel. Yo lo invoqué con mucha fe. Tenía en
la mente una tabla flamenca que lo representaba vestido con un
alba y estola blanca. Pero lo que más me impresionaba de esa
pintura era la espada. Aquel ángel alto, de facciones delicadas
y gesto suave, sostenía en su diestra una pesadísima espada
medieval. Una de esas espadas de varios kilos de peso que hay que
levantar con las dos manos. Aquel ángel flamenco de bucles
rubios sostenía aquel arma sin ningún esfuerzo.
Era como si
dijera en silencio: soy bondadoso, pero si blando mi arma no habrá
que repetir el golpe.
Durante el rato de oración que fue aquella sesión con Marta,
me di cuenta de que la espada con la que siempre se representa a
San Miguel es el símbolo del don que ha recibido para luchar
contra el dragón. Esa espada es el regalo divino, su carisma,
con el que puede hacer retroceder a la poderosísima naturaleza
angélica (aunque caída) que es el Leviatán.
Durante la oración también me imaginé la Cruz de Cristo en
el Gólgota, la auténtica, con todo detalle, y de ese Cuerpo
clavado cayendo gotas de sangre. Y que esas gotas redentoras caían
sobre la Serpiente que se retorcía apretando la base de la Cruz.
En aquella visión imaginada parecía que la Cruz se clavaba en
el Dragón. Pero en realidad no se clavaba, era la Serpiente la
que se retorcía y, haciéndose una bola, la abrazaba con todas
sus fuerzas, odio y dolor. Las gotas de sangre caían, pero no
penetraban la piel dura y escamosa del reptil. Aquellas gotas
deberían haber producido por su virtud su efecto redentor y
sanador, pero en él sólo producian retorcimientos y sufrimeinto.
La serpiente debería haber besado esa Cruz que abrazaba, pero un
reptil no puede besar. Es imposible. Sólo morder. Satán es ya
un ser de sangre fría, en su interior late un corazón frío. Es
curioso, él debería huir lo más lejos posible de aquello que más
dolor le produce. Pero no es así. Desafortunadamente los
demonios por odio a lo sagrado, en esta guerra que ellos han
declarado, se ven obligados (por sí mismos) a estar junto a
aquello que más aversión les da. Precisamente porque lo odian y
lo quieren destruir.
Este tipo de imágenes se las decía en voz alta a Satán. Era
como hacer la oración en voz alta. Hacía la oración yo, pero
dialogada. No me extraña que me dijera: ¡te odio!
Otra vez le dije: te he perdido el respeto. Y voy a hacer todo
lo posible para que todos te pierdan el respeto. Volvió a
repetir furioso e impotente: ¡te odioo!
Después San Miguel se encargó, él solo, de expulsar a
Belcebú.
18 de agosto
Tenía un demonio más, cuyo nombre era Miedo, era un demonio
mudo. Estaba un cura neocatecumenal, párroco de San Fernando de
Henares, hombre de fe, muy asentado en la Palabra de Dios. Le
permití con sumo gusto que durante un rato hiciera parte de la
sesión de oración. Él, como buen neocatecumenal se centró en
la Palabra de Dios, y la verdad que con mucho efecto. Recitó un
salmo que se trataba acerca de la confianza en el Señor, un
salmo que era justo todo lo contrario al miedo, óptimo para la
situación. Tres horas y media después salió el demonio.
29 de agosto
Sólo tenía un demonio más, cuyo nombre era Dolor. Era un
demonio mudo. También resistió durante más de horas sin dar el
más leve signo de posesión. Después de tres rosarios enteros,
conjurándole al acabar cada uno, por fin entró en trance. Salió
enseguida y sin dar grandes gritos. En esta sesión escribió:
Muy poco, últimos días
tranquilos, no os preocupéis
Satán débil
seguir rezando es muy importante la oración
[Yo le pregunté a Dios, mirando hacia el sagrario, acerca de
lo que debía hacer en varios casos de influencia demoníaca por
los que estaba rezando. La respuesta fue:]
Insistir
[y ese verbo dentro de un recuadro]
vas a tener más casos
tranquilo
demonios se esconden
atención al más simple gesto
pueden estar sin manifestarse durante mucho tiempo
No hay nada que funciene siempre [para descubrirlos]
algunos no soportan las cruces en las partes donde ellos están.
Pero difícil saber.
Durante mucho tiempo la persona debe rezar.
Tranquilos, soy San Miguel
Rezar por Esther, ciegos
[Los padres de la amiga de Marta seguían ciegos.
Seguían sin querer admitir dónde estaba la
solución para el problema de su hija]
Lo relativo a los demonios ocultos me lo dijo porque seguía
siendo mi mayor preocupación saber cómo descubrir ese tipo de
casos. Me aterraba la idea de que alguien acudiera a mí y yo le
dejara marchar, enfilado ya de por vida hacia el camino de fármacos
y psiquiatras. La idea de que alguien confiara en mí, en mi
ciencia, y yo le fallara era algo que me resultaba difícil de
aceptar. Pero tampoco podía orar por cada uno que me venía a
ver durante horas. Aquella situación me incomodaba mucho, pero
había que aceptar la realidad. Las cosas eran como Dios las
permitía, no como nosotros hubiéramos deseado. Pero lo que Dios
permitía era siempre lo mejor. Si era difícil discernir ciertos
casos, así debíamos aceptarlo puesto que de Dios dependía la
ordenación de las cosas. La demonología era una ciencia, no una
pequeña lista de consejos.
31 de agosto
Escribo estas líneas hoy, bastante tarde en la noche. Pero es
que me ha llamado por teléfono la madre de Marta. Hemos estado
hablando un rato. Una de las cosas que me ha comentado es que
antes de conocerme, un día volviendo hacia su casa se encontró
con un paso de Semana Santa que representaba a Cristo con la Cruz
a cuestas, acabada la procesión de Viernes Santo, iban a
devolverlo a la sede donde lo guardaban. Ella se quedó parada en
la acera junto a mucha más gente que se había detenído en la
calle para ver el traslado. De pronto, al pasar justo delante se
detuvo. Y así estuvo un buen rato. Ella con los ojos fijos en el
paso, tuvo la intuición interior de pensar que aquello
significaba que le esperaba un tiempo de sufrimiento, un tiempo
de cruz. Fue como si Dios me dijera que me esperaba un camino muy
duro, me dijo. Y así fue.
Otro hecho curioso fue que en una ocasión la madre estaba
rezando delante de una imagen de la virgen de Fátima en una
iglesia. Había un lampadario eléctrico allí, delante de la
virgen. El lampadario tenía sus velas apagadas, salvo una. Una
siempre queda encendida, como bien sabemos los curas. Pues bien,
de pronto, en medio de aquellas hileras de velas apagadas, una
comenzó a brillar. Nadie había allí, nadie había echado
dinero. Y, no obstante, la vela se había encendido. Este hecho
aislado podía parecer una casualidad sin mayor relevancia. Pero
el mismo hecho se repitió en otras cuatro ocasiones más. Y
siempre al estar rezando delante de la Virgen. Concretamente, dos
veces delante de la Virgen Milagrosa y tres veces delante de la
de Fátima. Era como si la Virgen le dijera que escuchaba sus
intensas oraciones, que no se preocupara.
Sea dicho de paso, al marcharse de delante de la Virgen
Milagrosa veía que la vela se apagaba. Mientras que la vela
delante de la Virgen de Fátima seguía encendida. Caundo me contó
esto último sin darle más improtancia, vi que aquello podía
albergar un significado: el milagro sucede y pasa, el mensaje de
Fátima sigue vigente. El milagro grande de la última sesión
pasaría, pero el mensaje de Fátima seguiría luciendo.
Vi una conexión entre el mensaje de Fátima y el caso de
posesión de Zulema. Era como si la Virgen dijera: en Fátima os
mostré el infierno, ahora os muestro al Diablo y sus demonios.
La Virgen de Fátima mostraba la condenación, la Virgen de
Zulema mostraba a sus moradores infernales.
La madre de Marta era de siempre muy devota de la Virgen de Fátima.
En cada exorcismo ponía ella junto a la cabeza de su hija una
estampa de María bajo esa advocación. Era siempre la misma
estampa, ya vieja, arrugada, mordida por la posesa durante las
sesiones. Aquella estampa era un testimonio del paso de los
meses, de la oración de un año y medio. También me di cuenta -me
di cuenta justo al escribir estas líneas que estás leyendo- que
el caso de Marta lo que mostraba era el poder del rosario frente
al Príncipe de las Tinieblas. En los últimos cuarenta años se
habían elaborado muchas teorías teológicas muy eruditas acerca
de los versículos de la Biblia en los que aparece el demonio.
Teorías muy eruditas para demostrar que en realidad no había
demonio. A pesar de esas teorías, a pesar de esas elucubraciones
de despacho, nosotros teníamos sobre esa colchoneta gritando y
retorciéndose al demonio de verdad, no a una hipótesis exegética
sino a la Serpiente Antigua, al Homicida desde el principio. Y
frente a la sencilla verdad de que el Diablo existía, la
sencilla verdad del poder del rosario. La más sencilla y humilde
de las oraciones frente a la fanfarria aplaudida una y otra vez
de tantos teólogos en los que la oscuridad del error había
penetrado. No tengo la menor duda de que esos teólogos
desmitologizadores no rezarían mucho el rosario. El rosario es
un modo demasiado simple de oración para inteligencias tan
cultivadas e ilustradas como las de ellos. Por eso el lado oscuro
penetró en sus corazones. Y comenzaron a destilar libros de
error, donde por el contrario debería haber brillado la luz.
Todavía me acuerdo cuando fui a ver a cierto gran eclesiástico
para hablarle de un caso de posesión que entraba en su
jurisdicción. La conversación no me la hizo nada agradable. En
cierto momento, humildemente le respondía a un comentario suyo
con un pasaje del Evangelio: el relativo al poseso de Gerasa y la
piara en la que entró el demonio. El prelado se limitó a
decirme que leyera el artículo de no se qué prestigioso
biblista, un apellido muy raro y extranjero del que no me acuerdo.
Me lo dijo en el tono del que desde un trono muy alto te dice: no
voy a discutir contigo, lee el artículo y verás que no hubo ni
poseso, ni piara, ni domonio. Y por supesto no quiso entrar en
hablar del versículo conmigo.
No sé los méritos que tendrá alquel exegeta para negar la
posesión del endemoniado de Gerasa, lo que tengo muy claro es
que no habrá tenido a muchos posesos delante retorciéndose
sobre una colchoneta.
Otra cosa que el caso de Marta debe recordar a todos los
exegetas, y fíjense que dito "todos", es la primera
verdad a la hora de leer la Biblia: es la Palabra de Dios, y Dios
no dice mentiras. Cuando Dios nos dice que algo sucedió, sucedió
de verdad. Y sucedió tal como Él lo cuenta. No sólo el demonio
no es un símbolo, sino que todos los hechos históricos narrados
por la Biblia, sucedieron. Y sucedieron tal como se narran en esa
Palabra santa y sagrada. El veneno del demonio ha calado en
demasiadas inteligencias de biblistas.
Quizá no haya parte de la
Teología donde más haya penetrado el error del Príncipe de las
Tinieblas. También creo que Dios se servirá algo de este caso
del demonio, para mostrar el veneno que él mismo inoculó.
Porque si son verdaderos todos los pasajes bíblicos relativos al
demonio, con mayor razón lo pueden ser los que nos hablan de
milagros y hechos protentosos.
4 de septiembre
Expulsamos a un demonio cuyo nombre era tan complicado de
pronunciar que prácticamente era imposible. Le preguntamos que
qué significaba ese nombre que sonaba a algo parecido a
Jaisander. Dijo que el-que-negó-a-Dios. El espíritu llamado
Miedo también vino, la posesa lo señaló en un lugar concreto
de la capilla. Antes de cada sesión, yo asperjaba con agua
bendita todo el perímetro interior de la capilla subterránea
donde rezábamos, y pedía a Dios mientras hacía tal operación
que Él alejase a los demonios para que no pudieran ayudar a los
que estuvieran dentro de la posesa. Sin embargo, si alguien
invocaba a los demonios para que vinieran, entonces podían
entrar. Y Satán dijo que Pablo en ese momento le estaba
invocando. Al final, asperjiendo con agua bendita en el lugar que
me indicó, bendiciendo hacia ese sitio con la cruz y exorcizándole,
marchó el demonio llamado Miedo. Así nos lo dijo Satán.
Sin la ayuda de ese demonio, el-que-negó-a-Dios no tardó en
salir. Estaba muy debilitado, no en vano llevábamos ya dos horas.
Y otra vez volvió a quedar Satán solo.
13 de septiembre
Los demonios manifestaron su presencia con gritos y sollozos
desde el princpio. Los nombres de los demonios eran Tristeza,
Separación, Perversión y Miedo.
20 de septiembre
Desde el princpio de la sesión se manifestaron los demonios
cuyos nombres eran Isomnio y No. El primer demonio le había
provocado no poder dormir durante toda aquella semana. El segundo
tenía como nombre "No", es decir, el-que-ha-dicho-no-a-Dios.
El primer demonio no tardó demasiado en hablar y ceder a nuestro
interrogatorio. Dijo su poca resistencia se debía a que era de
poco rango. No manifestaba demasiado furor ni contra Dios ni
contra nosotros. Le pregunté una cosa y dijo: ¡pero qué tonto
eres! ¡Qué tonto! Y lo repitió varias veces como con cansancio
de ver lo necio que era yo. Pues mira, le dije, este tonto te va
a expulsar con el poder de Dios. Y le expliqué como era un
desdoro para él que un tonto le lograra expulsar. Ser expulsado
por un sabio o un santo era menos denigrante que ser expulsado
por un tonto. El asunto no le hizo gracia. A mí conforme se lo
iba explicando sí que me hizo gracia. De hecho en un momento
dado mi explicación a aquel ángel rebelde fue tan graciosa, lo
reconozco, que no pude aguantarme la risa, ni tampoco la madre de
Marta. El demonio también se rió, poco, sin carcajada, de forma
muy baja, pero rió.
Aquel demonio no había manifestado furor contra nosotros, ni
contra Dios, pronto nos había revelado el nombre del otro
demonio, no parecía muy peligroso. Así que le dije: que sepas
que de todos los demonios que han pasado por aquí me pareces el
más simpático. El demonio no dijo nada, aquella consideración
mía era evidente que no le desagradaba.
Aquel demonio al fin y al cabo era un ser libre, con
inteligencia y voluntad, con algunos sentimientos, por lo cual
tuve la idea de decirle alguna cosa que le animara a querernos y
salir pronto. Pero al instante se me encendió una luz interior
que me dijo: si él no ama a Dios, que merece ser amado mucho más
que tú, mucho menos os va a amar a vosostros.
Así que opté sólo por orar y ordenarle que saliera. Después
de tres rosarios, estaba yo orando en lenguas cuando de pronto
comprobé con turbación que sólo me salía de la boca un sonido
hecho sólo con los labios y no articulado con la garganta, un
sonido que sonaba a un breve y repetitivo psi. Hubiera querido
orar otra cosa, pero de mi boca sólo salía ese bisbiseo en voz
muy baja que decía: psi, psi, psi... Estuve más de diez minutos
dicienco eso. Yo pensaba en mi interior: Señor, me siento ridículo
ante todos por repetir esto que no parece que pueda significar
nada. Pero si tu quieres que diga eso lo diré una y otra vez.
Aunque ese psi, psi, psi a mí no me sonaba a nada que pudiera
tener un significado, sin embargo, le producía una verdadera
tortura al demonio. Al final salió. Y al siguiente demonio le
pregunté cuál había sido la causa de que saliera. Y repitió
ese sonido que yo pronunciaba. ¿Pero qué significa?, le dije.
Espíritu de Dios, fue su respuesta. Aquel sonido me parecía que
difícilmente podía pertenecer a una lengua, así que le ordené
que me dijera a qué lengua pertenecía. No dijo nada. Entonces
dije a todos que rezáramos un avemaría para que nos dijera a qué
idioma pertenecía aquel sonido extraño. El demonio no dijo
nada, pero mientras rezábamos muy concentrados el avemaría
comprendí que era griego.
El espíritu No era más maligno. Costó muchísimo más
sacarlo. Una de las cosas que más le atormentaba era mandarle
que abriera los ojos, después ordenarle que mirara al crucifijo
que sostenía ante él y cuando lo estaba mirando decirle: mira a
Jesús crucificado, Jesús es afirmación. En cuanto le decía
que Jesús es la afirmación de Dios, retiraba atormentado la
vista y cerraba los ojos en medio de gritos de dolor. No resistía
la visión del Crucificado oyendo aquello.
Le ordené: Te ordeno que le mires y recuerdes el momento de
la crucifixión. Tu estabas allí. Pero ante mi sorpresa, repuso:
Yo no estaba allí. ¿Por qué? No había nacido, respondió.
Resultaba que aquel espíritu codenado era humano. Los humanos
condenados reciben un nuevo nombre tras la reprobación eterna.
Con este espíritu en concreto fue curioso que, al final de la
sesión, la posesa movía la cabeza de abajo arriba como
asintiendo. San Miguel le obligaba a asentir. Ironía: el demonio
No se veía obligado a asentir. San Miguel le obligó finalmente
a salir.
Los demonios más fuertes no son expulsados por el poder del
exorcista. El exorcista los hace sufrir, los debilita, pero tiene
que ser un ángel enviado por Dios el que los expulse. En este
caso, como en otros, el mismo demonio fue hasta la cruz del altar
y se agarró a ella. Después se arrodilló sin soltar la cruz y
allí estuvo más de media hora. Al final salió, aunque estuvo
todavía unos minutos cerca de la posesa, a menos de un palmo de
ella. Así nos lo indicó a la fuerza Satán. Hubo que seguir
rezando diez minutos más para que se marchara definitivamente.
El caso de No -un alma condenada superior en jerarquía a un
demonio- demostraba que había hombres réprobos que habían
odiado más a Dios que algunos espíritus rebeldes. La frase
popular eres más malo que un demonio resultaba ser cierta en
algunos casos.
27 de septiembre
Había dos nuevos demonios más: Kadetdsar y Enfermedad. La
furia y odio de Kadetdsar al hablar era muy notable. Dijo que su
nombre significaba Impuro. La posesa estaba sentada en el banco
pues realmente no hacía falta sujetarla, su madre y yo estábamos
a ambos lados de ella. El resto de la gente, dos laicos y otro párroco
de la diócesis, rezando el rosario estaban en el banco de
enfrente. En un momento dado en que le echaba agua bendita se
levantó y con ojos de rabia me propinó un fuerte golpe en el
costado izquierdo de la cabeza. El golpe resultó lo
suficientemente grande como para que dejara el hisopo y me
tuviera que sentar en el banco. Después de aquello, Marta se
puso más violenta y entre todos los presentes con mucho esfuerzo
hubo que colocarla sobre la colchoneta resistiéndose ella con
todas sus fuerzas. Al cabo de una hora sintío arcadas y vomitó
saliva y baba blanca. Pero todavía no salió. Después escribió
con letra grande (cada demonio tenía su propia letra) lo que
sigue:
echar a Enfermedad, es mucho más fuerte
echar a Satán
final ya
muy, muy, muy cerca
no perder fe
tratan de desanimar
ser fuertes, todo va a ir mucho mejor
estoy con vosotros
soy San Miguel
Rezar profesores, Pablo manda hechizo
tranquilos, todo irá bien, no enfermedad, Dios no lo va a
permitir
Tiene un hechizo muy fuerte
rezar por ella importante
rezar por Pablo ha empeorado en maldad
Dios no va a permitir daño
tranquilos. Dios está con vosotros
fe
Dios no abandona nunca
Dios escucha siempre
Seguimos con nuestras oraciones: invocábamos a San Miguel,
rezábamos rosarios, leíamos partes de la Biblia. En un momento
de la sesión dijo que allí en la capilla había mil demonios.
Podía ser mentira tal afirmación, podía ser cierta.
Encualquier caso, allí estaba el jefe de todos ellos. La misma
Alexia, una niña santa de la segunda mitad del siglo XX, dijo
que en un momento dado vio la habitación de su hospital
completamente llena de hombrecillos negros.
La afirmación que acabábamos de escuchar podía ser tanto
falsa como verdadera. Por si acaso, asperjé con agua bendita por
toda la capilla e hice señales de la cruz en el aire pidiendo a
Dios que alejara de allí a todo demonio. Antes de cada sesión
lo primero que yo hacía antes de recitar la letanía de los
santos era asperger con agua bendita y pedir a Dios que alejara
de allí todo demonio. Pero si alguien invocaba a los demonios,
tal oración no suponía una barrera infranqueable. Y a veces,
como aquella mañana, Pablo a esa misma hora estaba conjurándolos
para que entraran en Marta.
¿Por qué esa coincidencia en el día y la hora? Nosotros
sacando y él metiendo, nosotros exorcizando para que salieran y
él conjurando para que se introdujeran. A eso le he dado muchas
vueltas. Le pregunté a Satán si Pablo sabía algo acerca de los
exorcismos: pero dijo que no, que no sabía nada. ¿Entonces como
era posible tal coincidencia? Después de meditarlo mucho, estimo
que la razón se halla en que las personas que están tan
compenetradas y poseídas del demonio tienen una especial
comunicación con los espíritus del mal. Es decir, que los
demonios a Pablo le incitaban, le tentaban a invocarles y él con
facilidad accedía a esos impulsos internos que sentía.
Es interesante observar que le dije que abriera los ojos y
mirara a la Virgen María. Al decirle aquello me refería a la
imagen románica de Nuestra Señora que había en la cripta. Una
imagen de una Virgen sonriente con un Niño en sus manos y unas
flores en la otra. Pero la posesa abrió los ojos y miró hacia
arriba, hacia un punto concreto de la capilla a nuestras espaldas.
Miró con terror, y todas las veces que le repetí la orden, no
dejó de mirar con terror y temblor hacia ese punto. ¿Por qué?
¿Por qué hacía eso la posesa? Si la Virgen María está en los
cielos, porqué miraba hacia ese lugar del techo de la capilla.
Después, meditando, recordé el Evangelio cuando dice cuando dos
o más se reúnan en mi nombre Yo estaré en medio de ellos. Habíamos
rezado tres rosarios, la habíamos llamado con fe muchas veces.
Ella estaba allí presente. No con su cuerpo, pero estaba, y el
demonio notaba esa presencia de alguna manera. Y la notaba no de
un modo etéreo, sino viéndola en un lugar concreto. Aquello
supuso una enseñanza para mí que podría recordar toda mi vida,
pues significaba que cuando rezamos la Virgen no sólo nos
escucha, sino que a veces, incluso, viene y se hace presente
aunque no la veamos.
Los dos demonios salieron de Marta. Antes de salir del cuerpo,
el mismo Kadetdser rabioso y a la fuerza dijo con voz
entrecortada la fórmula que debíamos recitar para que saliera:
En el nombre de Jesucristo, ¡Dios está aquí!, salid, salid, ¡Dios
está aquí! Aquí no tenéis nada que hacer; salid, salid, en el
nombre de Jesucristo. La posesa hablaba con la cara muy
congestionada, con ojos literalmetne inyectados en sangre. Después
de cuatro horas, los dos demonios salieron.
4 de octubre
Había dentro otro demonio cuyo nombre era Maldad. Durante
tres horas y cinco minutos no dio el más mínimo signo de estar
ahí. Sólo tras cuatro rosarios puso los ojos en blanco y se
manifestó. Nos clavó las uñas, nos escupió. Salió en forma
de varios bostezos muy profundos y prolongados.
Sea dicho de paso. Tanto Marta, como su madre, como yo,
tuvimos una misma sensación: que el nuevo psiquiatra que ese día
vino, tenía un demonio oculto y que además estaba grabando el
sonido de aquella sesión. Fue sólo una sensación sin nada
externo que corroborara aquello, pero los tres tuvimos la misma
impresión.
18 de octubre de 2003
Había dos demonios nuevos: Jasar que significa Muerte y
Daheirsea que significa Maldad. Si el primer nombre resultó difícil
escribirlo, pues su pronunciación era complicadísima, el nombre
del segundo demonio rozaba lo imposible. Al final nos conformamos
con que lo escribiera. Estos dos demonios eran mudos. Salieron
sin especiales aspavientos al cabo de tres horas y media.
Durante la sesión escribió:
dolor, desesperación, peso, obsesión
Daheiersea que significa Maldad
rezar importante [para] neutralizar hechizos
Pablo-Muerte
muy mal, daño arraigado
rezar por él y por ella
hechizos fuertes
tranquilos, Dios está con vosotros
fe
fe
al rezar se neutralizan los hechizos, pero demonio que los
ejecuta no es
fácil echarlo debéis confiar mucho en Dios
La Estrella brillará
fe, Dios está con vosotras
soy San Miguel
Durante los días precedentes a la sesión estuve revisando
los papeles escritos hacía meses por Marta durante una crisis de
posesión. Y descubrí algo a lo que en su momento no le di
interpretación, ni importancia. Tan era así que no le había
dado importancia, que ni siquiera lo había consignado en este
diario. Se trataba de un dibujo. Era una cruz entre dos
estrellas, sin texto. La cruz estaba muy remarcada. A la
izquierda de la cruz había una estrella de cinco puntas, a la
derecha una estrella redonda con muchos rayos.
La estrella de las cinco puntas que estaba a la izquierda era
el típico pentagrama que simbolizaba al Diablo. La estrella de
la derecha simbolizaba a María. Me fijé en un trazo descolocado
de esa estrella de la derecha, y vi que lo que parecía un error
del dibujo no lo era. Pues el trazo descolocado de una de las
puntas formaban una M y una A entrelazadas. Es decir, esa
estrella simbolizaba a María. Me sorprendió este tipo de
sutilidades en un dibujo hecho con los ojos en blanco y cerrados,
dibujando sobre el vientre estando ella completamente tumbada
sobre la colchoneta del suelo.
El significado del dibujo estaba claro aunque no tuviera
palabras. Ellas iban a tener mucha cruz, por eso estaba tan
recalcada, entre dos estrellas. Entre el Diablo que había sido
el origen de todo esto y la Virgen María, que sería el final de
todo este sufrimiento.
Al decirle todo esto por teléfono a la madre, ella me recordó
que su hija había escrito más de medio año después de venir
por primera vez a Zulema una estrella con un tres. ¿Sería la
tercera semana de Navidad? Durante algún tiempo así lo creí,
en el primer año de sesiones, después, al pasar la fecha, pensé
que no era nada. Pero ahora, en octubre, en el segundo año de
sesiones, volví a considerar que quizá esa era la fecha. Fecha
que ni Satán conocía. Pues varias veces así me lo había
tenido que reconocer furioso.
También me había dicho que temía cada sesión, porque
pensaba que cualquier día podía ser el día señalado.
Especialmente las palabras haec est dies, éste es el día, le
producían un temor extraordinario que era patente, era un pavor
que por más que se esforzara no podía contener. El versículo
del salmo rezaba de esta manera este es el día que hizo el Señor;
sea nuestra alegría y nuestro gozo. Cada vez que meditaba estas
palabras no dejaba de alegrarme pensando en el día en que las
recitaríamos con un cántico de alabanza por aquella liberación.
El asunto de la estrella me llevó a pensar en la Estrella de
los Reyes Magos. Este caso de posesión había comenzado por la
magia. La magia se extendía como una plaga por toda la Europa
otrora cristiana. La Estrella de Navidad nos recordaba que eran
los magos los que debían ir a Jesús, y no los cristianos los
que debían ir a los magos. Aquel caso de Marta les era dado a
los creyentes (practicantes y no practicantes) como un mensaje de
que la magia llevaba a la posesión. Muchos cristianos
ignorantes, en este siglo XXI, estaban siguiendo una estrella
oscura, una estrella caída, sin saberlo. Dios Padre, una vez más,
haría brillar a su estrella para mostrar el camino, que siempre
es Cristo.
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