Mt.23,1-12
De todos los días
(Las palabras de Jesús
contra la postura fundamentalista de escribas y fariseos son durísimas;
aún así -extrañamente- no se dirige a sus habituales enemigos, sino que
su contundencia se enfoca en la multitud y en sus discípulos, en tí, en
mí, en vos, en ella.
El
enfrentamiento es tan decisivo que los que ocupan la cátedra de Moisés
son los que decidirán su Pasión y su muerte en la cruz. Y el Maestro
rechaza sentarse en esa cátedra.
Es
la cátedra de la vida cuidadosamente regulada en 631 normas casi
deificadas, de cumplimiento estricto que brindan pertenencia única y un
cielo eventual.
Es
la cátedra que propugna esas jerarquías a las que todo se subordina,
cátedra en donde algunos son importantes y valiosos y el resto no cuenta
excepto a los ojos de Dios.
Es
la cátedra del argumento exacto -silogismo a menudo irrebatible- que
declama en público posturas severas y en privado tiene una laxitud
demoledora.
Es
la cátedra creadora perpetua del agobio de las conciencias plenas de
culpa, que esgrime exactos detectores de pecados y que reniega de la
increíble Misericordia de Dios que a todos alcanza.
Jesús
se decide por la otra cátedra, la cátedra de la Gracia, la cátedra que
no admite quedarse sentados, quietos, que impulsa a ir hacia el otro
porque en el otro descubre a Dios, la cátedra de un Dios que brinda
perdón y justicia en abundancia inconmensurable, un Dios que es Padre y
Madre y que se desvive por la Salvación de todas sus hijas e hijos, un
Dios que se pone abiertamente del lado de los pobres y los pequeños, un
Dios infinito que es tan cercano que lo descubrimos amigo y compañero de
toda huella.
En
la cátedra de la Gracia no hay mayores ni menores, no son determinantes
jerarquías, posiciones o títulos: su identidad se decide en cuanto nos
sabemos y nos hacemos hermanos y servidores, tan nimios como un esclavo,
tan insignificantes como el que sirve la mesa sin ninguna pretensión de
superioridad, sin otro afán que el de la diaconía.
Quizás
haya mucho que debamos desaprender desde esa Gracia increíble,
asombrosa y magnífica, transformando estas pobres y opacas vidas que
somos y elegimos)
Paz y Bien
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