Mi alma, Señor, tiene sed de Ti. Por eso vengo a buscarte y toco a la puerta de tu Corazón. Confío que me permitirás hallarte y que me abrirás la puerta para estar contigo. Te pido, Señor, el don más grande que desea mi corazón: el don del Amor, el don del Espíritu Santo, por el cual recibimos todos los demás dones. Te lo pido por intercesión de María, la mediadora de todas las gracias. Amén.
Lc. 11,1-13
«En el silencio de la oración, contempla el amor infinito con que el Corazón de Jesús nos ha amado»
Cristo al centro, n. 266
DIOS CONTIGO
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