"¿QUIÉN NOS SEPARA DE LA CARIDAD DE JESUCRISTO?"
¡Amable Redentor mío, de cuyo corazón abierto salen rayos
de amor tan
numerosos como las gotas de vuestra Preciosa Sangre para penetrar
nuestros corazones tan fríos y tan insensibles a
vuestro amor, muera en
nosotros todo afecto terreno y ocupe todos los corazones ese fuego de
caridad que habéis venido a traer al mundo; que todos os amen con todo
su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas y sobre todas las
cosas; que ese amor se inflame más y más hasta que consigamos amaros en
el Cielo! Sí, Jesús mío, os pedimos vuestro amor, por esa Sangre que
habéis vertido por nosotros con tanto amor. Vuestro amor, y seremos
bastantemente ricos.
«Dadnos vuestro amor», diremos con San Ignacio, y
moriremos contentos, si por vuestro amor morimos: Amorem tuum mihi dona, et dives sum satis.
¡Ay!
¡Ojalá pudiéramos dar por vuestro amor toda la sangre
de nuestras
venas, como por amor nos habéis dado Vos toda vuestra Sangre!
*Padre Eterno os ofrezco la Sangre de Jesucristo en rescate
de mis pecados y por las necesidades de vuestra Iglesia.*
Amén
DIOS CONTIGO
*Pío VII concedió cien días de Indulgencia por cada vez que se diga la
anterior jaculatoria. Así consta del rescripto que se conserva en los
archivos de los Padres Pasionistas de Roma.
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