No sólo los golpes duelen y dejan huella...
¿No es esto lo que queremos para nuestros hijos y alumnos?
~Family Watch International~
El abuso sexual
es toda acción sexual que una persona adulta, hombre o mujer,
impone, sea con engaños, chantajes o fuerza a un niño
que no tiene la madurez para saber de lo que se trata.
El abuso sexual
va desde miradas, palabras, mostrar láminas, tocar o pedir ser
tocado, caricias en el cuerpo o en los genitales hasta la penetración.
Hay la tendencia
a confundir abuso sexual con violación. En realidad la violación
y el incesto son formas extremas de abuso sexual.
El abuso sexual
incestuoso es cualquier interacción sexual entre un niño
o niña y un adulto con el que se tiene una relación familiar.
Últimamente
las noticias han destacado numerosos casos de violaciones de menores.
Ello ha motivado que a través de los medios de comunicación
se den indicaciones a los padres de familia para que aconsejen a sus
hijos e hijas. Tales indicaciones se refieren, sin embargo, a no salir
con desconocidos, no ir por lugares solitarios, etcétera. Estos
consejos funcionan en los casos, que son los mínimos, de violaciones
hechas por desconocidos.
Si bien es importante
que los menores sepan cómo cuidarse en la calle, también
es necesario saber que la mayoría de abusos sexuales y violaciones
a menores son cometidos por personas conocidas, ya sea del propio entorno
o de la familia y que por lo general actúan con ciertas estrategias
que podemos reconocer y estar preparados para prevenir.
Cuando sientan que
su tarea no es comprendida y que es poco lo que pueden hacer para frenar
tanto maltrato y violencia, cuando sientan que el ánimo decae,
recuerden esta historia que una vez escuché y ahora les transmito:
Un
niño se paseaba por la playa.
La marea había arrojado a la arena cientos y cientos de estrellas
de mar que bajo los rayos del sol empezaban a morir.
El niño recogía una tras otra y las tiraba hacia las olas.
Un hombre pasó y le preguntó lo que hacía.
El pequeño explicó que las devolvía al mar para que no murieran.
El hombre sonrió burlón y dijo:
¿No te das cuenta que son cientos de cientos?
El niño alzó una estrella, la miró con ternura
y mientras la lanzaba a las olas salvadoras respondió.
No podré atender a todas pero para ésta ya su suerte ha cambiado.
La marea había arrojado a la arena cientos y cientos de estrellas
de mar que bajo los rayos del sol empezaban a morir.
El niño recogía una tras otra y las tiraba hacia las olas.
Un hombre pasó y le preguntó lo que hacía.
El pequeño explicó que las devolvía al mar para que no murieran.
El hombre sonrió burlón y dijo:
¿No te das cuenta que son cientos de cientos?
El niño alzó una estrella, la miró con ternura
y mientras la lanzaba a las olas salvadoras respondió.
No podré atender a todas pero para ésta ya su suerte ha cambiado.
DIOS CONTIGO
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