martes, 8 de marzo de 2016

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER 80316



 El 8 de marzo se celebra en muchas naciones del mundo el «Día de la mujer». Es una cita significativa que invita a reflexionar en el papel de la mujer en la sociedad y, más aún, en el plan de Dios. Para ello hemos dedicado a llegar a todas las mujeres en general y las mujeres suscriptoras, con párrafos extraidos de algunos documentos de la doctrina católica respecto de la mujer escritos por San Juan Pablo II: la Carta Apostólica Mulieris dignitatem y la Carta a las mujeres.
También es muy importante destacar las palabras del mensaje que, al término del Concilio Vaticano II, el 8 de diciembre de 1965, los Padres conciliares dirigieron a las mujeres de todo el mundo: «Llega la hora, ha llegado la hora, en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en la que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un alcance, un poder jamás alcanzados hasta ahora».
San Juan Pablo II en la Carta Apostólica Mulieris dignitatem, expresó: «La dignidad de la mujer y su vocación, objeto constante de la reflexión humana y cristiana, ha asumido en estos últimos años una importancia muy particular».
Pidamos a María Santísima, Reina del amor, que vele sobre las mujeres y sobre su misión al servicio de la humanidad, de la paz y de la extensión del Reino de Dios y que le presente a su Hijo las expectativas y las oraciones, el compromiso y los sufrimientos de todas las mujeres del mundo.

Fuente: CdeM


Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida.


Te doy gracias, mujer-esposa, que unes tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.


Te doy gracias, mujer-hija y mujer-hermana, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad y constancia.


Te doy gracias, mujer-trabajadora, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del « misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de humanidad.


Te doy gracias, mujer-consagrada, que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta «esponsal»  que expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura.


Te doy gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas.

    



DIOS CONTIGO






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