Considerad cómo el
amor lleva todas las penas, todos los tormentos, todos los dolores y
sufrimientos, la pasión, la cruz y la muerte misma de nuestro Redentor
al corazón de su Madre Santísima. Los mismos clavos que crucifican el
cuerpo de su divino Hijo crucifican también el corazón de la Madre. Y su
pecho maternal, tan herido por el amor, no solamente no trata de curar
su herida, sino que guarda celosamente las flechas clavadas en su
corazón ofreciendo su dolor por los pecados del mundo. Mientras con el
alma emocionada, acompañamos a María en su dolor, unamos nuestra
plegaria en este santo tiempo de cuaresma para que el Señor tenga
misericordia de nosotros.
Amén
DIOS CONTIGO
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CON AMOR, MARIAM...