MI PADRE Y YO SOMOS UNO
Señor, gracias por amarme siempre. Tú me llamas incluso cuando no te escucho. Sé que Tú siempre me miras, porque sé que siempre me amas. Sé también que en ocasiones yo pretendo esconderme de tu amor –o quizá me olvido de que me amas: el mundo me distrae constantemente, a veces hasta el punto de querer esconderme de Ti. Hoy quiero acoger tu llamada, poniéndome libremente en tu mirada –gracias por amarme siempre.
Jn. 10,22-30
Señor, gracias por amarme siempre. Tú me llamas incluso cuando no te escucho. Sé que Tú siempre me miras, porque sé que siempre me amas. Sé también que en ocasiones yo pretendo esconderme de tu amor –o quizá me olvido de que me amas: el mundo me distrae constantemente, a veces hasta el punto de querer esconderme de Ti. Hoy quiero acoger tu llamada, poniéndome libremente en tu mirada –gracias por amarme siempre.
Jn. 10,22-30
«Se necesita irradiar, con el propio testimonio de vida, con palabras, con acciones, aquello que se quiere transmitir»
Cristo al centro, n. 423
DIOS CONTIGO
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