martes, 26 de abril de 2016

MEDITACIÓN

MEDITACIÓN EN EL INFIERNO
San Pedro de Alcántara (1499 †1562), conocido por su don de la contemplación y su virtud de la penitencia, sugiere que los temas más adecuadas para la oración mental son las últimas cosas que vamos a encontrar después de morir. Para alcanzar el cielo, nos anima pensar en las bendiciones divinas, el juicio final, las penas del infierno y la gloria del paraíso, que pueden mover nuestros corazones al amor y temor de Dios. Aquí se expone una meditación sobre los dolores de infierno, que asegura que nos va a ayudar a los jóvenes que están entrando en el camino de la oración y alentaremos a los que ya se han establecido en ella para perseverar hasta el final.
~Lorenvzq~


Este día debemos meditar en los tormentos del infierno, para que con tales pensamientos el alma pueda  establecer el temor de Dios y el odio al pecado.

Estos tormentos, dice San Buenaventura, pueden ser considerados bajo algunas de las figuras e imágenes que los Santos nos han presentado.

Por ejemplo, nos dicen de la figura del infierno que es como un lago oscuro debajo de la tierra, o como un pozo profundo lleno de fuego, o como una ciudad terrible y sombría, siempre en llamas, en la que no se escucha ningún sonido, solo los lamentos de los atormentados y el crujir de dientes.

En este horrible lugar, dos tormentos se soportaron: el castigo de los sentidos y la pena de la pérdida. En cuanto a la primera, sin tener en cuenta que el sentido externo o interno no podrá contar con su propio tormento. Porque así como los malvados han ofendido a Dios con todos sus miembros y sentidos y han hecho uso de todos por sus pecados, por lo que es ordenado que cada uno de los sentidos tiene que sufrir su propio tormento y pagar la pena impuesta. Y sin embargo, incluso esto no es todo el sufrimiento que deben soportar allí. El otro tormento, que los teólogos llaman a la pena de pérdida, la pérdida eterna de la visión de Dios, es infinitamente mayor. Este es el mayor de todos los males y de todos los tormentos, la medida en que priva al hombre de todas las cosas buenas que vienen de Dios, que es el más grande de todo bien.

Estos son los tormentos generales de los perdidos.

Pero además de estos, están los tormentos particulares que esperan a cada uno de acuerdo con la calidad especial de sus pecados.

Por lo tanto, habrá entonces el tormento especial del orgullo, la envidia, la avaricia, el de lujuria y similares. A cambio la pobreza y la necesidad;  para la codicia ,para la gula, el hambre y la sed, etc. Y luego, además de todos estos dolores, no es la eternidad del sufrimiento, la cumbre de todo el resto. Pero todos estos sufrimientos sería tolerable si hubiera un fin a los mismos. Pero el dolor sin fin, sin alivio, o sin relajación, sin disminución, en el que no hay ninguna esperanza de que alguna vez llegará  su fin – la sensación de que esto es perpetuo y una expulsión que nunca será revocada, esta es lo mas grande angustia en ese lugar! Como dice un maestro santo, “Si los condenados supiesen que tendrían sólo esperar que sus tormentos cesarán cuando hayan bebido toda el agua del océano, teniendo una sola gota cada mil años, entonces no sería tanta su desolación , pero esto no es así.



La palabra de la sentencia de Dios debe ser eterna como Ël mismo es: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mt. 24,25) “.
DIOS CONTIGO









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