Señor Jesús, te doy gracias y te bendigo por llamarme a estar contigo en
este momento. Mi alma experimenta un celo que le urge a venir a Ti;
concédeme la gracia de reconocer siempre ese anhelo en mí, que siempre
esté presente en lo profundo de mi ser. Hoy me aparto de todo, vengo al
silencio del desierto para conversar contigo, quiero escucharte. Por
amor quiero simplemente darte mi tiempo, Señor, y por amor recibir de Ti
cuanto sea tu voluntad. Aumenta mi fe.
Jn. 20,19-31
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
DIOS CONTIGO
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