La alegría se comparte. Es imposible guardarla sólo para uno mismo.
Fuente: Schwizer Nicolás
Fuente: Schwizer Nicolás
Podés tener defectos, vivir ansioso y estar irritada algunas veces,
pero no te olvides de que tu vida es la mayor empresa del mundo. Solo
tu puedes evitar que ella vaya en decadencia. Hay muchas personas que
te precisan, admiran y te quieren.Me gustaría que siempre recordaras que ser feliz no es tener un cielo sin tempestades, caminos sin accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones.
Una naturaleza humana sin alegría es una naturaleza enferma. San
Francisco de Sales decía que un santo que es triste, es un triste
santo. Y los monjes del siglo IV decían: Quien es triste está poseído
por el diablo. Y por eso los monjes tristes fueron castigados
fuertemente.
También el Padre Kentenich dijo: Quien no le da alegría a los hombres, los empuja en los brazos del diablo.
Antes
de canonizar a alguien, se examina su grado de heroísmo en la alegría:
¿ha tenido una naturaleza alegre? ¿Ha sido un santo alegre?
Si queremos ser verdaderos maestros de la alegría, tenemos que resolver dos tareas:
Primera tarea. Debemos recibir todo lo bueno que Dios nos regala conscientemente como un don:
¡Fuera con las cosas evidentes! Nada es evidente en este mundo. ¿O es
acaso evidente que tengamos pan suficiente para comer? ¿Es evidente que
tengamos una casa propia, una familia bien constituida? ¿Es evidente que
seamos cristianos, que la Sma Virgen nos haya llamado a esa comunidad,
parroquia... donde nos sentimos tan bien? Y así hemos de pensar en todos
los regalos que Dios nos concede, cada día de nuevo.
Es cierto
que el día está entre dos noches. Y el melancólico, mientras disfruta de
las alegrías del día, está recordando las penas de ayer y ya está
sufriendo por las de mañana. Porque podríamos pensar también al revés,
que la noche está entre dos días. La meta debe ser siempre que lleguemos
a ser maestros de la alegría.
Segunda Tarea. Debemos concebir los dones de Dios como un llamado de amor y darle nuestra respuesta de amor: Aconseja el Padre Kentenich que lo hagamos igual que las gallinas. ¿Qué hace la gallina cuando come o bebe?
Baja
la cabeza, alza la cabeza, baja la cabeza. Lo mismo tenemos que hacer
nosotros: elaborar cada cosa mirando hacia arriba, levantando nuestro
corazón hacia Dios.
Modelos. Estoy seguro que todos nosotros quisiéramos conquistar esta actitud de alegría permanente. En eso pueden ayudar los modelos.
El gran maestro de la alegría, es Jesucristo.
En sus despedidas les dice a sus apóstoles: Yo les he dicho todas
estas cosas para que participen en mi alegría y sean plenamente
felices.
La otra maestra de la alegría en los Evangelios es la Virgen María.
En el Magnificat encontramos una manifestación de su gozo y júbilo
interior: Alaba mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu
en Dios mi Salvador. Nos muestra cómo debe ser nuestra alegría: nacida
del interior. Alegría y admiración por lo que ha hecho Dios en nosotros y
a través de nosotros.
Otro maestro de la auténtica alegría fue el Padre Kentenich.
Sabemos que su vida fue una continua alegría, porque estaba íntimamente
unido a la fuente de ella que es Dios. Tuvo muchos de estos rasgos que
ayudan a cultivar la alegría: Era capaz de admirarse, tener respeto y
cariño frente a las cosas y especialmente frente a las personas. Sabía
gozar con la originalidad de cada persona. Era capaz de hacerse niño con
los niños, tonto con los tontos, sabio con los sabios. Gozaba con el
más mínimo detalle, con las cosas pequeñas de la vida diaria: sabía
descubrirle lo bueno, lo positivo, lo gracioso. Sabía también reírse a
carcajadas. En una palabra: fue una de las personas que supo encontrarle
el sabor verdadero a la vida.
DIOS CONTIGO
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