martes, 16 de febrero de 2010

MIERCOLES DE CENIZA...


MARIA REINA Y MADRE PARA SIEMPRE...
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TRAS LOS PASOS DE UN SANTO...
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Mi�rcoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma.


La imposici�n de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.
La Cuaresma comienza con el Mi�rcoles de Ceniza y es un tiempo de oraci�n, penitencia y ayuno. Cuarenta d�as que la Iglesia marca para la conversi�n del coraz�n.
Las palabras que se usan para la imposici�n de cenizas, son:
- "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertir�s"

- "Convi�rte y cree en el Evangelio".

Origen de la costumbre

Antiguamente, los jud�os acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hac�an alg�n sacrificio y los ninivitas tambi�n usaban la ceniza como signo de su deseo de conversi�n de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que quer�an recibir el Sacramento de la Reconciliaci�n el Jueves Santo, se pon�an ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "h�bito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el a�o 384 d.C., la Cuaresma adquiri� un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 d�as de penitencia y conversi�n.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del a�o anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

Tambi�n, fue usado el per�odo de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 d�as de ayuno.

La imposici�n de ceniza es una costumbre que nos recuerda que alg�n d�a vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos ense�a que todo lo material que tengamos aqu� se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, s�lo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los ni�os y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adi�s a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de m�todos de refrigeraci�n adecuados, los cristianos ten�an la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se pod�an consumir durante ese per�odo (no s�lo carne, sino tambi�n leche, huevo, etc.)

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al mi�rcoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consum�an todos los productos que se podr�an echar a perder durante la cuaresma.

Muy pronto empez� a degenerar el sentido del carnaval, convirti�ndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar tambi�n todos los actos de los cuales se "arrepentir�an" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en R�o de Janeiro, Brasil o Nueva Orleans, Estados Unidos.

El ayuno y la abstinencia

El mi�rcoles de ceniza y el viernes santo son d�as de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 a�os y el ayuno de los 18 hasta los 59 a�os. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al d�a y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perd�n a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oraci�n

La oraci�n en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar m�s cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. S�lo en la oraci�n encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oraci�n tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocres�a: Jes�s no quiere que oremos para que los dem�s nos vean llamando la atenci�n con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.

La disipaci�n: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo m�s posible. Preparar nuestra oraci�n, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.

La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oraci�n es conformarnos con �l, nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro coraz�n porque a Dios no se le puede enga�ar.

El sacrificio

Al hacer sacrificios, debemos hacerlos con alegr�a, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos as�, causaremos l�stima y compasi�n y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. Cuando ayun�is no aparezc�is tristes, como los hip�critas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan, en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. T� cuando ayunes, �ngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que est� en lo secreto: y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensar�. " (Mt 6,6)"

El sacrificio, es preciso dulcificarlo con un amor grande a Dios. El dolor nos engrandece cuando sabemos sobrellevarlo. La Virgen Mar�a en su vida tuvo que llevar a cabo muchos sacrificios y lo hizo con mucha alegr�a y amor a Dios.

Palabras de Juan Pablo II sobre el mi�rcoles de ceniza (pronunciadas el 16-2-1983)

El mi�rcoles de ceniza se abre una estaci�n espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la preparaci�n del misterio pascual, o sea, el recuerdo de la Pasi�n, Muerte y Resurrecci�n del Se�or.
Este tiempo vigoroso del A�o Lit�rgico se caracteriza por el mensaje b�blico que puede ser resumido en una sola palabra: "matanoeiete", es decir "Convert�os". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposici�n de ceniza, el cual, con las palabras "Convert�os y creed en el Evangelio" y con la expresi�n "Acu�rdate que eres polvo y al polvo volver�s", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversi�n, recordando la inexorable caducidad y ef�mera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.
La sugestiva ceremonia de la Ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jam�s, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversi�n no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoraci�n que implica una conciencia cada vez m�s di�fana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.
Sin�nimo de "conversi�n" es as� mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresi�n de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo. 

Ceniza: el inicio de la Cuaresma.
 
La imposici�n de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.
La Cuaresma comienza con el Mi�rcoles de Ceniza y es un tiempo de oraci�n, penitencia y ayuno. Cuarenta d�as que la Iglesia marca para la conversi�n del coraz�n.
Las palabras que se usan para la imposici�n de cenizas, son:
- "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertir�s"
- "Convi�rte y cree en el Evangelio".

Origen de la costumbre
Antiguamente, los jud�os acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hac�an alg�n sacrificio y los ninivitas tambi�n usaban la ceniza como signo de su deseo de conversi�n de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que quer�an recibir el Sacramento de la Reconciliaci�n el Jueves Santo, se pon�an ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "h�bito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
En el a�o 384 d.C., la Cuaresma adquiri� un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 d�as de penitencia y conversi�n.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos del a�o anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
Tambi�n, fue usado el per�odo de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 d�as de ayuno.
La imposici�n de ceniza es una costumbre que nos recuerda que alg�n d�a vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos ense�a que todo lo material que tengamos aqu� se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, s�lo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los ni�os y a los adultos.
Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adi�s a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de m�todos de refrigeraci�n adecuados, los cristianos ten�an la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se pod�an consumir durante ese per�odo (no s�lo carne, sino tambi�n leche, huevo, etc.)

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al mi�rcoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consum�an todos los productos que se podr�an echar a perder durante la cuaresma.

Muy pronto empez� a degenerar el sentido del carnaval, convirti�ndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar tambi�n todos los actos de los cuales se "arrepentir�an" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en R�o de Janeiro, Brasil o Nueva Orleans, Estados Unidos.

El ayuno y la abstinencia

El mi�rcoles de ceniza y el viernes santo son d�as de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 a�os y el ayuno de los 18 hasta los 59 a�os. El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al d�a y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perd�n a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oraci�n

La oraci�n en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar m�s cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. S�lo en la oraci�n encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oraci�n tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocres�a: Jes�s no quiere que oremos para que los dem�s nos vean llamando la atenci�n con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.

La disipaci�n: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo m�s posible. Preparar nuestra oraci�n, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.

La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oraci�n es conformarnos con �l, nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro coraz�n porque a Dios no se le puede enga�ar.

El sacrificio

Al hacer sacrificios, debemos hacerlos con alegr�a, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos as�, causaremos l�stima y compasi�n y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. Cuando ayun�is no aparezc�is tristes, como los hip�critas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan, en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. T� cuando ayunes, �ngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que est� en lo secreto: y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensar�. " (Mt 6,6)"

El sacrificio, es preciso dulcificarlo con un amor grande a Dios. El dolor nos engrandece cuando sabemos sobrellevarlo. La Virgen Mar�a en su vida tuvo que llevar a cabo muchos sacrificios y lo hizo con mucha alegr�a y amor a Dios.

Palabras de Juan Pablo II sobre el mi�rcoles de ceniza (pronunciadas el 16-2-1983)

El mi�rcoles de ceniza se abre una estaci�n espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la preparaci�n del misterio pascual, o sea, el recuerdo de la Pasi�n, Muerte y Resurrecci�n del Se�or.

Este tiempo vigoroso del A�o Lit�rgico se caracteriza por el mensaje b�blico que puede ser resumido en una sola palabra: "matanoeiete", es decir "Convert�os". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposici�n de ceniza, el cual, con las palabras "Convert�os y creed en el Evangelio" y con la expresi�n "Acu�rdate que eres polvo y al polvo volver�s", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversi�n, recordando la inexorable caducidad y ef�mera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.

La sugestiva ceremonia de la Ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jam�s, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversi�n no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoraci�n que implica una conciencia cada vez m�s di�fana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.

Sin�nimo de "conversi�n" es as� mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresi�n de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.

Fuente: Web católica de Javier...

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