viernes, 15 de mayo de 2015

DE INTEGRIDAD


Un emperador reunió a todos los jóvenes de su reino y les dijo: Ha llegado la hora en que debo dejar el trono y elegir al próximo emperador que será uno de ustedes. 

A cada uno les daré una semilla y deberán regresar en un año con el producto de esa semilla. Un joven llamado Ling al regresar a su casa le contó todo a su madre con gran emoción. 

Tomaron una maceta y plantaron la semilla. Diariamente el la regaba, la abonaba, la limpiaba, pero nada crecía en ella. Finalmente llego el gran el día y Ling le dijo a su madre que el no llevaría una maceta vacía. 

Pero esta le animo a que fuera y le contara al emperador lo mucho que se había esforzado. Al llegar al palacio Ling apoyo su maceta en el suelo en medio de hermosas plantas y flores de todas las formas, colores y tamaños. 

A Ling le dolía el estomago, sentía una gran vergüenza, por lo que se escondió al final del salón, tratando de pasar inadvertido.  

El emperador ordenó a sus guardias que ubicaran al joven que trajo la maceta vacía y exclamo: Traigan  al nuevo emperador. Ante una audiencia enmudecida, el anciano explico: Hace un tiempo les entregue una semilla a cada una. Pero eran semillas estériles, que, obviamente, no iban a crecer. 

Cuando los jovenes vieron que la semilla que les di no crecía, la sustituyeron por otra. Solo este joven tuvo la integridad de seguir las reglas. 

De modo que podemos confiar en el para que tome mi lugar y gobierne este reino.


 Si obedecemos esas palabras sentiremos el gozo de vivir con la fortaleza de nuestra propia integridad personal.


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