Desde aquel «¡No balconeen la vida!» del Papa a los jóvenes en
Río de Janeiro, quienes transmiten en tiempo real sus palabras
improvisadas saben a lo que se exponen. Durante un cordial encuentro con
religiosas de Oriente Medio, Francisco tuvo tiempo para hacer reír a
todos con un chiste... y para hacer sufrir a su intérprete.
Fuente: Rome Reports
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