AL ESPÍRITU SANTO
San Alfonso María de Liborio
¡Espíritu Santo, Paráclito Divino, Padre de los pobres, Consolador de
los afligidos, Luz de los corazones, Santificador de las almas! Mírame
aquí postrado en tu presencia; te adoro con la sumisión más profunda, y
repito mil veces con los Serafines que están delante de tu trono:
¡Santo, Santo, Santo!
Creo firmemente que eres eterno, consustancial al Padre y al Hijo.
Espero que por tu bondad santifiques y salves mi alma.
Te amo, ¡Dios de amor! Más que a todo lo de este mundo porque,
insensible a tus inspiraciones, he cometido la ingratitud de ofenderte
con tantos pecados; te pido perdón y me arrepiento de haberte
disgustado. Te ofrezco mi corazón, frío como es, y te suplico hagas
penetrar en él un rayo de tu luz para derretir el hielo tan duro de mis
iniquidades.
Tú, Espíritu divino: fortaléceme contra los malos espíritus. Eres
fuego: enciende en mí el fuego de tu amor. Eres luz: ilumíname,
haciéndome conocer las cosas eternas. Eres fuente de dulzura: Disipa las
tormentas que en mí levantan las pasiones; enséñame el modo de alabarte
incesantemente; cúbreme con la sombra de tu protección.
Siendo el Autor de los dones celestiales, vivifícame, te ruego, con
tu gracia, santifícame con tu caridad, gobiérname con tu sabiduría,
adóptame por hijo tuyo con tu bondad, y sálvame con tu infinita
misericordia, a fin de que no cese jamás de bendecirte, alabarte y
amarte, ahora en la tierra mientras viva, y luego en el cielo por toda
la eternidad.
Amen
DIOS CON NOSOTROS
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