viernes, 1 de mayo de 2015

EL REINO DE DIOS

FUNDADO POR JESÚS DE NAZARETH
José Barros Guede
A Coruña, 30 de abril de 2015


Jesús de Nazaret, después de ser tentado por Satán y de ser arrestado  Juan Bautista, se marcha a Galilea a proclamar el Reino  de Dios o de los Cielos y a establecerse en Cafarnaúm. Conoce y siente que Dios es nuestro Padre que nos ama y como Hijo único consustancial  de Dios Padre  tiene la misión divina de fundar el Reino de Dios o de los Cielos, como una institución divina de amor filial a Dios Padre  y fraternal a los seres humanos, y de vida y salvación eterna.
 
No se queda en Judea, ni va a Jerusalén a proclamarlo, donde  se halla  el  gobernador Poncio Pilato,  el Sanedrín judío, los sumos sacerdotes y levitas del Templo y los escribas y fariseos que arrestan y matan a los profetas, donde reina el poder, el dinero y el engaño de los poderosos y los justos son perseguidos y los buenos son ignorados. Por las tentaciones diabólicas que padeció y sufrió en el desierto experimentó en su naturaleza humana que el príncipe de este mundo es Satán.

De camino a Cafarnaúm pasa junto el mar de Galilea, donde encuentra primero a los hermanos, Pedro y Andrés, y después a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, todos ellos pescadores, a quienes  invita a seguirle. Ellos dejando sus redes de pesca le siguen. Llegados a la ciudad de Cafarnaúm, donde Pedro y Andrés residen. El primer sábado de su llegada a esta ciudad, Jesús de Nazaret entra en la sinagoga, donde los judíos se reunían para leer los libros de la Ley de Moisés y de los Profetas, y les dice: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio (Mc. 1, 15). Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos (Mt. 4,17).

En Cafarnaúm cura a un hombre endemoniado que le increpaba en la sinagoga, a la suegra de Pedro que se hallaba enferma, al criado enfermo del Centurión y a otros muchos enfermos y endemoniados que le llevaban al ponerse el sol. Todos los sábados  ensañaba con autoridad a sus vecinos, de tal manera que quedaban asombrados de su sabiduría y de su poder. Desde Cafarnaúm, organiza una serie de misiones evangélicas. Recorre caminando todas las ciudades y  pueblos de  Galilea proclamando y anunciando el Reino de Dios o de los Cielos en compañía de los doce discípulos, de María Magdalena, Juana, mujer de Cuza y  del administrador de Herodes, de Susana y de otras muchas mujeres que le servían con sus bienes (Lc. 8,1-4).

Se vale de hermosas y bellas comparaciones para explicar el Reino de Dios o de los Cielos.  Enseña que es un grano de mostaza que siendo la más pequeña se convierte en la mayor hortaliza, o como  la levadura que fermenta el pan, o como la perla preciosa encontrada, o como la gran red que recoge toda clase de peces en el mar

En Nazaret  entra un sábado en la sinagoga como era su costumbre en su infancia y juventud, y de pie lee lo siguiente en libro del profeta Isaías  a sus vecinos presentes: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos, la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia. Se sienta. Hoy se cumplido esta escritura que acabáis de oír, pero sus vecinos no le creyeron. Da ahí que diga: Ningún profeta es bien aceptado en su pueblo. (Lc. 2, 24).

Los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas citan el Reino de Dios cincuenta veces, y Mateo, además, cita el Reino de los Cielos treinta y dos  veces. Sus grandes y sublimes discursos sobre el Reino de Dios o de los Cielos son: el Sermón de la Montaña el de Pan de Vida y  el de su Testamento de Despedida. Los tres de altísima moralidad y divina espiritualidad de amor y de vida eterna.

En el Sermón de la Montaña, llamado así porque fue pronunciado por Jesús de Nazaret  en un pequeño monte cercano a Cafarnaúm y al lago de Galilea, manifiesta lo siguiente a sus discípulos y a sus muchos oyentes: Los bienaventurados del Reino de Dios o de los Cielos son los pobres, humildes, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de  justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que procuran la paz, y los perseguidos  e insultados por su causa.

Les advierte: Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entrareis en el Reino de Dios. Les dice: Habéis oído que se os dijo…, yo en cambio os digo, amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen para que seáis hijos de Dios, que hace salir el sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos. Les enseña la manera de orar al Dios  mediante el Padre Nuestro, de ayunar y dar limosna. Les manifiesta: No podéis servir a dos señores, a Dios y al dinero, buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás os dará por añadidura y no juzguéis y no seréis juzgados, porque con la medida que uséis, la usarán con vosotros. (Mt.5 y 6).

En el discurso de Pan de Vida, pronunciado por Jesús de Nazaret en la sinagoga de Cafarnaúm, enseña: Yo soy el pan de vida y el coma de este pan vivirá eternamente y yo le resucitaré  en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El coma mi carne y beba mi sangre habita en  mí y yo en él (Jn.6). Su pan de vida eterna y de resurrección de los humanos en el último día es su fe y su creencia en él como el salvador de la humanidad junto con la eucaristía en la que se nos da como alimento espiritual para la vida eterna.

En el discurso testamentario de su Despedida de este mundo manifiesta: Os doy un mandamiento nuevo, que os améis como yo os he amado. En esto conocerán que todos sois discípulos míos. Cuando yo me vaya os prepararé un lugar, volveré os llevaré conmigo, para que donde yo estoy, estéis también vosotros. Yo soy el camino, la vedad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí (Jn.13, 33-35) y (Jn.14, 1-6).

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria se reunirán ante él todas las naciones, y como el pastor separa a las ovejas de los machos cabríos, así separará a unos  y de otros, poniendo a las ovejas a su derecha  y a los machos cabríos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los que está a su derecha, venid benditos de mi Padre a poseer el Reino preparado para vosotros desde el principio del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer…Cuándo Señor te vimos con hambre y te dimos de comer?, el Rey responderá, cuando lo hicisteis con uno de mis hermanos más humildes”……, (Mt 25, 31- 46).


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