Audio-Santoral: SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA
Mt. 8,5-17
Hoy vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que
siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que
es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en
casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por
los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una
pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una
serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y,
al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos
los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel
no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).
Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).
Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).
Rev. D.
Xavier
JAUSET i Clivillé
(Lleida, España)
¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor
solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo
cuanto necesitamos.
«Nada es demasiado difícil de
creer acerca de Aquel para quien nada es demasiado difícil
de hacer.»
Card. J.H. Newman, Sermón sobre el Domingo IV
después de Epifanía
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